La Prensa sigue contando Nicaragua, desde dentro y desde el exilio

Periodistas que trabajaron en La Prensa, y que investigaron y cubrieron desde la calle informaciones claves en la historia del país, asumen ahora el reto de informar desde fuera. Algunos de ellos relatan a DIVERGENTES sus recuerdos y los desafíos actuales. El diario, cuyas investigaciones revelaron noticias claves para la historia de Nicaragua, como la corrupción de Arnoldo Alemán, los “checazos” de Byron Jerez o el enriquecimiento de Tomás Borge, se aferra ahora a las nuevas tecnologías para continuar informando bajo la persecución y el exilio impuesto por los Ortega-Murillo

Prensa
Collage por Divergentes.

El 13 de agosto de 2021, el día que la Policía Nacional confiscó el edificio del diario La Prensa por órdenes del régimen de Daniel Ortega y Rosario Murillo, Octavio Enríquez, uno de los periodistas de investigación más destacados de Nicaragua, sintió que la dictadura trató de arrancarle una parte de sus recuerdos. Aunque en ese momento Enríquez no formaba parte del staff de este medio de comunicación, su pasado como reportero, en diferentes períodos desde hace más de 20 años, le provocó cierta nostalgia al enterarse de la noticia.

“Uno siente que una parte de uno se va con todo lo que ocurrió. O sea, acordate que en esa instalación nosotros llegamos siendo unos párvulos. Nos formamos, conocimos a amigos entrañables, y en mi caso, a mi esposa”, cuenta Enríquez desde San José, Costa Rica, donde se exilió desde hace unos años para continuar haciendo su trabajo, ahora en Confidencial.

Enríquez recuerda con nostalgia la confiscación de las instalaciones de La Prensa. Lo primero que se le vino a la mente fueron esas primeras veces que le tocó escribir una nota informativa. También se acordó de la investigación que expuso el enriquecimiento encubierto del exministro del Interior, Tomás Borge. Muchas de esas historias que publicó tuvieron un enorme impacto en la sociedad nicaragüense. Pensó, pues, en la importancia que tenía el diario impreso en los ciudadanos.

“Los periódicos impresos, como La Prensa, desempeñan un papel crucial en la sociedad al ser medios independientes que investigan y vigilan al poder. En países donde las instituciones han fallado o se han corrompido, los medios de comunicación independientes se convierten en los responsables de pedir cuentas al poder y revelar irregularidades, enriquecimiento de la clase gobernante y violaciones de derechos humanos”, explica con convicción.

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Eduardo Enríquez, jefe de redacción del diario La Prensa, habla con los medios de comunicación tras una citación por el Ministerio Público de Nicaragua en junio de 2021. Archivo/EFE/Divergentes

En el caso específico de La Prensa, dice Enríquez, su importancia radica en su larga historia de enfrentamiento a distintas dictaduras y su lucha por la libertad en Nicaragua. A pesar de la persecución y las dificultades impuestas por el régimen sandinista, el periódico continúa trabajando desde el exilio para ofrecer información a la población.

Gabriela, otra periodista que trabajó durante más de 15 años en La Prensa, indicó que el diario impreso era un termómetro que medía, de alguna forma, el pulso de la democracia en el país. Tenerlo, aún en estos tiempos en los que el Internet es la plataforma principal de expansión, significaba el respeto a la libertad de expresión.

“Es por eso que todavía, a pesar de que el Internet sea la principal plataforma, todos los países del mundo tienen diario impreso. Y los únicos que no tienen son países como Nicaragua, que desaparecieron no porque el mercado los eliminó, sino porque el Estado los destruyó y los sacó de circulación por un asunto político y represivo”, manifestó Gabriela.

Para Enríquez el diario impreso era muy importante por varias razones: la primera porque era un símbolo de tradición, tiene un peso informativo importante y se convierte en un tema simbólico debido a los intentos del régimen por silenciarlo.

