En ese sentido, en Machado van adelante. El Instituto Nacional de Información de Desarrollo (INIDE) ya llegó a censar a la población, según Chema. Están empezando a construir una escuela y un centro de salud, mientras los colonos gestionan permisos con los ministerios de Salud y Educación.
—Bueno, aquí hay varios que venden. Yo la compré a una persona de acá, el fundador de la comunidad. Uno compra, y ahí se va haciendo el trato.
—¿Y tienen papeles?
—No. Todavía no hay escrituras. Pero ya vino gente del Gobierno a hacer un censo. Tomaron medidas, preguntaron quién era el responsable del terreno. Supuestamente, con ese censo, después van a dar los títulos.
—¿Pagan impuestos?
—No, todavía no. Cuando venga el título, ya se pagará. Ahorita estamos más frescos. Pagamos alguito a la alcaldía de San Carlos, pero nada más.
—¿Y les dieron algún recibo en la alcaldía?
—No, nada.
—¿Y servicios públicos?
—No hay luz del tendido. Usamos paneles solares. Para el agua, la traemos de la montaña, de los criques. Algunos tienen bombas.
Chema describe que, de la ribera del San Juan para adentro, se ven operaciones mineras, pero la cantidad viene descendiendo en comparación a río arriba, de donde venimos. En Nuevo Amanecer y Machado lo que prima es la ganadería y los sembradíos.
—Yo no tengo ganado, porque estoy comenzandito. Pero allí adentro, sobre los criques, sí que hay. Está despalado. Yo boté palos, pero cerca de los criques dejé árboles para que se mire bonito, porque ahora eso es de uno. Yo siembro plátano, yuca y sandía ahorita —dice Chema, mientras nos intenta vender unas sandías enormes, ovaladas, que más bien parecen cabezas de misiles. Son las últimas que le quedaron en la lancha, después de vender la producción río arriba a otras comunidades.
Los colonos coinciden en que, en las parcelas que han adquirido —ilegalmente— cultivan una variedad de productos en pequeñas extensiones. “Se menciona el cultivo simultáneo de plátano, yuca y otros tubérculos, con la lógica de “sacar de todo un poquito por manzana sembrada”, determina el informe de la Fundación del Río. “Esto indica un modelo de subsistencia con miras a consolidarse como actividad productiva permanente”.
Las propiedades más cercanas al río San Juan tienen mayor valor y demanda por su accesibilidad y fertilidad, lo que ha incentivado la ocupación intensiva de tierras para uso agrícola. Lo mismo ocurre con la actividad ganadera sobre los caños que desembocan en el río San Juan, utilizada para garantizar que las reses tengan acceso al agua. Esta actividad implica, sí o sí, el desmonte del bosque virgen y el despale intensivo, lo que no solo impacta la cobertura forestal, sino que deja los suelos expuestos a la erosión. Sedimentos que luego terminan arrastrados por el río.
Chema insiste en que le compremos las sandías porque son las últimas, y las da a precio de ganga: a mil colones cada una. Manda a uno de sus hijos a bajar las últimas a la panga para mostrarlas, y dice que están ahorrando un poco porque, en dos meses, en Machado van a celebrar las segundas fiestas patronales de su recentísima historia. Las primeras se celebraron cuando él estaba recién llegado. Fue la oficialización simbólica de Machado como pueblo a la vera del San Juan.
Los jefes— dice Chema, sin especificar nombres— trajeron un torete y lo mataron.
Hubo banquete, cumbias, cervezas y guaro. Todo ocurrió el 19 de julio de 2024: el día que eligieron para formalizar las fiestas de Machado. Un gran pachangón.
—¿Y por qué celebraron el 19 de julio? ¿A qué santo celebraban? —le pregunto con fingida ingenuidad, porque todo nicaragüense sabe que ese día es la fecha cúspide del sandinismo: el aniversario de la revolución sandinista.
—Pues porque ese día había que hacerlo… El Gobierno está como dándonos chance para que trabajemos. Entonces, aquí hay dos cosas: o estás con el gobierno o estás en contra. Si estás en contra, entonces ya no agarrás nada. Yo soy del gobierno, no tengo por qué ocultarlo. Entonces se escogió ese día.
—Fue con todo, entonces.
—Todos comimos.