“Suspensión” de relaciones con el Vaticano hunde por completo al régimen en el aislamiento

A través de la Cancillería, el régimen “suspendió” las relaciones con la Santa Sede, después de que el papa Francisco tildó a Ortega-Murillo de ser una “dictadura grosera” y “hitleriana”. Analistas aseguran que con esta medida, el oficialismo se está negando a pertenecer a países donde se respeta la libertad religiosa, y deja en mayor indefensión a la Iglesia Católica

Los grandes imitadores del fascismo
Dictador Daniel Ortega durante un acto público. Foto de Presidencia

La decisión del régimen de Daniel Ortega y Rosario Murillo de “suspender” las relaciones diplomáticas con el Estado Vaticano es considerada por analistas políticos un “hecho grave”, porque cierra cualquier posibilidad de diálogo y búsqueda de soluciones a la crisis sociopolítica que vive Nicaragua. Además, profundiza más el aislamiento internacional de la dictadura y atenta contra la libertad religiosa y deja en mayor indefensión a la ya perseguida Iglesia Católica.

Después de más de un siglo de amistad entre el Vaticano y Managua, este domingo la administración sandinista, a través del Ministerio de Relaciones Exteriores, solicitó a la Santa Sede suspender las relaciones, dos días después de que el papa Francisco brindó una entrevista al medio Infobae, en la que calificó a Ortega-Murillo de ser una “dictadura grosera” y “hitleriana”.

José Dávila, analista político y exembajador de Nicaragua, plantea que con esta “extrema” decisión la pareja presidencial está mandando una señal “inequívoca” de rechazo a pertenecer a los países donde se respeta la libertad religiosa, y se une a naciones ateas, comunistas o musulmanes que rechazan la amistad de la Santa Sede.

“Suspender relaciones diplomáticas con un país, es un hecho grave, pero suspender relaciones con la Santa Sede adquiere un nivel de escándalo diplomático mundial, debido al carácter de universalidad del Estado Vaticano”, señala el exdiplomático, quien advierte que esto podría elevar a niveles insospechados el “repudio mundial” de la dictadura.

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Las declaraciones del papa Francisco sorprendieron el 10 de marzo. Al ser preguntado por la persecución gubernamental a la Iglesia, el líder del catolicismo refirió que hay un “desequilibrio de la persona que dirige (Ortega y Murillo)”. “Es una cosa que está fuera de lo que estamos viviendo, es como si fuera traer la dictadura comunista de 1917 o la hitleriana del 35, traer aquí las mismas… Son un tipo de dictaduras groseras”, señaló.

Pedro Fonseca, experto en relaciones exteriores e internacionalista, expone que esta suspensión podría suponer un riesgo para la Iglesia Católica de Nicaragua, y lo ejemplifica con lo ocurrido en China en 1951, cuando el gobierno comunista rompió relaciones con la Santa Sede, y seis años después estableció su propia organización católica controlada por el Estado. “Desde entonces, el gobierno chino ha insistido en que la Iglesia Católica debe estar completamente controlada por el Estado y ha perseguido a los católicos que no aceptan su autoridad”.

Fonseca se muestra sorprendido y asegura que ni en lo más álgidos del “oscurantismo socialista” de los años 80 en Nicaragua se llegó a ejecutar una medida de este nivel. “No cabe la menor duda de que, especialmente en Nicaragua, ha sido de vital importancia la presencia de la Santa Sede, el mensaje de la figura del papa y los valores promovidos por la Iglesia en los numerosos procesos de transición política y en la búsqueda constante de la tan ansiada paz”.

El exembajador de Nicaragua ante la Organización de Estados Americanos (OEA), Arturo McFields, dice por su parte que la dictadura se está lanzado al abismo con esta decisión. “Nicaragua es la primera dictadura de las Américas que rompe relaciones con el Vaticano en el presente siglo. Ni Venezuela o Cuba (con 64 años de dictadura) habían cometido un suicidio diplomático de este nivel”. 

Iglesia en indefensión

“Suspensión” de relaciones con el Vaticano hunde por completo al régimen en el aislamiento
Monseñor Rolando Álvarez, obispo de Matagalpa. Foto: Cortesía

El internacionalista cree que, si bien esta medida representa un golpe directo a la Iglesia Católica, las consecuencias también la pueden resentir la sociedad en general, debido a que esta acción atenta contra los principios de la libertad religiosa y los principios fundamentales de los derechos humanos. En Nicaragua, un 41% de la población profesa la religión católica, según la firma costarricense Cid Gallup.

“El mensaje que se transmite al mundo es de que la dictadura no se ayuda, ni se deja ayudar. Con este hecho, también se ponen en evidencia las profundas contradicciones sobre las cuales se ha constituido la peor de las estructuras dictatoriales hasta ahora conocidas en Nicaragua”, complementa Fonseca.

José Dávila coincide con el planteamiento de Fonseca, y añade que, con esta decisión, monseñor Rolando Álvarez, a quien el régimen le quitó la nacionalidad y lo condenó a más de 26 años de cárcel, podría quedar en mayor indefensión, aunque no descarta que eso provoque más rechazo y desprestigio a la dictadura.

Por su parte, la socióloga Haydée Castillo califica de “torpe” y “desesperada” la suspensión de estas relaciones. “Aquí queda en evidencia que el régimen ha quedado al desnudo como un régimen criminal, que abortó completamente la democracia, el Estado de derecho, el orden constitucional, que viola flagrantemente los derechos humanos. Estos han sido meses en los que el régimen prácticamente va perdiendo la batalla”, dice Castillo.

La socióloga opina que con las recientes declaraciones del papa Francisco sobre Ortega, quedó evidenciado el hartazgo de los organismos e instituciones diplomáticas a las medidas represivas de la dictadura, y han comenzado a perderle el respeto y darle espaldarazos.

Aunque aún no existe una ruptura oficial de las relaciones diplomáticas entre Managua y Roma, el portal de noticias Vatican News, informó que el régimen solicitó al Vaticano el cierre de sus respectivas sedes y el retiro de los representantes diplomáticos.

Ataques permanentes

“Suspensión” de relaciones con el Vaticano hunde por completo al régimen en el aislamiento
Feligreses de la iglesia San Miguel Arcángel durante una celebración de la bajada de la imagen con la cofradía, en Masaya (Nicaragua). Archivo EFE

Desde el 2018 el régimen Ortega-Murillo mantiene una agresión permanente en contra de la Iglesia y sus principales líderes, por tomar una postura crítica a su deriva autoritaria. De hecho, hace exactamente un año el Gobierno expulsó al nuncio apostólico, Waldemar Stanislaw Sommertag.

Sin embargo, la situación contra sacerdotes y obispos se agudizó en los últimos dos años, cuando arrestó y expulsó del país a curas y líderes religiosos. El punto álgido de la escalada sucedió tras el arresto de monseñor Rolando Álvarez. Como castigo por no aceptar a irse al destierro junto a un grupo de 222 presos políticos, el prelado fue trasladado a una cárcel de máxima seguridad conocida como “La Modelo”.

El pasado 21 de febrero, Ortega compareció públicamente para arremeter en contra del catolicismo, tildando a sus sacerdotes, obispos y el mismo Vaticano de ser una “mafia” que no permite que los católicos elijan por voto directo al papa y los cardenales.

“¿Qué respeto le puedo tener a los obispos que he conocido en Nicaragua, si eran somocistas? Era un niño cuando pasó el funeral de (Anastasio) Somoza (García, en 1956) y los obispos enterraron a Somoza como príncipe de la Iglesia, es decir como si era un cardenal de la Iglesia Católica”, espetó el dictador.


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