24 personas de la tercera edad que se encuentran privadas de libertad por motivos políticos, tienen enfermedades crónicas que se agravan cada vez más y por las cuales no reciben atención médica. La vida de estos adultos mayores corren peligro en las cárceles de la dictadura de Daniel Ortega y Rosario Murillo, advierte el Mecanismo para el Reconocimiento de Personas Presas Políticas en su último informe.
Algunas de las enfermedades no atendidas son hipertensión, diabetes, párkinson y alergias debido a las condiciones insalubres de sus celdas. Los pocos reos de conciencia que son atendidos no reciben tratamientos médicos de calidad, eficientes y oportunos para sus enfermedades crónicas.
El Mecanismo destaca que si bien las personas de la tercera edad han sido los que más deterioro de salud han tenido, las condiciones de salud se han agravado para todos los presos y presas políticas en el último mes.
“Durante el mes de junio, las condiciones carcelarias de los presos políticos en Nicaragua continuaron siendo alarmantes. A pesar de las reiteradas exigencias de la comunidad nacional e internacional, familiares y organizaciones de derechos humanos, para mejorar las condiciones de detención, persiste una situación crítica dentro de las celdas”, señala.
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El informe de junio contabiliza 137 personas presas políticas hasta el 30 de junio de este año, 24 mujeres y 123 hombres; y a más de 100 personas se encuentran bajo el control de firmas periódicas en las distintas estaciones policiales del país.
De las 137 personas detenidas, 112 tienen condena, 16 están en proceso judicial y 9 no han sido acusados o se desconoce la acusación por la que han sido imputadas, lo que constituye una violación al principio del debido proceso, expresa el organismo.
Personas detenidas sufren negligencia médica
Las condiciones de salud en general “son deplorables”, señala el Mecanismo. Además de las enfermedades antes mencionadas, los presos también sufren insuficiencia renal, gastritis y cegueras que no han sido tratadas.
De acuerdo con denuncias reportadas a la organización, la negligencia médica ha llegado al punto que uno de los presos políticos ha sufrido múltiples derrames cerebrales, pero no ha sido atendido adecuadamente. Las autoridades penitenciarias tampoco informaron a sus familiares sobre su estado de salud de forma oportuna.
Esto “agrava la violación de sus derechos humanos y puede tener repercusiones irreversibles”, expone el Mecanismo, quienes decidieron no revelar la identidad de la persona por seguridad de su familia.
Además, las autoridades penitenciarias niegan el acceso a agua potable a las personas detenidas, y les proveen alimentos en mal estado, lo cual provoca en las personas enfermedades estomacales y el deterioro de su salud.
“La falta de profesionalismo y la negligencia del personal penitenciario contribuyen al deterioro de la salud mental y emocional de los detenidos”, manifiesta el organismo.
Continúan tratos crueles, inhumanos y degradantes
También denunciaron la práctica de ocultamiento en el caso de un preso político que fue fuertemente golpeado por custodios dentro de su celda, y del que no se brindó ningún tipo de información sobre su salud a su familia.
De acuerdo con familiares, los hombres encrcelados en el Sistema Penitenciario Jorge Navarro, conocido como La Modelo, sufren tratos crueles e inhumanos al recibir tortura psicológica y física. Algunos presos son obligados a permanecer a en posiciones específicas durante horas, y son golpeados y humillados si se mueven.
Las autoridades penitenciarias también colocan en las mismas celdas a presos políticos y a presos de alta peligrosidad. Según las denuncias, los presos de alta peligrosidad reciben órdenes explícitas de agredir verbal y físicamente a los presos políticos. Estas personas también les roban sus pertenencias y los someten a tratos degradantes que atentan contra su integridad y vida.
Mujeres se encuentran en aislamiento
De las 24 presas políticas mujeres, al menos 10 se encuentran en celdas totalmente aisladas y empernadas hasta el techo, y una se encuentra en confinamiento solitario.
El aislamiento prolongado tiene serias consecuencias tanto físicas como sociológicas en las detenidas. Los familiares de las personas temen que sufran trastornos de salud mental como depresión, ansiedad y estrés postraumático.
Las condiciones de salud de las mujeres son similares a las del resto de los presos políticos, ya que tampoco tienen acceso a atención médica adecuada.
“La separación de sus familias y redes de apoyo socavan su bienestar general, creando un ambiente de desesperanza y vulnerabilidad. En conjunto, estas condiciones no solo violan sus derechos humanos básicos, sino que también buscan quebrantar su espíritu y silenciar sus voces”, denuncia el Mecanismo.