Periodistas en extinción: aumentan los “desiertos de noticias” en diez departamentos de Nicaragua

La Fundación por la Libertad de Expresión y Democracia alerta sobre el recrudecimiento de la represión contra periodistas y comunicadores en un país sometido al totalitarismo, donde los reporteros son una raza en extinción. Autocensura en su apogeo, intimidación, falta de recursos, aplicación de leyes represivas, precarización y abandono del oficio en el exilio son los componentes de este cóctel amargo para la libertad de prensa que resiste con las uñas

Foto de archivo. Divergentes.

En diez de los 15 departamentos que conforman Nicaragua ya no existen periodistas. Ni siquiera comunicadores locales que reportan en páginas de Facebook pormenores de sus comunidades, como accidentes de tráfico o fiestas patronales, es decir temas alejados de la política o la crítica. La represión del régimen de Daniel Ortega y Rosario Murillo ha venido extirpando de los territorios periodistas o toda persona que ose a informar sin su venia. Los periodistas están en extinción.

Así lo denuncia la sistematización anual de 2024 elaborada por la Fundación por la Libertad de Expresión y Democracia (FLED), una radiografía de la libertad de expresión y prensa de un país sometido a un modelo totalitario, en el que las voces disidentes han sido criminalizadas. 

Al margen de los 81 casos de violaciones a la libertad de prensa que el informe denuncia, destacan la “expansión de los desiertos informativos”. Un mapa de Nicaragua en el que se observan diez regiones en que los periodistas –o comunicadores locales– ya no existen bajo ninguna modalidad. 

En estas zonas “no se ejerce periodismo independiente debido al hostigamiento gubernamental. Este año, cinco nuevos departamentos –Granada, Madriz, Nueva Segovia, León y Río San Juan– se sumaron a estas áreas, elevando a diez el total de regiones sin cobertura periodística independiente en Nicaragua.

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Actualmente, los medios oficialistas controlan el 59% del espacio informativo del país, y, de continuar las medidas represivas, esta cifra podría aumentar significativamente”, alerta la FLED.

En el resto de los departamentos de Nicaragua, es decir cinco, donde aún quedan pocos periodistas –y comunicadores– operando en resquicios cada vez más intransitables, la FLED denuncia que “los profesionales enfrentan asedio constante, amenazas y citaciones regulares a delegaciones policiales”. 

“Muchos periodistas trabajan de manera clandestina, describiendo su labor como ‘periodismo de catacumbas’, ocultándose para evitar ser identificados mientras continúan documentando las múltiples violaciones a los derechos humanos que viven los nicaragüenses”, describe el organismo en el exilio.

Incremento de la autocensura

Periodistas en extinción: aumentan los “desiertos de noticias” en diez departamentos de Nicaragua

Si existe algo inevitablemente inherente al periodismo –y que a la vez es letal para su práctica–, esa es la autocensura. Según la FLED, la autocensura ha incrementado tanto a lo interno como fuera de Nicaragua, es decir en el exilio, donde las retaliaciones del régimen en contra de familiares de los reporteros los ha hecho recurrir a mayor recato en sus publicaciones. 

“A lo largo del año 2024, FLED registró un total de 81 casos de violaciones a la libertad de prensa, una cifra ligeramente inferior a la de 2023, pero, cuya disminución no implica mejoría en las condiciones para la prensa, sino un incremento de la autocensura entre las víctimas. Esto quiere decir que muchos periodistas y medios han optado por no denunciar las agresiones para minimizar los riesgos personales y profesionales que implica hacerlo”, dice el informe, que acota que no publicaron otras denuncias recibidas para garantizar el anonimato de las víctimas. 

De los 81 casos documentados por la organización promotora de la libertad de prensa, 57 afectaron a personas naturales y 24 a entidades jurídicas. Entre los patrones más frecuentes de agresión destacan: Discurso estigmatizante, utilizado por funcionarios y medios oficialistas para desacreditar a periodistas y medios independientes. Agresiones físicas y verbales y abuso de poder estatal. En el 49% de los casos, ha sido el Estado el principal agresor, seguido de elementos paraestatales con 37%. 

