La venganza Ortega-Murillo contra los jesuitas: traición, persecución religiosa y sometimiento

Mientras el sacerdote jesuita José María Tojeira asegura que los ataques de la dictadura de Daniel Ortega y Rosario Murillo contra la Compañía de Jesús se deben a la persecución contra la Iglesia Católica y por la libertad de pensamiento de sus instituciones, otros piensan que se debe a su vinculación en los años ochenta y su posterior separación


“Las dictaduras se destruyen a sí mismas, pero las instituciones de la Compañía de Jesús son más duraderas”, dice a DIVERGENTES el sacerdote jesuita José María Tojeira, exrector de la Universidad Centroamericana José Simeón Cañas y actual vocero de la Provincia Centroamericana de la Compañía de Jesús.

De acuerdo con Tojeira, los ataques de la dictadura de Daniel Ortega y Rosario Murillo contra la orden jesuita forman parte de la persecución religiosa que mantiene el régimen contra la Iglesia Católica, por su posición contra las violaciones a los derechos humanos cometidas desde 2018.

“Veíamos toda la actitud en contra de la Iglesia: el obispo Álvarez detenido, los enfrentamientos, la ruptura de relaciones diplomáticas con la Santa Sede, la expulsión del nuncio… Todo este tipo de problemas tan fuertes como los sacerdotes detenidos y despojados de la nacionalidad, lo que es una violación muy grave de los derechos humanos”, señala.

A esto se suma el rechazo de la dictadura contra el pensamiento libre, dice el sacerdote. Pues la orden jesuita promovía la libertad de pensamiento y la libertad de cátedra a través de sus instituciones educativas, siendo una de ellas la Universidad Centroamericana (UCA).

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“Hay una tendencia de todos los regímenes autoritarios de enfrentarse contra el pensamiento libre. Las universidades son generadoras de conocimiento, despiertan la consciencia crítica a través del conocimiento y producen un pensamiento libre, en general. Aquí se ha cerrado una universidad precisamente por eso: porque se odia el pensamiento libre”, expresa.

Sin embargo, los motivos de los ataques de la dictadura contra los sacerdotes de la Compañía de Jesús podrían ser subyacentes y remontarse en la década de los ochenta y los noventa, cuando los sacerdotes jesuitas apoyaron abiertamente a la Revolución Popular Sandinista y después se desligaron cuando el Gobierno de Ortega perdió las elecciones.

Esto mismo ocurrió con otros movimientos sociales a los cuales Ortega ha calificado como “traidores”, ya que apoyaron la lucha sandinista contra la dictadura de la familia Somoza, pero también retiraron su apoyo cuando el Frente Sandinista no quiso democratizarse y dejar la guerra atrás.

Según Luciano García, presidente de la organización Hagamos Democracia y exalumno del Colegio Centro América (CCA) -colegio dirigido por la Compañía de Jesús-, la dictadura ve a los jesuitas como “traidores”, y puede ser una pasada de cuentas por haberles dado la espalda tantos años atrás.

De aliados a desconocidos

La venganza Ortega-Murillo contra los jesuitas: traición, persecución religiosa y sometimiento
El padre Fernando Cardenal, jesuita, junto a los sandinistas gobernantes en los ochenta.

La Compañía de Jesús siempre se ha caracterizado por su posicionamiento a favor de los derechos humanos y su denuncia contra las injusticias, respondiendo siempre a su lema “amar y servir”. 

En Centroamérica durante las dictaduras militares de los años setenta y ochenta, los sacerdotes jesuitas estuvieron más presente que nunca, muchas veces como impulsores de diálogos y negociación para que la violencia, tanto de los Estados como de las guerrillas, pudiesen acabar.

Nicaragua no fue la excepción. Ante las violaciones a derechos humanos cometidas por la familia de los Somoza, la Iglesia mantenía una constante denuncia contra los atropellos hacia la ciudadanía. Y cuando el movimiento guerrillero sandinista derrocó a la añeja dictadura, distintos sacerdotes, entre ellos jesuitas, simpatizaron con sus ideales a favor de las personas en situación de pobreza y profesaron abiertamente la teología de la liberación.

