Medardo Mairena se dio a conocer al ser el tercer coordinador del Movimiento Campesino, agrupación que se opuso al megaproyecto del canal interoceánico impulsado por Daniel Ortega y el empresario chino Wang Jing. Mairena es uno de los siete precandidatos presidenciales que la dictadura mantiene en la cárcel. Fue encarcelado por segunda vez desde que en 2018 lo sentenciaron a 216 años de prisión.
El rostro de Medardo Mairena es descrito como apacible para la mayoría de las personas que lo conocen, incluso para aquellos que podrían considerarse como sus detractores. “No tiene malicia alguna, pero…” Y ahí está la contradicción. “Pero se ha juntado con gente que ha querido aprovecharse de él”, dice una fuente del Movimiento Campesino, agrupación a la que pertenecía el candidato opositor que hoy permanece encarcelado por el régimen de Daniel Ortega y Rosario Murillo por segunda vez.
En el campo, la figura de Mairena está llena de luces y sombras. Todos reconocen su enorme liderazgo, y opinan que podría ser un buen representante de los agricultores en la política nacional, pero su acercamiento a partidos políticos tachados como “colaboracionistas” ensombrece la imagen del líder campesino. Uno de sus mayores hitos fue haber organizado a toda su comunidad en Punta Gorda, ubicado en el Caribe Sur de Nicaragua, tras saber que la concesión para construir un canal interoceánico, cedida por Ortega al empresario chino Wang Jing, afectaría sus tierras. “En su momento los campesinos creímos que el proyecto era bueno, todo muy bonito. Pero en diciembre de 2014 empezamos a despertar y nos encontramos que la ley canalera nos quitaba nuestras propiedades y se las cedía al chino”, dijo una vez el campesino a una radio local.
“Sí pienso que puede ser una persona que represente muy bien a los campesinos de Nicaragua”, dice Henry Ruíz, uno de los líderes del Movimiento Campesino. “Cada quien tiene sus cualidades, y creo que Medardo tiene varias, pero se ha juntado con políticos mafiosos, ellos han querido sacar provecho de él. Yo creo que el campesino en el fondo es inocente. Sé que él no es malo”, agrega.
Medardo Mairena anunció su candidatura presidencial en un hotel capitalino rodeado de policías. La proclama llegó días después de que renunciara a su cargo de coordinador del Movimiento Campesino. Así se convirtió en el primer campesino en aspirar a la presidencia de Nicaragua en un contexto represivo. La Policía Nacional llevaba meses custodiando a Mairena, con el fin de controlar sus pasos.
El anuncio de su candidatura no estuvo exenta de críticas. Muchos recordaron el pasado de Mairena y el vínculo con el Partido Liberal Constitucionalista (PLC) que marcó su vida para bien y para mal. “La unidad no está en un partido político. El interés de nosotros es luchar por unir a todos los sectores. Por supuesto que ese es el interés de los campesinos. Aunque somos liberales, no significa que vamos a estar defendiendo los intereses de un partido o de una organización”, dijo a DIVERGENTES para la serie Presidenciables.
Además de su pasado político, los detractores de Mairena le cuestionaron sobre su idoneidad para un cargo político debido a que llegó hasta segundo año académico. Como suele pasar en las zonas rurales del país, el líder campesino se dedicó a las faenas agrícolas hasta sus 16 años, edad a la que empezó sus estudios. Ante estas posturas también tenía una respuesta: “No me enfrento y puedo culpar por qué nosotros en el campo no hemos tenido una educación de calidad. Así como yo he vivido, muchos campesinos hemos pensado en superarnos”, dijo el precandidato, víctima en el fondo de una jugarreta política de corte clasista, al anularlo como candidato por su nivel de educación. Algo que se vio reflejado en el mecanismo de selección del anulado partido Ciudadanos por la Libertad (CxL), el cual uno de sus parámetros era la preparación académica, minando las posibilidades del líder campesino.
El líder campesino tuvo un papel protagónico durante el primer diálogo nacional entre la Alianza Cívica por la Justicia y la Democracia con el régimen. Llegó a la mesa como representante del Consejo Nacional en Defensa del Lago, la Soberanía y la Tierra, que reúne a los campesinos que durante cuatro años han venido exigiendo la derogación de la Ley 840. Las sesiones a las que el régimen había accedido tenían el fin buscar una salida a la crisis sociopolítica que vive el país desde abril de 2018.
“Quiero que sepa, señor presidente, que son los campesinos los que están exigiendo justicia, porque hemos reclamado justicia desde muchos escenarios y no hemos sido escuchados. Nos hemos unido a respaldar a los jóvenes. No tenemos armas, somos un cuerpo civil”, le dijo a Ortega, el 15 de mayo de 2018, durante la primera sesión.
Poco menos de un mes después fue encarcelado. El 13 de julio iba a salir del país junto a Pedro Mena y otros miembros del Movimiento Campesino. Fueron retenidos por los agentes de migración y luego entregados a la Policía Nacional. La Fiscalía los acusó de ser los autores intelectuales de un ataque ocurrido un día antes en la delegación policial de Morrito, en la que murieron cuatro policías y un profesor. Para esa fecha, los líderes campesinos participaban en una marcha, en Managua.
Durante la medianoche del 17 de diciembre, en un controversial juicio a puertas cerradas, Mairena fue declarado culpable y condenado a 216 años de cárcel. Una sentencia sin parangón, aunque simbólica, porque la Constitución Política de Nicaragua establecía en ese momento que ningún reo podía tener una pena máxima de 30 años. Con la incorporación de la cadena perpetua en la Carta Magna, el régimen tiene todos los instrumentos jurídicos para aplicar sentencias como las de Mairena cuando los delitos sean considerados “inhumanos y degradantes”.
En junio de 2019 fue liberado bajo la invocación de una Ley de Amnistía que en el fondo dejaba los crímenes de abril en la impunidad. Pero el acoso y las amenazas no pararon. Los policías lo seguían a todas partes, la custodia era permanente, hasta el día de su segundo arresto, el cinco de julio de 2021.
El régimen ejecutó una nueva escalada represiva con el fin de silenciar a las voces opositoras. El turno le llegaría un mes después a Mairena, quien a raíz de los encarcelamientos intentó bajar su perfil. En una noche de terror, él y otros dirigentes rurales fueron acusados bajo la “Ley de defensa a los derechos del pueblo”, por el supuesto delito de “conspiración”.
Los familiares de Mairena que accedieron a una segunda visita informaron que el líder campesino ha perdido 35 libras, y ha sido sometido a intensos interrogatorios. A pesar de todo, aprovechó la visita para enviar un mensaje: “sigamos firmes”.