Disclaimer. Daniel Ortega y Rosario Murillo son los principales responsables de los crímenes de lesa humanidad, del descalabro de la democracia y de la sociedad en Nicaragua. Si bien la responsabilidad es compartida, es mundialmente conocido el ilimitado poder que ostenta Murillo, por tanto, hablemos de ella. Por otro lado, asumo que estas notas son total responsabilidad del suscrito, las cuales he compartido desde hace meses a mis cercanos, y las he enriquecido en esas conversaciones e indagaciones particulares.
¿Quién era Madame Mao? Madame Mao, actríz china y esposa de Mao Zedong. Una de las promotoras de la Revolución Cultural, e integrante del grupo de funcionarios conocido como la Banda de los Cuatro, quienes ejercieron influencia en la política y la cultura de China. Madame Mao fue conocida por su estricta supervisión de las artes y su papel en la persecución de intelectuales y opositores políticos. A partir de la muerte de Mao, fue arrestada, acusada y condenada a cadena perpetua por muchos crímenes, incluyendo traición y abuso de poder. Su caída es una representación de las luchas internas del poder.
El origen del poder de Murillo. Al margen de su obsesiva capacidad de trabajo y otros factores, la poeta y esposa del “comandante” ha utilizado dos elementos para concentrar poder. En primer lugar, el control político, ya que Daniel Ortega delega en otros la gestión cotidiana del gobierno y del partido; y, en segundo lugar, el chantaje, por el hecho de que Ortega es el violador de su hijastra. El poder concentrado le ha dado la capacidad a Murillo de purgar todo liderazgo histórico dentro del Frente Sandinista, desarmar la estructura partidaria y sustituirlo por un andamio de utilitarios a discreción. Pregúntenle a Bayardo Arce, Lenin Cerna, Humberto Ortega, incluso a niveles menores como Hallesleven, Grigsby, Fonseca Terán, y una larga lista de defenestrados.
De igual forma, ha construido un aparato gubernamental, y estatal, que rota más que la tierra ante el sol, dependiendo de las exigencias antojadizas de “la compañera”. Muchos son los funcionarios en el exterior que han sido despedidos con una llamada de Murillo en la madrugada, todo porque no lograron cumplir su deseo ante el Parlamento Europeo, la OEA o el SICA… aunque después los nombren en misiones menores o sombrías, si no pregunten a Valdrack Jaentschke, Lautaro Sandino, Ruth Tapia; o bien a comisionados, exmagistrados, exministros, exviceministros, exalcaldes y exsecretarios políticos que tienen casa por cárcel o están desaparecidos. De igual forma, habrá que preguntar a los actuales diputados sandinistas, que desde 2007 expresaban improperios contra “la compañera”, desde sus oficinas de comisiones parlamentarias o bancada, y ahora no pueden salir del país o hablar en público sin su permiso.
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Desde inicio del presente siglo “la compañera” fue limpiando el escenario de personajes que le disputen el foco de atención ante “las bases”, ya sea por la heroicidad que promulgan en la narrativa partidaria o por la experiencia política acumulada, dado que ella ha carecido de ambas. Desde que Murillo asume el control del partido, el gobierno y el parlamento, ha trabajado por abrirse camino a la sucesión dinástica, para ser ella la debutante en el ejemplo a seguir de la otra dictadura familiar, la Somoza. Sin embargo, la misma “compañera” ha debilitado sus puentes a la sucesión, o apolillado (como diría Oscar René Vargas). Para apoyar esta idea, se ofrecen tres casos como ejemplo, ustedes pueden ampliar la lista en sus mentes o encuentros en sus barrios, solo para hablar un poco de paja. Hagamos el ejercicio.
Grigsby, emisor de narrativas que ensombrecen la sucesión. William Grigsby ha sido un militante del FSLN desde inicios de años setenta, sin destacada participación militar, en los ochenta cobra cierta relevancia a la construcción de narrativas sobre el partido y la revolución, con mensajes para construir la “heroicidad guerrillera” y el “sacrificio humano” para las batallas y la austeridad.
Hagamos un paréntesis y hablemos de la heroicidad guerrillera. Este es un recurso discursivo, incorporado en la cultura a través de relatos reafirmados por los medios y poderes hegemónicos, o los de importancia en un contexto. La heroicidad forma parte de los patrones comunes en la construcción de los Estado nación. Busquemos en nuestra memoria a los héroes en cualquier país a partir de la independencia de sus metrópolis: guerreros, caudillos desprendidos, jóvenes que entregaron sus vidas ante pelotones completos, todas virtudes del “hombre nuevo”.
Durante los procesos de independencia, por ejemplo, emergieron los relatos de estos “guerreros héroes”, figuras (a veces reales y en ocasiones ficticias) los que buscan construir una narrativa unificadora para consolidar la identidad nacional y legitimar a los nuevos líderes y gobiernos. Esta heroicidad también sirve para movilizar a “las masas” y fortalecer el sentimiento de pertenencia a una comunidad, y facilitar la cohesión social en momentos de crisis y cambios profundos. Cambiemos la independencia por revolución y la fórmula de los “guerreros héroes” sigue vigente. Por lo general son hombres los ensalzados, llamados padres de la patria, la independencia o la revolución: Bolívar, San Martín, Santamaría, Villa, Zapata, Sandino, Fonseca, y un largo etcétera.
Después retomamos las narrativas sobre la heroicidad bélica y el sacrificio, volvamos a Grigsby. En 2018, al inicio del estallido social, este comentarista político expresa críticas a la policía, a Murillo y Daniel Ortega por una desproporcionada reacción policial y represión. Pocos días después da un giro radical, para unirse a la narrativa de golpe de Estado y para tal misión estructura su programa radial en cuatro temas que mantuvo hasta septiembre de 2023, mes que deja de emitir su programa radial. El primer tema estaba enfocado a la geopolítica; seguido por el abordaje del denominado golpe de Estado frustrado, en el que deshumaniza a los adversario, emulando a los hutus cuando sentaron las bases para la masacre de tutsi en Ruanda (1994); el tercer tema enfocado a los “logros” del gobierno; y finalmente la historia sobre la heroicidad del Frente Sandinista y sus liderazgos en todas sus etapas y roles, tema que lo terminó de mandar al silencio.
En sus programas radiales rememoraba a todos los liderazgos del Frente Sandinista que habían muerto en combate, o a los que sobrevivieron y que se mantienen con ellos o en silencio. Con el paso del tiempo ese listado de héroes guerreros se fue achicando, pero aun así Rosario Murillo y ninguno de sus hijos fueron mencionados como parte de la narrativa heroica del sandinismo.
El objetivo de esos relatos “heroicos” es el mismo de siempre, construir identidad colectiva para una masa que esté dispuesta a poner su vida sobre un proyecto, una organización o un liderazgo. Eso funcionó para convocar a los veteranos (literal) de la guerra de los setenta y ochenta para articular a los paramilitares que reprimieron y asesinaron a más de 300 nicaragüenses. Cumplido el objetivo de aplacar por las armas la movilización ciudadana, la narrativa heroica sólo servía para evidenciar que los actuales directivos del Frente Sandinista no cumplen con el prototipo de heroicidad, compromiso, “mística”, y tantas otras características. ¿Será esta la razón por la cual mandan a callar a Grigsby? Para evitar la publicidad de la opacidad heroica y de liderazgo tanto de Murillo como de sus hijos, ante seguidores que han construido sobre una narrativa de heroicidad guerrera.
El Poder Judicial, de hacer juicios políticos a ser enjuiciados por “la compañera”. A finales de 2023 Nicaragua y el mundo fuimos testigos de la intervención manu militari que hizo el Poder Ejecutivo a todo el Poder Judicial. En otro momento y desde la teoría eso sería un golpe de Estado, sin embargo, tanto el Judicial, el Ejecutivo, como todo el Estado han sido controlados por Daniel Ortega y Rosario Murillo. Todos los medios independientes han dado muestra de los patrones de comportamiento para la cancelación del Estado de derecho y de la independencia de poderes. Los magistrados de la Corte Suprema de Justicia fueron nombrados a partir del Pacto Ortega–Alemán, para después ser controlados por Ortega y paulatinamente por Murillo. Hasta 2023 los magistrados de la Corte, de apelaciones, y jueces tenían historial dentro del FSLN, ya sea militar o político, y le rendían lealtad particularmente al partido y después a Ortega.
La intervención policial al Poder Judicial fue para Murillo lo mismo que fue la “Noche de los cuchillos largos” para Hitler, o la “Gran purga” para Stalin. La misión: cortar cabezas de funcionarios y cargos políticos sobre los que se duda de su lealtad. La corrupción en el Poder Judicial es ampliamente conocida por la ciudadanía y los dictadores, desde siempre. Por tanto, las destituciones no fueron para construir transparencia, fueron para construir lealtad a “la compañera”. Parece que la misión es realizar el cambio por personas leales a la figura de Murillo, y dar ejemplo de lo que pasa a quienes no muestren su devoción a los potenciales sucesores dinásticos.
Humberto Ortega, de estratega histórico de su partido, a ser el “mercurio” encarcelado que anuncia la sucesión. En la mitología romana, Mercurio era el mensajero de los dioses y cumplía sus órdenes, especialmente de Júpiter; también se dice que conducía las almas de los difuntos al inframundo. El general retirado, hermano y cuñado de la pareja de dictadores, dio entrevista al periodista Fabián Medina, casi como una necesidad de anunciar lo que visualiza, al parecer con cierta claridad: el fin del gobierno de su hermano y sin que este reconozca la necesidad de abrir una salida negociada al conflicto. Este mensaje es enviado particularmente a Daniel Ortega, a quien identifica el único con capacidad de generar un mínimo de cohesión entre las pocas fuentes de poder que les queda (Ejército y parcialmente la economía). El anuncio deja por fuera, sin ápice de dudas, la aspiración dinástica de su cuñada, “la compañera”, y sobrinos.
El anuncio de Humberto Ortega podría tener otros propósitos. ¿Busca una salida pronta y lo menos traumática para que el país no se fragmente más? ¿Anuncia lo improbable de la sucesión dinástica para evitar que finalmente Murillo termine de enterrar al Frente Sandinista? ¿O trata de proteger intereses de la familia? Las respuesta a estas y otras preguntas no podremos tenerlas porque el periodista de Infobae no puede llamar al General, porque lo han aislado. El aislamiento o casa por cárcel, lleva varios objetivos entrelíneas: silenciar a un histórico del otrora partido de masas, quien se acerca más a la narrativa de la heroicidad guerrera; y el otro mensaje es que nadie está a salvo del castigo por emitir voz crítica en vez de mostrar lealtad.
La sucesión política, la que menciona el General Ortega, es un proceso fundamental en los sistemas de gobierno que garantiza la continuidad, estabilidad y legitimidad del poder y las instituciones. Es la transferencia de autoridad y funciones de un líder o administración a otra, asegurando que el gobierno pueda seguir funcionando eficazmente a lo largo del tiempo. Sin embargo, “la compañera” carece de legitimidad alguna, tanto a lo interno de sus filas partidarias como en la población (ver encuestas de CID-Gallup). