Ortega y Murillo sumidos en el silencio tras golpe del Vaticano y condena de Naciones Unidas

Aunque el mandatario ha comparecido en tres ocasiones en el último mes, este no se ha referido a las condena hechas por el Papa Francisco y la ONU, tampoco ha atacado a la Iglesia Católica y comunidad internacional, como acostumbra hacerlo. Analistas coinciden que con este silencio la dictadura está “aceptando” su error en términos de “cálculo político”

Daniel Ortega y Rosario Murillo durante el acto de aniversario de la Cruzada Nacional de Alfabetización. Foto tomada de Presidencia.

Los últimos tres discursos públicos brindados en el mes de marzo por el dictador Daniel Ortega, en los que no ha despotricado contra la comunidad internacional, evidencian el “silencio” al que está sumido el régimen sandinista tras la nueva ola de condenas en su contra, comenzando con el contundente informe de Naciones Unidas, que concluyó que en Nicaragua se cometieron crímenes de lesa humanidad. A lo que se suman las críticas del Papa Francisco, al catalogar al régimen como una “dictadura hitleriana”.

En lo que va de marzo, el caudillo sandinista ha aparecido en tres ocasiones. El 6 de marzo viajó a Venezuela para participar en el aniversario de la muerte de Hugo Chávez, el 15 del mismo mes se reunió con representantes del partido comunista China y el 23 en el acto del aniversario de la Cruzada de Alfabetización. Sin embargo, en ninguna de estas apariciones atacó a la Iglesia Católica, Estados Unidos y la comunidad internacional.  

El experto en relaciones exteriores e internacionalista, Pedro Fonseca, planteó que este silencio prolongado podría interpretarse como una “aceptación” del enorme error que cometió la dictadura en términos de cálculo político, sobre todo de la política exterior,  al desterrar y desnacionalizar a más de 300 nicaragüenses, suspender relaciones diplomáticas con El Vaticano y mantener en la cárcel a monseñor Rolando Álvarez.  

“El silencio suele asumirse siempre como un silencio ruidoso, especialmente viniendo de Ortega y del régimen en general, que suele despotricar en sus declaraciones públicas. El régimen se ha dado cuenta de que se encuentra frente a un juego en el que no puede ganar… y luego, por supuesto, el desprecio de la comunidad internacional y el enorme peso que llevan los resultados de sus decisiones mal tomadas”, apuntó Fonseca.

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La última vez que Ortega atacó fuertemente a la Iglesia Católica fue el pasado 21 de febrero, durante el acto de conmemoración de la muerte de Augusto C. Sandino,  cuando tildó a los sacerdotes, obispos y al mismo Vaticano de ser una “mafia” que no permite que los feligreses elijan por voto a los papas y cardenales.

En ese momento, Ortega dijo que Jesucristo resucitó en los pueblos, “no por el ejemplo que puedan dar los curas, los obispos, los cardenales, y los papas, que son una mafia”. “Miren los crímenes que han cometido. ¡Cuántos crímenes han cometido y siguen cometiendo crímenes todos los días y los están juzgando!”, espetó.

Nueve días después de estas declaraciones, el 2 de marzo, un grupo de expertos del Consejo de Derechos Humanos de Naciones Unidas, presentó un informe en el que concluyeron que Ortega y Murillo, así como sus funcionarios y estructuras “han cometido y siguen cometiendo graves, y sistemáticas violaciones y abusos a los derechos humanos” y crímenes de lesa humanidad contra sectores de la población nicaragüense.

El 10 del mismo mes, el Papa Francisco refirió que hay un “desequilibrio de la persona que dirige (Ortega y Murillo)”. “Es una cosa que está fuera de lo que estamos viviendo, es como si fuera traer la dictadura comunista de 1917 o la hitleriana del 35… Son un tipo de dictaduras groseras”, señaló el Sumo Pontífice. Estas declaraciones llevaron al oficialismo a tomar la decisión de “suspender” las relaciones diplomáticas con El Vaticano. 

La socióloga y activista Haydée Castillo expuso que, con estos espaldarazos queda evidenciada la pérdida de respaldo y prestigio del concierto internacional hacia la dictadura, incluidos aquellos países de izquierda que se consideraban aliados de su régimen, quienes también han rechazado las medidas represivas perpetradas en Nicaragua.

“Que te pongan a la par de Hitler, que has perdido la cabeza, sumado a que sos perpetrador de crímenes de lesa humanidad, es una cobija imposible de ignorar… y en eso se ve la efectividad del trabajo de resistencia del pueblo nicaragüense y el acompañamiento de los organismos internacionales de derechos humanos”, manifestó Castillo.