La teología de la liberación es una corriente de pensamiento religiosa en la que se da preferencia a las personas en situación de pobreza. Los sacerdotes de la UCA José Simeón Cañas en El Salvador fueron uno de sus mayores exponentes en la década de los ochenta, entre ellos estaba Ignacio Ellacuría, S.J., rector de la UCA que fue asesinado en 1989 junto con otros cinco jesuitas más y dos mujeres. El sacerdote Tojeira vivió de primera mano ese atentado. 

Mientras que en Nicaragua se destacaba el jesuita Fernando Cardenal, quien fue ministro de educación entre 1984 y 1990, coordinador nacional de la Cruzada Nacional de Alfabetización y vicecoordinador de la Juventud Sandinista, entre otros cargos. Otros sacerdotes que dirigían instituciones jesuitas también compartían esta corriente de pensamiento y muchos tenían posturas totalmente sandinistas, recuerda Luciano García. 

“El Colegio Centro América fue uno de los espacios de los jesuitas más sandinistas. Había una preferencia por los estudiantes involucrados en la Revolución y un rechazo por los que no la apoyamos. Incluso permitían las agresiones de estos chavalos sandinistas contra los que nos oponíamos”, relata García. La posición de los sacerdotes jesuitas del CCA era a tal punto que decidieron no renovarle la matrícula para que no continuara estudiando.

Otras instituciones como la UCA también sirvieron como espacios políticos para estudiantes sandinistas, asegura, aunque no era extraño en el contexto de la reciente victoria contra el somocismo.

Compañía de Jesús desmantelada

La venganza Ortega-Murillo contra los jesuitas: traición, persecución religiosa y sometimiento

Sin embargo, tanto involucramiento político tuvo sus consecuencias. El jesuita Fernando Cardenal y otros cinco sacerdotes, Ernesto Cardenal, Miguel d’Escoto y Edgard Parrales, fueron suspendidos de su ejercicio sacerdotal por el papa Juan Pablo II en 1984. Y tras la derrota electoral de Ortega en las elecciones de los años 90, finalmente la orden jesuita volvió a retomar su posicionamiento independiente en el país.

Aunque el vocero jesuita, José María Tojeira S.J., no quiso relacionar los actuales ataques de la dictadura Ortega-Murillo a la orden con su vinculación en los años ochenta, asegura a DIVERGENTES que el régimen es otra dictadura que “va a pasar”.

“Las instituciones de la Compañía de Jesús son más duraderas. No es que no tengamos pecados o que no tengamos errores, pero no tenemos esa brutalidad de auto referencia y de imposición de criterios a todo lo que nos rodea. Tratamos de dialogar y de caminar como pecadores que quieren seguir a Jesús dentro del camino de la vida”, indica.

La UCA fue protagonista del inicio de las protestas iniciadas en 2018 por los incendios en la Reserva Biológica Indio Maíz y las reformas al Seguro Social. La universidad, secundada por la Compañía de Jesús, también denunció las violaciones a derechos humanos cometidas por la dictadura en el marco de las manifestaciones.

En 2019 la universidad fue acosada por antimotines debido a las protestas cívicas que se realizaban en el interior del campus; en 2022 fue expulsada del Consejo Nacional de Universidades (CNU) y le fue retirado el 6 % del Presupuesto General de la República otorgado para la educación superior.

La universidad fue finalmente confiscada y ordenada a dejar de funcionar por supuestamente funcionar como “un centro de terrorismo”, de acuerdo con el oficio emitido por el Juzgado Décimo Distrito de lo Penal de Nicaragua de la Circunscripción de Managua; fue reemplazada por la Universidad Nacional Casimiro Sotelo Montenegro, según el acuerdo ministerial 104-2023-OSFL

La Compañía de Jesús también fue despojada de su personería jurídica y de sus bienes muebles e inmuebles el pasado 23 de agosto, tras la aprobación del  Acuerdo Ministerial 105-2023-OSFL.

De acuerdo con Tojeira, actualmente la mayor preocupación de los jesuitas es la expulsión y detención de sus miembros que todavía están en el país. “Dada la ausencia prácticamente total de Estado de derecho en Nicaragua cualquier cosa puede esperarse, pero los jesuitas continúan en sus puestos de trabajo en medio de las dificultades”, expresa.


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