Parapolicías del régimen secuestran al exembajador Edgar Parrales

Familiares del ex diplomático ante la OEA tachan la acción como “secuestro”. Un vehículo azul oscuro con sujetos de civiles lo sustrajeron del patio delantero de su casa cuando iba al banco. Temen que las condiciones agraven su salud. “Él necesita medicación diaria, tiene problemas de salud debido a unas operaciones”, dijo una de sus hijas.

Édgar Parrales, exembajador de Nicaragua ante la OEA (1982-1986), acudió en junio a la sede del Ministerio Público de Nicaragua para ser interrogado por el caso contra el precandidato presidencial opositor Juan Sebastián Chamorro. EFE

El exembajador de Nicaragua ante la Organización de Estados Americanos (OEA), Edgar Parrales, fue detenido este lunes por un grupo de civiles en la entrada de su casa, ubicada en Managua. El diplomático era una de las pocas voces que brindaba entrevistas a los medios de comunicación desde el país sin ocultar su identidad, una rareza en los tiempos de censura que impone la dictadura de Daniel Ortega y Rosario Murillo. 

“Mi papá parece que iba saliendo hacia el banco y no había ni terminado de salir de la casa cuando lo sustrajeron del jardín. Lo montaron en un Corolla azul oscuro, eran dos hombres y él empezó a gritar. Eran civiles, imagino que paramilitares y policías vestidos de civil. Fue un total secuestro, y ahorita hay tres hombres fuera de nuestra casa”, aseguró su hija Carmen Parrales. 

Anterior a su arresto, el exdiplomático brindó a varios medios de comunicación su análisis tras la salida de Nicaragua de la OEA. La última la hizo este lunes, en la revista matutina de Canal 10. En ella explicó las consecuencias de la salida del país del sistema interamericano, una acción que ha emprendido la dictadura tras el desconocimiento de las elecciones sin competencia por el organismo. Parrales también conversó días atrás con DIVERGENTES, y explicó el largo proceso que el país se sometería al denunciar la Carta Constitutiva de la OEA.

El exdiplomático estaba retirado de la política. Se dedicaba a analizar temas de relaciones internacionales para los medios de comunicación y a dar clases. También era una de las pocas voces que hablaba públicamente en los medios, tras la escalada represiva que la dictadura ejecutó a inicios de junio. El régimen ha ejecutado detenciones con las mismas características, como fue la del politólogo José Antonio Peraza y la del exembajador Mauricio Díaz, fuentes que los periodistas solían consultar. 

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Desde estas detenciones, en Nicaragua se impuso una autocensura solo vista durante la dictadura de los Somoza, a mediados del siglo pasado. Fuentes, líderes políticos y analistas —sin ninguna participación en grupos de oposición— piden no ser citados por su nombre por temor a represalias. Muchos tuvieron que exiliarse para no hablar desde el anonimato.

Temen por su salud 

“Por la edad de él llegamos a considerar que le iban a dar casa por cárcel. Nosotros siempre respetamos su decisión, entonces siempre respetamos eso, que él estuviera con la justicia y hablando con la verdad. Él necesita medicación diaria, él tiene problemas de salud debido a unas operaciones. Ahorita estaba en tratamiento porque no tiene el intestino grueso y necesita una alimentación balanceada”, agregó la hija.

Hasta la publicación de este artículo, se confirmó la presencia de hombres de civiles a las afueras de la casa, donde se encuentra Carmen Córdova, esposa del exembajador. La Policía Nacional no ha informado sobre la detención del diplomático, como suele hacer cada vez que ejecuta un nuevo operativo contra voces críticas.

“Lo que más preocupa es la vida de mi papá, porque no se lo llevaron policías uniformados. Fueron paramilitares, o policías civiles. Fue un secuestro”, agregó la familiar.

Parrales fue embajador de Nicaragua ante la OEA de 1982 a 1986, durante el primer gobierno de Daniel Ortega. Antes, fue ministro de Bienestar Social. Su trayectoria inició fuera de los asuntos diplomáticos, pues fungió como primero como uno de los sacerdotes que se adscribió a la teología de la liberación. Por esto, el papa Juan Pablo II suspendió su ejercicio sacerdotal junto a Ernesto Cardenal, Fernando Cardenal y Miguel d’Escoto. 

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