En mayor detalle, indica la FLED, “durante el año 2024 efectivos de la Policía Nacional, con lujo de violencia, allanaron varias casas de periodistas”. “En dichos allanamientos les confiscaron sus equipos electrónicos (…) En los últimos meses de 2024, el gobierno intensificó su represión mediante desapariciones forzadas, destierros y detenciones arbitrarias dirigidas contra medios y periodistas independientes”. 

Los casos más notables son el de Fabiola Tercero, detenida desde julio de 2024. Está en desaparición forzada y sobre su paradero o su estado de salud las autoridades sandinistas no han dicho absolutamente nada. La FLED también registra la detención de Elsbeth D’Anda: director del programa La Cobertura en Canal 23, arrestado el 27 de octubre de 2024 tras reportar sobre el aumento de los precios de la canasta básica.

O la detención de Leo Catalino Cárcamo Herrera: fue capturado de forma violenta por la Policía Nacional de León. Él es un reconocido periodista en su comunidad. Ya había sido arrestado en enero de 2019 cuando aún trabajaba en una radio local. Sin embargo, su reciente detención ha generado preocupación debido a su frágil condición de salud.

Pero además del arresto por motivos políticos contra periodistas, la FLED destaca otro patrón represivo: el régimen ha cargado contra periodistas retirados, a quienes les ha impuesto un destierro forzado. El ejemplo más reciente es el de Henry Briceño, detenido de forma violenta y expulsado del país junto a su familia cerca de la frontera de Peñas Blancas. “Sus propiedades fueron confiscadas por el gobierno, y su vivienda ahora alberga una sede de la Cruz Blanca, en un patrón que evidencia la apropiación estatal de bienes privados”, recoge el informe.

En su recuento de periodistas exiliados, la FLED alerta que 46 periodistas fueron forzados al exilio en 2024 para proteger sus vidas y las de sus familias. “Entre 2018 y el cierre de este año, el total de periodistas exiliados asciende a 283 profesionales. Asimismo, FLED documentó el destierro de cinco periodistas, dos de manera violenta y tres a quienes se le negó el reingreso al país tras viajes de trabajo”, recoge el organismo. 

La compleja subsistencia en el exilio

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Vista de algunas edificaciones reflejadas en los charcos provocados por las condiciones de la época lluviosa hoy en San José (Costa Rica). EFE/Jeffrey Arguedas.

Otro factor que impactó profundamente al periodismo nicaragüense en 2024 fue que un número considerable de profesionales abandonaron el ejercicio del periodismo para dedicarse a otras actividades económicas con el objetivo de garantizar el sustento de sus familias, según la FLED. Al menos 52 periodistas dejaron el oficio. 

“Este fenómeno obedece a múltiples razones, entre ellas el creciente desempleo en el sector, la precarización de los salarios, la alta peligrosidad asociada a la

profesión, el cierre de medios y espacios informativos, así como el impulso de emprendimientos personales como una alternativa de subsistencia”, enumeran.

A pesar de las cortapisas múltiples al trabajo periodístico, la FLED ofrece en su informe un soplo de esperanza: que los periodistas consultados para su informe prometen que seguirán su labor informativa, pero el panorama no es nada halagüeño. 

“La situación del periodismo en Nicaragua está marcada por una serie de graves problemas relacionados con la censura, el control de la información, la intimidación, la falta de recursos y la aplicación de leyes represivas (…) Los periodistas que permanecen en Nicaragua se ven obligados a ajustar su trabajo de tal manera que no sean identificados por el gobierno y silenciados. Quienes conversaron con FLED analizan que el año 2025 podría ser mucho más difícil para desempeñar su labor informativa en el país. Observan que la presión y censura sobre la libertad de prensa podría intensificarse, lo que llevaría a un entorno aún más restrictivo”, auguran.


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