Están presos porque se atrevieron: porque decidieron retar a través de las urnas a una dictadura virulenta que se ha mantenido en el poder durante más de una década gracias a los repetidos fraudes electorales, consumados por su obediente Poder Electoral. El levantamiento de abril de 2018, reprimido con suma violencia por policías y paramilitares, marcó un parteaguas en el país. Generó nuevos liderazgos que decidieron, pese al clima de represión sostenida y el control del sistema electoral, disputarle al poder a los Ortega-Murillo de manera pacífica, a través del voto. Son siete personas que oficializaron su aspiración a la presidencia y terminaron presos por demandar unos comicios creíbles, democracia y justicia para las víctimas de la masacre. Toda una amenaza para la pareja presidencial, consciente de su desgaste político ante una ciudadanía que los considera criminales de lesa humanidad. 


La última encuesta de CID Gallup reveló que cualquiera de los siete precandidatos presos —con todas sus luces y sombras de por medio— le ganarían hartamente unas elecciones con garantías a los dictadores de turno. Cristiana Chamorro, Félix Maradiaga, Medardo Mairena, Juan Sebastián Chamorro, Arturo Cruz, Miguel Mora y hasta Noel Vidaurre representan este siete de noviembre a la verdadera competencia electoral. El encierro de ellos demuestra el fracaso político que siempre han sido los Ortega-Murillo, capaces de mantenerse en el poder solo con matonismo político y violencia descarnada. En DIVERGENTES les presentamos las historias de los precandidatos tras las rejas.