México ha sido el último en sumarse a la lista de países que se ofrecen como patria a los 317 ciudadanos perseguidos por Ortega, de boca de su propio presidente, Andrés López Obrador (AMLO), quien hasta el momento se había mantenido muy cuidadoso en las declaraciones acerca del régimen nicaragüense. Al ofrecimiento de AMLO, tras el de los presidentes Pedro Sánchez, de España; Gabriel Boric, de Chile; y Alberto Fernández, de Argentina, también se unen las muestras explícitas e inequívocas de solidaridad con los nicaragüenses represaliados que han llegado en mensajes como el del presidente Gustavo Petro, de Colombia, quien otorgó la nacionalidad al escritor Sergio Ramírez. Un mensaje claro desde la izquierda del continente que refuerza el rechazo al régimen sandinista.
Para los especialistas consultados, los gobiernos de la “ola rosa” del continente han hablado alto y claro frente a las supuestas posiciones de izquierda que Ortega dice representar en su país. Para presidentes como Boric y Fernández, la izquierda no puede ser contraria al respeto a la democracia y los derechos humanos.
José Dávila, analista político y exembajador de Nicaragua, refiere que las diferencias entre la ideología de izquierda de Ortega con la de Boric y Fernández: “Chile y Argentina han ofrecido sus nacionalidades a los desterrados porque tienen apego a los elementos de una democracia, y abogan por el respeto a los derechos humanos. Ofrecen su apoyo porque saben que el juego democrático e institucionalidad son básicos para la paz y el propio desarrollo de una nación, y saben que una democracia es democracia solo si tiene oposición”, plantea Dávila.
Para el exdiplomático, el caudillo sandinista se centra en una política “ortodoxa” y “dictatorial”, mientras que la chilena y argentina está más enraizada en una ideología con principios de democracia y pluralismo, “a distancia del bloque mundial de dictaduras que encabeza Rusia”.
Una de las mujeres a las que Ortega ha despojado de su nacionalidad es una excompañera de lucha, Mónica Baltodano, quien fue comandante guerrillera sandinista. Ella opina que “el Orteguismo se ha vuelto un socio indeseable. Pareciera que ya hay un hartazgo por las repetidas violaciones a los derechos humanos y el desprecio por las libertades democráticas que exhibe Ortega”.
Baltodano dice que un país no puede considerarse de izquierda y a la vez ser “complaciente” con un “tirano cruel y criminal”, como Ortega. La comandante señala que los gobiernos democráticos no se pueden callar si se aplasta la libertad o si se destruye a la sociedad civil en virtud de un pretendido antimperialismo.
“No ha sido fácil para muchos en el continente entenderlo y aceptarlo: que aquella revolución del 79 haya concluido creando semejante monstruo, eso no se asimila fácilmente. La izquierda se niega a ella misma cuando apoya a un tirano como Ortega. Ya no es posible guardar silencio”, insiste Baltodano.
Luciano García, de la organización Hagamos Democracia, también coincide en que esta decisión de Buenos Aires y Santiago de Chile, al ofrecer nacionalidad a los despojados nicaragüenses, es no sólo un rechazo al régimen orteguista sino un respaldo total a todos los nicas. “O sea, los dictadores Ortega-Murillo no son de ideología izquierda, son una dictadura dinástica de las feroces, con una represión de las peores vividas en el país”.
“La patria grande” para los perseguidos
La cancillería chilena, a cargo de la ministra Antonia Urrejola, informó el pasado 21 de febrero que el Gobierno de Boric arbitrará los medios legales necesarios para garantizar la debida protección internacional y nacionalidad, “según las normas que regulan esta alternativa” para quienes “han sido injustamente expatriados de Nicaragua”.
Previo a este ofrecimiento, el mandatario chileno se solidarizó con los nicas desterrados, especialmente con los escritores Sergio Ramírez y Gioconda Belli, y tildó a Daniel Ortega de “dictador”, “que no sabe que la patria se lleva en el corazón y en los actos, y no se priva por decreto”.
“La historia de nuestro país nos ha enseñado que la defensa de la democracia y los derechos humanos, y la solidaridad internacional entre los pueblos, trascienden las coyunturas políticas y forman parte de estándares civilizatorios esenciales para la vida en sociedad”, escribió la cancillería chilena, quien además fue testigo directo de la represión orteguista en 2018, como observadora experta internacional.