En tanto, el exembajador José Dávila sostuvo que mientras Ortega y Murillo no muestren apertura a un diálogo que permita el restablecimiento de la democracia en el país, toda la oposición y comunidad internacional seguirán insistiendo en un cambio. “Esta situación es insostenible, contraria a lo que necesita el país y lo quieren los nicaragüenses”, señaló.

Dictadura “más peligrosa”

Ortega y Murillo sumidos en el silencio tras golpe del Vaticano y condena de Naciones Unidas
Miembros de la policía permanecen en la entrada de una propiedad de la Editorial La Prensa durante un operativo de allanamiento. Foto de archivo de EFE | Jorge Torres.

El preso político desterrado Félix Maradiaga consideró que todas estas condenas internacionales y cabildeo de la oposición, son factores que hacen a la dictadura “más peligrosa”, y podría verse reflejado en una nueva fase de represión contra la Iglesia Católica, familiares de opositores e incluso los mismos trabajadores del Estado que no muestren total subordinación.

“Creo que quienes han usado el término “Talibanización” no han exagerado. Eso es lo que está pasando. Hay un recrudecimiento que se va a expresar también —y ojalá me equivoque—, en más expropiaciones; en más confiscaciones de propiedades privadas de nicaragüenses y de extranjeros radicados en Nicaragua. Ortega y Murillo van hacia un modelo de una Corea del Norte tropicalizada”, declaró el exprecandidato presidencial.

Maradiaga consideró que el liderazgo “prodemocracia” que está en el exilio, debe continuar trabajando en un proceso que permita la unidad de todos los bloques. Aunque ve “compleja” la salida del dictador, el opositor se mostró optimista a que esta pueda ser posible, siempre y cuando se tenga el respaldo de la comunidad internacional “que use todas las herramientas de la diplomacia con todo su poder”.

El exdiputado liberal y analista político, Eliseo Núñez, complementó que, aunque a nivel internacional Ortega está metido en un “callejón sin salida”, a lo interno todavía es muy fuerte y lo demuestra con el Estado de terror y los secuestros contra ciudadanos adversos a su régimen. La noche del 23 de marzo se conoció que la doctora Anely Pérez Molina, miembro de la Unidad Médica Nicaragüense y de la opositora Alianza Cívica, fue secuestrada por la Policía.

“A pesar de estar fuerte internamente, por este control social, por este miedo que todavía genera, ya está en un callejón sin salida y es un asunto de encontrar la forma de ponerlo en una peor situación que lo obligue a comenzar a ceder, o, en el mejor de los casos, que lo derrumbe de una vez”, señaló Núñez.

Al respecto, Maradiaga recomendó a los opositores a lo interno de Nicaragua no exponerse innecesariamente a secuestros y detenciones arbitrarias. “El movimiento prodemocracia que aún existe dentro del país, y que está activo, debe pasar a una fase de clandestinidad, siempre desde un firme compromiso con la no-violencia”.

El opositor sostuvo que la mayor acción y presión hacia la dictadura, en esta nueva fase, “vendrá desde afuera”. De hecho, Maradiaga, junto a Juan Sebastián Chamorro, comparecieron el pasado miércoles ante dos subcomités de la Cámara de Representantes estadounidense para reclamar mayor presión contra el régimen Ortega-Murillo.

“A lo largo de mi vida he aprendido a través de una experiencia personal dolorosa que las dictaduras no se pueden desmantelar con métodos tímidos. Es hora de pasar a una nueva etapa de mayor presión donde todas las herramientas de la diplomacia se utilicen con todo su poder, incluido el cierre de canales financieros directos”, dijo Maradiaga en esa comparecencia.

Al respecto, el internacionalista Fonseca destacó la importancia que tiene el trabajo de cabildeo de la oposición en la lucha contra la dictadura y a favor de la democratización y el respeto de los derechos humanos. “Esta labor en el seno del órgano legislativo estadounidense es fundamental, sobre todo en este caso que ya ha cruzado fronteras en términos de libertad religiosa y del concepto general de las libertades”.

Haydée Castillo coincidió con Fonseca en la labor que están haciendo algunos exreos políticos en el exilio. “No obstante, que surja efecto positivo depende de la conformación de un contrapoder a Ortega, de una alianza política entre lo mejor de la oposición para recobrar la confianza en el pueblo y en la misma comunidad internacional”. 


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