El impacto del discurso del embajador McFields: “Un golpe a la falsa narrativa del régimen”

La denuncia contra la dictadura Ortega-Murillo de parte de su propio embajador en la OEA es un hecho histórico. Se trata de un “golpe moral y político al régimen”, considera un exdiplomático. Este jueves 24 de marzo se ha hecho oficial la destitución de Arturo McFields del cargo de embajador ante la OEA, por medio del acuerdo presidencial 50-2022 publicado en La Gaceta, lo que demuestra la manipulación de la propaganda sandinista y de la propia Cancillería que aseguró que McFields no los representaba.


Las declaraciones del embajador de Nicaragua ante la Organización de Estados Americanos (OEA), Arturo McFields, en las que denunció al régimen de Daniel Ortega y Rosario Murillo, han sido catalogadas como un hecho histórico por especialistas e integrantes de la diplomacia latinoamericana. Aunque algunos analistas consultados por DIVERGENTES dudan que el discurso del diplomático pueda provocar una crisis interna en el sandinismo –por la poca relevancia que tiene McFields dentro del partido–, el gesto puede hacer que otros funcionarios públicos expresen su malestar, además de causar un daño grave a la estrategia diplomática del régimen a nivel regional, que ha vendido las manifestaciones que estallaron en 2018 como un intento de golpe de Estado.

Este jueves 24 de marzo se ha hecho oficial la destitución de Arturo McFields del cargo de embajador ante la OEA, por medio del acuerdo presidencial 50-2022 publicado en La Gaceta, diario oficial. Asimismo, se nombra embajador Extraordinario Plenipotenciario a Francisco Campbell Hooker. El acuerdo surte efecto a partir del 23 de marzo, es decir, a partir de que McFields se pronunciara en el Consejo Permanente. Esto demuestra la manipulación de la propaganda sandinista y de la propia Cancillería que aseguró que McFields no los representaba.

El analista para Centroamérica del Crisis Group, Tiziano Breda, considera que las declaraciones de McFields muestran “el creciente descontento” que tienen los funcionarios públicos con la pareja presidencial. McFields afirmó la mañana del miércoles ante el Consejo Permanente de la OEA que “la gente de adentro del Gobierno está cansada de la dictadura”, una cita elocuente que, sin duda, recoge el sentir de los funcionarios del régimen. “Habría que ver, además, si este gesto ha sido una iniciativa exclusivamente personal o consultada con otros funcionarios”, advierte Breda.

Fuentes del sistema diplomático nicaragüense dijeron a Divergentes que el régimen ha desarrollado una investigación dentro del Ministerio de Relaciones Exteriores para buscar posibles cómplices del embajador McFields. Además, se espera que en los próximos días haya más movimientos, a parte de la destitución de McFields, que serán anunciados en el diario La Gaceta. 

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La primera reacción oficial fue un escueto pronunciamiento del Ministerio de Relaciones Exteriores, en el que asegura que McFields “no nos representa, por lo cual ninguna declaración suya tiene validez”. El Gobierno ha afirmado que el representante de Nicaragua ante la OEA es “el embajador Francisco Campbell Hooker, debidamente acreditado”. 

A pesar del impacto mediático que han tenido las declaraciones del embajador, el exdiputado opositor Eliseo Núñez no vislumbra “una reacción en cadena” de renuncias dentro del aparato estatal, aunque advierte “que el régimen está ocupando todos sus mecanismos de inteligencia y contrainteligencia para hacer control de daños y amenazar a todo el que pueda seguir el mismo camino que McFields”. 

Un exembajador en Naciones Unidas, que solicitó anonimato, dijo que las palabras de McFields significan un “golpe moral y político al régimen Ortega-Murillo y su falsa narrativa sobre lo que ocurre en Nicaragua desde abril de 2018”, cuando estalló una crisis política en el país que provocó la muerte de más de 350 personas, un exilio de más de 200 mil. Además, la dictadura mantiene a más de 170 presos políticos encerrados en sus cárceles. El régimen ha tildado lo ocurrido como “un intento de golpe de Estado”. 