En tanto, el Gobierno de Argentina, afirmó el 21 de este mes que está en condiciones de otorgar la ciudadanía a cualquiera de los nuevos apátridas nicaragüenses. El canciller Santiago Cafiero dijo en una entrevista con la argentina Radio Con Vos que este anuncio fue en respuesta a la declaración del escritor y premio Cervantes de literatura Sergio Ramírez, quien indicó que, si Buenos Aires le ofrecía la nacionalidad, él la aceptaría.
Por su parte, una de las figuras más emblemáticas de la izquierda latinoamericana, el presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, se sumó a estos países de la región para ofrecer asilo o nacionalidad a los nicaragüenses. En su conferencia mañanera del 22 de febrero, el mandatario coincidió en que “la nacionalidad no se puede perder por decreto”. Antes, el 10 de febrero, el Gobierno de España, también abrió sus puertas a los nicas desnaturalizados.
El Gobierno de Colombia extendió la oferta de nacionalidad a las personas despojadas de sus derechos como nicaragüenses por el régimen de Ortega y Murillo. La Cancillería de dicho país informó que el ofrecimiento fue hecho personalmente al escritor Sergio Ramírez, quien según el canciller colombiano, Álvaro Leyva Durán, el escritor aceptó agradecido, tras una reunión que sostuvieron el 21 de febrero en la capital española.
A estos espaldarazos se sumó la izquierda uruguaya. A través de un comunicado con fecha del 22 de febrero, la Convocatoria Seregnista Progresista de ese país rechazó la decisión del régimen Ortega-Murillo de arrebatar de su nacionalidad a más de 300 nicaragüenses.
“Tal actitud es una violación a la dignidad humana, pues como expresa el artículo 15 de la Declaración Universal de los Derechos Humanos: ‘Toda persona tiene derecho a una nacionalidad. A nadie se privará arbitrariamente de su nacionalidad ni del derecho a cambiar de nacionalidad’. Finalmente recordamos el artículo 16 de dicha declaración: Todo ser humano tiene derecho, en todas partes, al reconocimiento de su personalidad jurídica”.
La izquierda uruguaya además se solidarizó con los aún presos políticos que quedaron en las diferentes cárceles, en especial con los compatriotas desterrados entre el 9 y 15 de febrero, entre ellos Dora María Téllez, Sergio Ramírez, Gioconda Belli y las activistas Azahálea Solís y Vilma Núñez, quienes “han contribuido significativamente al proceso de liberación y democratización de Nicaragua”.
El pasado 9 de febrero, el régimen Ortega-Murillo expulsó a Estados Unidos a un grupo de 222 presos políticos por ser considerados “traidores a la patria”, incluidas siete personas que intentaron disputar la presidencia en las elecciones de 2021, a quienes inhabilitaron de por vida para ejercer cargos públicos o de elección.
El 15 del mismo mes, el oficialismo sorprendió al despojar de su nacionalidad a otros 94 nicaragüenses, entre ellos religiosos, diplomáticos, exfuncionarios de Estado, defensores de derechos humanos, disidentes sandinistas, opositores, periodistas, académicos, estudiantes y empresarios. Algunas de esas personas, como la abogada Vilma Núñez o la periodista Sofía Montenegro se encontraban aún en el país.
Entre otros condenados a ser apátridas, está monseñor Rolando Álvarez, el obispo de Matagalpa, recientemente condenado a más de 26 años de prisión y trasladado a la prisión de La Modelo. El Papa Francisco rompió su acostumbrado silencio diplomático con respecto al régimen de Nicaragua, y abogó públicamente por el obispo, en el rezo del Ángelus, el pasado domingo, en el Vaticano.
¿Cuál es el mensaje y qué le importa al régimen?
Para los expertos consultados, con estos ofrecimientos, los países latinoamericanos están enviando un claro mensaje al régimen: que la hora del distanciamiento está llegando, y rápido. Al mismo tiempo, reconocen que debe consolidarse y ampliarse hasta concluir con el aislamiento internacional.
Para Mónica Baltodano, “poco a poco, se ha venido tomando conciencia de la perversión del sandinismo que significa el orteguismo. La nostalgia viene siendo sustituida por la dura realidad de la opresión al pueblo nicaragüense. Son los primeros pasos del distanciamiento y corresponde a la gente decente y progresista profundizar el aislamiento de Ortega”.
En tanto, José Dávila reconoce que, si bien es un “golpe fuerte político y moral” contra el régimen, este ya está “hundido y aislado” internacionalmente. Dávila percibe que a los Ortega-Murillo “ya no les importa nada de lo que digan o hagan los demás gobiernos” y sin embargo prefieren hacer que Nicaragua sirva de peón a los intereses de Rusia y China en la geopolítica mundial.