Gracias a los países miembros de la Organización de Estados Americanos, al Secretario General, Luis Almagro, y a la CIDH por haber contribuido a mi excarcelación y a la de muchas otras presas y presos políticos nicaragüenses; a los gobiernos de Estados Unidos y Guatemala por facilitar un puente humanitario y acogida. A España por ofrecer su nacionalidad a quienes nos ha sido arrebatada.
Hoy, después de 15 días de secuestrado por fuerzas policiales, Julio Antonio Quintana Carvajal, abogado de 66 años, de la ciudad de León, en Nicaragua, continúa desaparecido, junto a más de 30 personas apresadas en las últimas dos semanas por órdenes de la dictadura de la familia Ortega Murillo. No es la primera vez que es apresado por razones políticas. Siendo estudiante universitario fue capturado por órdenes de la dictadura somocista, encarcelado y sometido a torturas que le provocaron una fractura costal, quemaduras por los cigarros encendidos que le aplicaban y una lesión cerebral con secuelas de pérdida de sensibilidad en la mitad del cuerpo. A Julio le está pasando de nuevo.
En el continente, otras personas presas de conciencia han sido encerradas sin dar cuenta de ellas. Rocío San Miguel es venezolana y defensora de derechos humanos. Fue secuestrada desde febrero de este año. Finalmente ha sido mostrada al público hace dos días, en un espectáculo prefabricado, con evidente deterioro en su salud. El líder indígena miskito Brooklyn Rivera lleva desaparecido más de un año.
La prisión política que hoy sufren miles de personas en el continente americano, el confinamiento en solitario, las torturas físicas, psicológicas, emocionales y alimentarias, el abuso sexual, la extorsión, hostigamiento y asedio a las familias, son heridas abiertas. Es el precio que cobran los regímenes autoritarios por el rechazo social a la liquidación de libertades y derechos, el mecanismo que se utiliza para implantar el miedo como forma de control social. Y se usa sin límites.
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En las cárceles de Nicaragua, Venezuela y Cuba actualmente hay niños y ancianos presos; jóvenes, mujeres embarazadas o que amamantaban a su hijo, cuyo delito ha sido pensar, querer y demandar condiciones dignas de vida, disfrute de sus derechos humanos esenciales. Oportunidades, democracia, resultados electorales exactos, libertad de culto, libertad de expresión, de organización y de movilización.
Hay presas y presos políticos cuando la democracia está en crisis o colapsada por el ascenso o establecimiento de regímenes autoritarios. Esa es una realidad actual en el continente.
Pasé 20 meses en confinamiento en solitario. Despertaba en las noches cuando sacaban de las celdas vecinas a otros presos para el interrogatorio y, solamente, podía volver a dormir cuando regresaba. Tenía temor a que nunca volviera o que lo llevaran en condiciones deplorables. Pensé entonces en el terrible sufrimiento de mujeres y hombres que sufrieron prisión por las dictaduras militares en el sur del continente, durante las últimas décadas del siglo pasado, cuando veían llevarse a otras personas presas con la certeza que jamás volverían… que jamás aparecerían con vida. Personas de quienes no dejaron rastro. No puedo ni imaginar ese dolor, porque me duele.
El confinamiento en solitario es una tortura brutal que no debería ser impuesta a nadie, durante ningún período de tiempo. Está diseñado para fracturar la integridad mental de las personas presas, someterlas o llevarlas al suicidio. En Nicaragua, Marvin Vargas lleva seis años en esa condición y el obispo, monseñor Rolando Álvarez, estuvo nueve meses aislado. En Cuba, Yunaikis Linares Rodríguez y Sissi Abascal se encuentran aisladas, pese a su disminuida condición de salud.
Nada de lo que he dicho es desconocido. La cifra de presas y presos políticos se eleva y nos demanda urgencia de actuación.
Es necesario desarrollar tolerancia cero frente a la prisión política y a los gobiernos o regímenes que la imponen. Tolerancia cero para quienes secuestran, enjuician y condenan a personas por lo que piensan o desean. Tolerancia cero frente a la tortura, a quienes la practican y ejecutan. Tolerancia cero para el confinamiento en solitario. Tolerancia cero frente al profundamente doloroso desfile de presos políticos que mueren en las cárceles, en condiciones y circunstancias jamás esclarecidas.
Se necesita tolerancia cero desde los gobiernos, las organizaciones y movimientos sociales y los medios de comunicación. Tolerancia cero, sin peros, sin excusas, sin justificaciones. No es aceptable volver la cara hacia otro lado, cuando se trata de graves violaciones a los derechos humanos.
Hoy, hay más de 3,167 personas presas políticas en el continente americano. En Nicaragua, desde 2018 a la fecha, las organizaciones de derechos humanos que trabajan ahora desde el exilio han registrado el paso de más de 5,000 personas por las cárceles de la dictadura, a quien los comunicados pareciera importarles poco.
Pese a lo que digan los carceleros, sí les importa el monitoreo y vigilancia de los organismos de derechos humanos, la excelente actuación de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos y de la Corte Interamericana de Derechos Humanos, la sanción internacional y el constante recordatorio de lo que hacen.
Esas voces, las voces de ustedes, todas las que demandan el fin de la prisión política son una compañía y un aliento, cuando se está en una cárcel. Por favor, mantengan esas voces elevadas y constantes.
Nuestro desafío es terminar con la prisión política.
Un día más tarde es mucho.
Tenemos que lograr que todas las personas presas de conciencia sean liberadas, no simplemente excarceladas o desterradas; que todas las cárceles de presos políticos sean cerradas, que las libertades y derechos políticos sean plenamente ejercidos por cada ciudadano y ciudadana de este continente.
* Palabras de la excarcelada política Dora María Téllez ante el Consejo Permanente de la Organización de Estados Americanos (OEA) este 11 de diciembre de 2024.
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Dora María Téllez
Nicaragüense, historiadora, política y activista por derechos humanos. Comandante guerrillera, vicepresidenta del Consejo de Estado; ministra de Salud y diputada en la Asamblea Nacional durante la revolución sandinista. Opositora al régimen autoritario de la familia Ortega Murillo, fue apresada durante 20 meses; excarcelada y desterrada a los Estados Unidos en febrero de 2023. Fundadora y expresidenta de Unamos. Es autora de diversas publicaciones, entre ellas: ¡Muera La Gobierna! (1999) y coautora de El Café de Nicaragua (2014). En 2022, fue distinguida por el gobierno del País Vasco con el Premio René Cassin de Derechos Humanos. Le han sido concedidos doctorados en la Universidad de Helsinki (2011) y la Nueva Sorbona de Paris (2022).