Ortega y Murillo apuntan a un destierro “diplomático” de monseñor Álvarez

Analistas consultados por DIVERGENTES coincidieron que la extirpación policial de monseñor Rolando Álvarez de la Curia Episcopal en Matagalpa a su residencia en Managua es una estrategia para callarlo y ejercer presión en las autoridades de la Conferencia Episcopal para que lo saquen de Nicaragua. “Es mejor para ellos tenerlo fuera del país que en la cárcel”, dijo Uriel Pineda, experto en derechos humanos


El secuestro y arresto domiciliario ordenado por el régimen de Daniel Ortega y Rosario Murillo en contra del obispo Rolando Álvarez es hasta ahora el ataque a la libertad religiosa “más fuerte” que la dictadura ha ejecutado en contra de la Iglesia Católica en los últimos cuatro años. Aunque el Gobierno sandinista decidió enviar a Álvarez a su casa y no desterrarlo o trasladarlo a “El Chipote”, analistas consultados por DIVERGENTES coincidieron en que esta es otra estrategia represiva para presionar a la Conferencia Episcopal y que lo saque “diplomáticamente” de Nicaragua.

Monseñor Álvarez fue sacado por la fuerza este viernes de la Curia Episcopal donde se encontraba retenido desde hace 15 días. La Policía sandinista informó que el obispo de la Diócesis de Estelí y Matagalpa fue trasladado a Managua y se mantiene bajo “resguardo domiciliar”. En la nota oficial la institución policial señaló que el jerarca católico pudo reunirse con sus familiares, mientras que los sacerdotes y otros laicos que lo acompañaban fueron llevados a las celdas de la Dirección de Auxilio Judicial mejor conocidas como “El Chipote”.

Para la socióloga Elvira Cuadra, el hecho de que en la nota de prensa la Policía informara que el cardenal Leopoldo Brenes visitó a monseñor Álvarez y habló con él, apunta a un intento de convencimiento para que el obispo decida salir del país, tal y como lo ha planteado el régimen sandinista desde inicios de agosto cuando puso un cerco policial alrededor de la Curia Episcopal.

“Seguramente van a incluir entre las presiones el hecho de que al estar bajo arresto domiciliar también va a afectar la restricción y la movilidad de todos los que viven en esa casa. Y seguramente también lo van a presionar con el arresto de los otros sacerdotes que lo estaban acompañando en la Curia de Matagalpa y que fueron desalojados junto con él”, refirió Cuadra.

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Sobre el impacto que tiene este nuevo ataque contra Álvarez, Uriel Pineda, jurista y experto en derechos humanos, explicó que el “resguardo domiciliar” no solo afecta el ejercicio de libertad de culto del obispo de las Diócesis de Estelí y Matagalpa, sino que impacta justamente en la comunidad católica porque esta encontró en monseñor no solo un guía espiritual, también un referente valiente, moralmente fuerte y consecuente. 

“Lo que busca en todo caso el régimen es castigar una voz crítica y sobre todo silenciarla. Es decir, el mensaje para el país en general es que quien se atreva a cuestionar a la dictadura, pagará y asumirá las consecuencias, o sea, el exilio o la cárcel”, expresó el experto en derechos humanos. “Eso sí, para ellos es mejor tener a Álvarez fuera del país que en prisión”, agregó.

Se apaga una voz en el interior del país

Ortega y Murillo apuntan a un destierro “diplomático” de monseñor Álvarez
Foto de archivo de Carlos Herrera.

El politólogo José Alcázar consideró que el traslado de Álvarez desde Matagalpa a Managua apagará la voz del obispo, es decir, no podrá oficiar misas en línea y tampoco compartir sus comentarios en redes sociales porque existirá un mayor control policial.

“El régimen lo sabe y por eso el método que utilizan es ir apretando y apretando más la tuerca de la represión”, opinó el politólogo.

Alcázar señaló que con el silencio definitivo de Álvarez se pierde una voz importantísima en el interior del país. Y que aunque en principio el régimen mantiene la decisión de arresto domiciliario, lo más probable es que no sea el último movimiento de la dictadura respecto a la situación del obispo.

El politólogo cuestionó que las autoridades de la Conferencia Episcopal dejaran solo a monseñor Rolando Álvarez los últimos quince días. Tal soledad se notó, según Alcázar, en las negociaciones que probablemente ocurrieron entre la jerarquía eclesiástica y el régimen para trasladarlo hasta Managua.

“Creo que la posición oficial predominante entre los obispos era que él debía salir o debía callarse. Y aquí está el resultado. Entonces el impacto es mayor. No solo se trata de haber callado a monseñor, sino que con esto sí le pusieron una lápida a toda posibilidad de que dentro de la jerarquía eclesiástica surjan voces contestatarias al Gobierno”, dijo Alcázar.

Horas después de que se conociera que Álvarez estaba en Managua, la Arquidiócesis de Managua publicó un comunicado en el que confirmó la visita de Brenes e informó que la condición física del obispo de Matagalpa está “desmejorada”, aunque su ánimo y espíritu “están fuertes”.

Por la mañana Rodrigo Guerra López, secretario del Pontificio Consejo para América Latina, aseguró al medio católico Aleteia que el Papa Francisco “está súper enterado de todos los acontecimientos que ocurren en Nicaragua”, y no descartó que se pronuncie sobre el secuestro de Álvarez y los ataques contra la Iglesia. 

La estatura del obispo

Ortega y Murillo apuntan a un destierro “diplomático” de monseñor Álvarez
Foto de archivo de Carlos Herrera | Divergentes.

Según el politólogo José Alcázar, el régimen Ortega-Murillo ignoró la estatura simbólica que obtuvo monseñor Álvarez durante la rebelión de abril de 2018. También minimizó el temple del obispo para soportar la represión directa que impone la dictadura a quienes no guardan silencio y se “oponen” a su Gobierno.

“Su estatura no era tan gigantesca como lo ha sido desde hace semanas. El régimen dejó pasar el tiempo y esta resistencia creció. En este punto (durante los primeros días de encierro en la Curia Episcopal) hubo negociaciones que no funcionaron”, señaló Alcázar.

Dos días después de que un cerco policial se plantó en la Curia Episcopal, la Policía abrió un proceso investigativo en contra de monseñor Álvarez, supuestamente por “intentar organizar grupos violentos y ejecutar actos de odio en contra de la población”.

Según la institución policial el obispo “prevaliéndose de su condición de líder religioso” utilizó medios de comunicación y redes sociales con el “propósito de desestabilizar al Estado de Nicaragua y atacar a las autoridades constitucionales”.

Para Alcázar, el régimen pensó que Álvarez iba a salir del país por su propio pie, y aunque todas las presiones fueron empujándolo en esa dirección, él no se doblegó y finalmente su figura creció tanto que todos los focos nacionales e internacionales estaban al tanto de su situación.

“Hubo presiones a distinto nivel para lograr callar a Álvarez. Y aquí lo más significativo es eso, que no se calló y el régimen tuvo que recurrir a este tipo de ‘estrategia’ que quería evitar desde el principio, pero que no pudo y ejecutó porque monseñor no se doblegó”, finalizó el politólogo.


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