“La cancelación de la circulación diaria de un medio como La Prensa en zonas alejadas del país tuvo un impacto significativo. En un contexto donde la tecnología y las plataformas digitales están en auge, el periódico impreso llegaba a un grupo de lectores que posiblemente no accedía a la versión digital”, afirma Enríquez.

La pérdida del periódico impreso ha significado la desaparición de una experiencia única que fomentaba la conversación y el debate en los hogares nicaragüenses, según el periodista.

Las investigaciones de La Prensa

La Prensa sigue contando Nicaragua, desde dentro y desde el exilio
La rotativa del diario La Prensa en una fotografía de archivo en 2021. EFE/Divergentes

El periódico tiene una larga tradición en el periodismo de investigación. Desde los tiempos de Arnoldo Alemán hasta la actualidad, el periódico ha sido reconocido por su valiente labor a la hora de exponer actos ilícitos que han afectado a la sociedad y al erario público.

Durante el Gobierno del expresidente Arnoldo Alemán, este medio fue el primero en exponer casos de corrupción, como el escándalo de “Los checazos” (cheques fraudulentos), convirtiéndose en un referente del periodismo investigativo en Nicaragua.

Con la publicación del caso de “Los checazos” se reveló cómo el exdirector general de Ingresos, Byron Jerez Solís, ordenó emitir notas de crédito a la Empresa Nicaragüense de Telecomunicaciones (Enitel), a través de la Dirección General de Ingresos (DGI), para luego convertir en cheque las notas de crédito y pagar con dinero en efectivo hasta 46 millones de córdobas a empresas, sociedades y personas naturales relacionadas con el exfuncionario, durante el período 1998-2000.

“En un tiempo en el que las redes sociales aún no eran predominantes, el impacto de las investigaciones de La Prensa permitían generar un debate público y cuestionar las fallas del sistema, exponiendo la corrupción y promoviendo una mayor transparencia en el manejo de los recursos del Estado”, explicó Gabriela, quien agregó que, en aquel momento, el periódico brindó un espacio para que la ciudadanía denunciara anomalías además de servir de voz a funcionarios públicos que deseaban exponer irregularidades públicas.

De aquel tiempo, Gabriela asegura que era mucho mejor por la posibilidad de entrevistar a funcionarios y acceder a información más abierta en comparación con la actualidad. Los periodistas desarrollaban un plan de trabajo, recolectaban información y contaban con un edificio reconocible donde las fuentes podían llegar a denunciar.

“Esta cercanía física permitía establecer un contacto directo y personal con las fuentes, brindando confianza y facilitando el intercambio de información relevante”, comentó esta periodista, que habló con DIVERGENTES bajo seudónimo por motivos de seguridad.

No obstante, es importante señalar que el ejercicio del periodismo de investigación siempre ha sido arriesgado y ha estado bajo la vigilancia de los poderosos. Aunque hubo desafíos en ese tiempo, la situación actual presenta diferencias abismales debido a la persecución y el acoso que enfrenta la prensa independiente, así como las limitaciones impuestas por la pandemia. En la actualidad, la recolección de información y la denuncia se han vuelto más impersonales, realizándose a través de pantallas y redes sociales, lo que dificulta el contacto directo y el eco de las denuncias.

“Durante el Gobierno de Enrique Bolaños, La Prensa se enfocó en informar sobre las malas ejecuciones de proyectos gubernamentales y la subejecución presupuestaria. A través de sus investigaciones, el periódico puso al descubierto casos de mala gestión y falta de transparencia en la implementación de proyectos, lo cual implicaba un desperdicio de recursos y un perjuicio para los nicaragüenses. Estas revelaciones contribuyeron a desmitificar la imagen de un gobierno impecable y resaltaron la necesidad de una mayor rendición de cuentas”, afirmó Gabriela.

En 2007, explicó la periodista, La Prensa también jugó un papel crucial al investigar los primeros actos de corrupción del régimen Ortega – Murillo. El periódico denunció la expansión del grupo Alba y reveló que el acuerdo petrolero entre Nicaragua y Venezuela fue manipulado por la familia Ortega-Murillo en beneficio propio. El acuerdo estatal, que resultó ser un arreglo privado entre la familia en el poder y el Gobierno venezolano, impactó en la opinión pública y socavó la confianza en el gobierno.

Ese trabajo de fiscalización fue uno de los principales motivos por el cual el régimen decidió reducir a la mínima expresión el impacto de La Prensa en la población nicaragüense. No solo fue el aumento de impuestos, sino la retención del papel y posteriormente la persecución a periodistas, directivos y, finalmente, la confiscación del edificio donde se imprimía el periódico.

“Lo que hizo esta dictadura no lo ha hecho ningún otro régimen represivo que haya existido en la historia de Nicaragua, o sea, ninguno persiguió tanto al periodismo independiente como lo ha hecho el orteguismo. La Prensa, en la época de Somoza, sufrió ataques violentos, pero nunca fue confiscada, ni expropiada como ahora. El deseo del gobierno sandinista era hacerla desaparecer y quitarse de encima un referente de periodismo”, expone Gabriela, quien asegura que, a pesar de la represión, el régimen no ha conseguido desaparecer a la “República de Papel”, como califican a La Prensa.

Trabajando en el exilio

La Prensa sigue contando Nicaragua, desde dentro y desde el exilio
Fotografía del 12 de agosto de 2021 que muestra la última portada del diario La Prensa debido a que el gobierno de Nicaragua retuvo su papel. Archivo/EFE/Divergentes

A pesar de los esfuerzos del régimen por debilitar y silenciar a La Prensa, el periódico ha mantenido su profesionalismo y compromiso con la libertad de expresión, aunque ahora se hace desde el exilio. 

Rubén es un periodista de La Prensa que tuvo que exiliarse y actualmente trabaja en Costa Rica. Confesó a DIVERGENTES que es complicado hacer periodismo desde afuera, pero que es la opción que tienen para continuar cumpliendo con esa labor de servicio con la que creció mientras hacía el trabajo de reportería en el país.

“Estar lejos te afecta en cuanto a que no podés estar cuando ocurren los hechos, por ejemplo. Hay limitación para conocer fuentes, no es como antes cuando ibas a un mercado o súper y podías percatarte cómo afectaba el incremento de precios en la canasta básica”, expresó como ejemplo.

Rubén, sin embargo, considera que las redes sociales y el avance de las nuevas tecnologías permiten solventar algunas de las deficiencias que tienen desde el exilio. Por ejemplo, hablar con las fuentes es más seguro vía Telegram o WhatsApp, u obtener fotos de hechos que son compartidas por usuarios de redes que continúan creyendo en el trabajo de los y las periodistas.

“Yo quiero regresar al país pero es complicado por la persecución que tenemos todos los que trabajamos en La Prensa. Espero que un día podamos volver y hacer periodismo como antes, o incluso mejor gracias a las nuevas tecnologías”, manifestó.

Por otro lado, Enríquez, también en el exilio, recuerda con mucha nostalgia su última etapa en La Prensa. Durante esos años fue editor de varias secciones. Por su computadora pasaron cientos de notas escritas por colegas que contaron cómo el régimen sandinista reprimió y encarceló a los manifestantes que se oponían a la dictadura. “Me tocó armar la primera página del impreso que trató sobre el asesinato de una familia entera en el barrio Carlos Marx, en Managua. Un hecho sumamente doloroso”, expresó a DIVERGENTES.

“El régimen ha perdido credibilidad y apoyo, mientras intenta magnificar su discurso mediante cuentas falsas en redes sociales”, dice Enríquez, quien confesó que, cuando observaba las imágenes de la confiscación del edificio de La Prensa, lejos de desanimarse, entendió dos cosas muy importantes sobre el trabajo del medio de comunicación: “Uno, que La Prensa va a seguir pese a las adversidades y que ya es parte de la conciencia y la historia nacional. Dos, que concitaron un respeto y una admiración que, lejos de disminuir, ha seguido creciendo por su compromiso de contar lo que ocurre en el país”.


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