El exdiplomático de la ONU afirma que la denuncia de McFields es “digna de un diplomático profesional, harto de las injusticias y locuras de la dictadura”. A la vez, las declaraciones “son el reflejo del clima enrarecido de presiones, chantajes, amenazas y humillaciones que se vive entre los empleados públicos, policías y militares de base, que no ven ningún futuro para ellos y sus familias bajo esta dictadura”. 

Para el politólogo Pedro Salvador Fonseca lo hecho por McFields es un “llamado de atención para las personas que todavía viven secuestradas, sobre todo aquellas que son funcionarios públicos, por sus trabajos, por la dependencia económica o por múltiples razones, pero que en su sano juicio saben, denuncian y condenan los abusos de la dictadura, pero son incapaces de hacerlo público por las consecuencias que les podría traer”. Fonseca afirma que las acciones de McFields “vienen a alumbrar un poco de esperanza y permitirle a estas personas que adopten una posición crítica”. 

El impacto del discurso del embajador McFields: “Un golpe a la falsa narrativa del régimen”
Una mujer observa en el televisor al presidente de Nicaragua, Daniel Ortega, durante un acto en homenaje al 88 aniversario de la muerte del General Augusto C. Sandino. EFE

Durante un Space en Twitter organizado por DIVERGENTES, la exdiputada Edipcia Dubón dijo que McFields había jugado el papel de ventrílocuo de Rosario Murillo, al leer los discursos en la OEA, pero hoy “hizo uso de su capacidad crítica y su propia voz para denunciar a la dictadura”. 

Dubón recordó que durante la dictadura somocista Nicaragua utilizó la silla de Panamá para denunciar las violaciones de los derechos humanos también en la OEA. Sin embargo, ella considera que lo más importante de este hecho es que se evidencia “un resquebrajamiento de la dictadura desde adentro”. A la vez, considera que el gesto evidenció que “es necesario tocarle las puertas a la gente que aún está con el orteguismo y que necesita una ventana de oportunidad para golpear y derrotar a esa dictadura”. 

En ese mismo sentido, el exdiputado Núñez, también participante del Space, dijo que los sandinistas o los empleados públicos “tienen que ser tratados bajo la óptica de que la democracia es para todos”. Núñez considera que el ejemplo de McFields demuestra que hay gente en el sandinismo “con la que se puede soñar en que se debe construir un país diferente”. 

Dubón dijo que es un “desafío” para la oposición reconocer “que requerimos de los otros para construir Nicaragua”. Agregó que Nicaragua “es una diversidad de expresiones ideológicas distintas, y que en ese mosaico es que existe la nación”. “Nos hace falta hablarle a los sandinistas que no están de acuerdo con el régimen, a los trabajadores del Estado, para buscar forma de poder atraerlo para juntos derrotar a la dictadura”, dijo Dubón.

Recoloca a Nicaragua en agenda internacional

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Dubón agregó que el hecho de que un funcionario del régimen denuncie los atropellos del régimen que representa tiene “una potencia que va a permitir que actores internacionales que tenían posiciones dubitativas hoy estén obligados a tener posiciones más coherentes y que acompañen de forma más decidida la defensa de la democracia, la justicia y la libertad de Nicaragua”. 

Dubón cree que el tema de la crisis en Nicaragua se recoloca en la agenda internacional, que puede “desencadenar acciones bilaterales en contra del régimen y colocarlo en una posición de mayor aislamiento internacional”. 

La exembajadora de Argentina en la OEA, Paula Bertol, dijo que el artículo 20 de la Carta Interamericana se vuelve a activar y “abre un panorama mucho más proclive a la democracia, el diálogo verdadero y fecundo”. Bertol dijo que los votos con los que todavía no se contaban en la OEA “pueden sumarse y esto nos llena de esperanzas”. 

Después de su discurso, Arturo McFields, en una acción llena de simbolismo, también envió una declaración conjunta de la OEA en contra de la invasión de Rusia a Ucrania. “En nombre del pueblo y Gobierno de Nicaragua, condenamos enérgicamente la guerra de agresión injustificada, las violaciones flagrantes a los derechos humanos, el asesinato de inocentes y la invasión a un país libre”, señala el escrito. “La guerra no provocada contra el pueblo ucraniano merece nuestra más firme y unánime condena”. Ortega apoya a Vladimir Putin, por lo que la jornada de este miércoles fue un huracán inesperado para el régimen, ahora desesperado en un control de daños casi imposible.

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