El contragolpe de Ortega a EE.UU.: rechazar al embajador para llamar la atención de Biden

El retiro del beneplácito al embajador propuesto por Washington extenderá la estancia de Kevin Sullivan en Managua, hasta que Estados Unidos nombre a otro candidato. El rechazo de la dictadura Ortega-Murillo a Hugo Rodríguez es un “llamado de atención del Gobierno nicaragüense para un eventual diálogo”. Si bien tensa las relaciones, “no significa que estas se vayan a romper”, afirmó Pedro Fonseca, internacionalista y analista político

Daniel Ortega y Rosario Murillo en uno de sus últimos actos multitudinarios en Managua. Foto de archivo de Carlos Herrera | Divergentes.

El retiro del beneplácito concedido a Hugo Rodríguez como representante de Estados Unidos en Nicaragua, además de tensar la accidentada relación entre el régimen de Daniel Ortega y el Gobierno norteamericano, extenderá la presencia de Kevin Sullivan, actual embajador, hasta que la administración del presidente Joe Biden proponga otro candidato o decida nombrar a un encargado de negocios, como en Cuba, para que cumpla con la función diplomática, explicaron analistas consultados por DIVERGENTES.

“La decisión del régimen sandinista también le cambia un poco la estrategia que tenía definida Estados Unidos con este embajador en la sede diplomática de Nicaragua. Ahora tendrán que elegir a otra persona que llene sus expectativas y que no sea rechazado por el régimen”, explicó el politólogo José Alcázar.

A través del Ministerio de Relaciones Exteriores, el régimen retiró el jueves el beneplácito concedido a Rodríguez por haber realizado “declaraciones injerencistas e irrespetuosas en contra de nuestro país, desconociendo los principios del derecho internacional”. La cancelación tensó la relación de El Carmen con Washington, luego de un acercamiento fallido para una negociación buscada por Laureano Ortega, cuyo objetivo era “aliviar las sanciones contra la familia presidencial”.

A pesar de que la decisión del régimen parece ser irreversible, Alcázar consideró que Estados Unidos no dejará “descabezada” la sede diplomática en Nicaragua y que buscará la forma de solucionar este impasse para tener una representación en Nicaragua. Aunque señaló que podría tomar mucho tiempo debido al proceso que realizan en Estados Unidos para nombrar a un embajador.

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El actual embajador de Estados Unidos en Nicaragua, Kevin Sullivan. EFE/Jorge Torres

Pedro Fonseca, internacionalista y analista político, dijo que la cancelación del beneplácito es una crisis que, si bien se suma a la lista de diferencias que existe entre ambos países, no significa que la relación entre Estados Unidos y Nicaragua vaya a romperse.

“Las relaciones entre Nicaragua y Estados Unidos continúan siendo las mismas. Mientras no haya reemplazo para Sullivan, es probable que lo mantengan en el mismo puesto. A Estados Unidos le tocará cambiar a la persona que tenía prevista enviar a Nicaragua”, insistió el analista político.

Rodríguez fue ratificado por el Senado, y en su discurso ante el Comité de Relaciones Exteriores de los Estados Unidos, se comprometió a continuar denunciando los abusos de poder de la administración orteguista, con “el fin de ayudar a los nicaragüenses que sufren los atropellos a sus derechos”.

“Estados Unidos se ha pronunciado en contra de estos abusos y, de confirmarse, continuaré haciéndolo, no porque tengamos la intención de determinar los asuntos internos de Nicaragua, sino porque es nuestro compromiso bajo la Carta Interamericana, que tanto Estados Unidos y Nicaragua firmaron en 2001”, dijo Rodríguez.

¿Acercamiento al más alto nivel?

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Joe Biden, durante el evento inaugural de la IX Cumbre de las Américas, en Los Ángeles, California (EE.UU). EFE/ Alberto Valdés

Fonseca manifestó que la cancelación del beneplácito de Rodríguez también podría responder a una estrategia del régimen sandinista para llamar la atención de la administración del presidente Joe Biden y entablar pláticas no solo para negociar la entrada o no del nuevo embajador, sino una futura negociación para solucionar la crisis política que atraviesa Nicaragua desde el 2018.

“Recordemos que entre las relaciones bilaterales, quienes dirigen la comunicación son los embajadores. Nicaragua alega que para tener una relación plena necesita un embajador que reúna ciertos requisitos. Quizá Rodríguez no era idóneo para ese potencial acercamiento entre ambos países”, señaló Fonseca.

Sin embargo, durante la celebración del 43 aniversario del triunfo de la insurrección popular sandinista, realizada este 19 de julio, Ortega dejó sentada su intención de no dialogar de ninguna forma con Washington, aduciendo que los diálogos “son para poner la soga al cuello a uno, o que uno mismo se ponga la soga en el cuello”. 

Un día después de que el dictador Daniel Ortega descartara establecer un diálogo con el Gobierno de los Estados Unidos, Washington aumentó la presión contra el régimen sandinista con la aprobación de la Lista Engel, en la que incluyó a 23 jueces y fiscales orteguistas, sancionados por condenar a presos políticos. En un mismo día, el Gobierno de Joe Biden también anunció la exclusión de Nicaragua de la cuota anual de importación de azúcar acordada con la Organización Mundial de Comercio (OMC).

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Un simpatizante sandinista en un acto partidario. Archivo.

Para Alcázar el hecho de que Ortega dijera que no iba a dialogar con Estados Unidos, y que cancelara el beneplácito de Rodríguez como embajador en Nicaragua, no significa que el régimen no cambie su postura. Aunque eso dependerá, según el politólogo, de cómo se sienta la dictadura respecto a su fortaleza económica y lo que ocurra con Cuba o Venezuela.

Sobre si esta decisión del régimen sandinista podría provocar más sanciones a su dictadura, Fonseca explicó que Estados Unidos no necesita del rechazo de un embajador para aplicar nuevas disposiciones a funcionarios del Gobierno de Daniel Ortega y Rosario Murillo. 

“Es normal que los países no acepten a embajadores. Lo hace el Vaticano constantemente. Considero que esto tenemos que verlo también desde la perspectiva técnica o administrativa del proceso diplomático. Obviamente, desde la perspectiva del poder blando, esto es una manera de retar a Estados Unidos”, refirió Fonseca.

Para Alcázar la cancelación de Rodríguez era un contragolpe que la dictadura sentía que tenía que pegar por las presiones que le ha puesto Estados Unidos en las últimas semanas. Sin embargo, consideró que lo hecho por el régimen cayó sobre mojado y que, aunque no deja de ser grave, no se compara con la ocupación que hicieron a las oficinas de la Organización de Estados Americanos (OEA) en abril de este año.

“Lo de la OEA fue grave porque además vulneró el derecho internacional. Lo que ha hecho Nicaragua con el embajador Hugo Rodríguez, en eso no ocurrió tal cosa. Al contrario, más bien se siguieron los lineamientos habituales para los nombramientos del embajador”, reafirmó Fonseca.


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