A menos de una semana de que el régimen de Daniel Ortega y Rosario Murillo suspendió las relaciones diplomáticas con el Vaticano, la Iglesia Católica de Nicaragua se mantiene expectante de las orientaciones que pueda dar la Santa Sede tras este nuevo episodio de tensión. Sin embargo, el presidente de la Conferencia Episcopal de Nicaragua (CEN), monseñor Carlos Enrique Herrera, insistió en la apertura de un diálogo con la dictadura, como mecanismo para solucionar la crisis y la liberación de monseñor Rolando Álvarez.
En consultas con DIVERGENTES, Herrera prefirió no opinar sobre las recientes declaraciones brindadas por el papa Francisco al medio Infobae, en las que tildó a Ortega-Murillo de ser una “dictadura grosera” y “hitleriana”, y se limitó a abogar por un acercamiento con el régimen, sobre todo para presionar por la liberación de monseñor Álvarez.
“Yo ahorita no quiero poner en evidencia, porque las noticias siempre salen ahí y más bien nos perturban. Nosotros queremos abrir un diálogo (con el Gobierno), a ver si se puede, verdad, pacientes”, dijo Herrera, pese a que el oficialismo inició una campaña de ataques en contra de la Iglesia y sus máximas autoridades. “Esperemos que se calmen un poco las cosas, las tensiones, para ver qué se puede hacer”, insistió.
Después de más de un siglo de amistad entre el Vaticano y Nicaragua, el pasado domingo la administración sandinista decidió suspender las relaciones diplomáticas. Según el diario argentino La Nación, la Santa Sede orientó al actual encargado de negocios del Vaticano, monseñor senegalés Mbaye Diouf, cerrar la Nunciatura en Managua y dejar el país en los próximos días.
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Monseñor Herrera aseguró que como presidente de la CEN ha estado en comunicación con otros líderes religiosos “para ver qué se puede hacer”, en cuanto a esta nueva arremetida de la dictadura, que elevó la parada al romper relaciones con el Vaticano. “Ahorita solo son sugerencias y propuestas, y no podemos deducir algo”, señaló Herrera, bastante esquivo.
La postura del presidente de la CEN la secundó el cardenal Leopoldo Brenes, arzobispo de Managua, quien insistió en la importancia de un diálogo con el régimen para solucionar los conflictos que subsisten entre las partes.
“Como ya nos decía la vez pasada (el papa Francisco), tenemos que seguir dialogando, él dice que el diálogo nunca hay que cortarlo, porque verdaderamente a través del diálogo es que se solucionan los problemas”, dijo Brenes en una entrevista con la plataforma Fuentes Confiables.
Referente a las fuertes declaraciones del Sumo Pontífice sobre la dictadura de Ortega-Murillo, Brenes manifestó que estas expresan sentimientos de “tristeza y dolor”, no solo por lo que ocurre en Nicaragua, sino por todos los problemas que enfrentan los países del mundo. “Él se preocupa muchísimo, le causa dolor, pero siempre es el mensajero de la paz y la reconciliación”, señaló.
Iglesia siempre apostará por el diálogo
La abogada e investigadora Martha Patricia Molina Montenegro señaló que la “dinámica” de trabajo de la Iglesia Católica es diferente a las instituciones políticas, por lo que “siempre buscará el diálogo”, pese a la valoración que realizó el papa Francisco sobre Ortega y su mandato.
“Si la CEN quiere intentar restablecer un diálogo, esto también será respetado por el Vaticano pues es política de Estado el ‘respeto a los episcopados locales en las problemáticas que se plantean en sus territorios’”, planteó Molina.
Sin embargo, la abogada cuestionó la postura de la CEN de buscar un acercamiento con su principal represor. “El Poder Ejecutivo de Nicaragua en más de 396 ocasiones les ha respondido que no quieren diálogo, aun así, es válido que sigan pensando que van a sentarse a dialogar con un dictador que lo único que quiere es erradicarlos por completo”, valoró.
Más represión y desprotección
Diferentes personalidades religiosas y analistas políticos no descartan que, a raíz de la suspensión de relaciones entre el Vaticano y Nicaragua, se agudice la represión en contra de la ya perseguida Iglesia y sus sacerdotes. En Nicaragua, un 41% de la población profesa la religión católica, según la firma costarricense Cid Gallup.
Monseñor Silvio Báez, obispo auxiliar de Managua y exiliado en Estados Unidos, es uno de los que consideró que “toda la iglesia” queda más desprotegida, y confiesa su temor de que la dictadura se ensañe más contra monseñor Álvarez, a quien el régimen lo mantiene en una cárcel de máxima seguridad en el Sistema Penitenciario Nacional, tras condenarlo a 26 años y quitarle su nacionalidad.
Pedro Fonseca, experto en relaciones exteriores e internacionalista, también expuso recientemente que las consecuencias de esta enemistad con la Santa Sede son preocupantes, porque atenta contra los principios de la libertad religiosa y los principios fundamentales de los derechos humanos.
Por su parte, Molina proyectó que este año puede ser más nefasto que el 2022, cuando se registraron 396 ataques contra la Iglesia Católica ejecutados por el régimen Ortega-Murillo, según la investigación “Nicaragua: ¿una iglesia perseguida?”, presentada a finales del año pasado por la abogada.
“La represión continúa y no ha cesado. Con las declaraciones del papa Francisco y la suspensión de las relaciones diplomáticas Vaticano-Nicaragua incrementarán y ya lo estamos notando con los mensajes de odio de los propagandistas. Si 2022 fue el año más nefasto, 2023 lo será aún más si las hostilidades siguen con la constante que tienen ahora”, avizoró Molina.
Sin embargo, monseñor Herrera manifestó que los ataques podrían continuar dándose “de acuerdo a la forma en que hablemos”, haciendo referencia a las críticas que puedan hacer los obispos y sacerdotes desde el púlpito en contra de la dictadura. “No podemos caer en la provocación”, exhortó el prelado.
Desde el 2018 el régimen Ortega-Murillo mantiene una agresión permanente en contra de la Iglesia y sus principales líderes, por tomar una postura crítica a su deriva autoritaria. De hecho, hace exactamente un año el Gobierno expulsó al nuncio apostólico, Waldemar Stanislaw Sommertag.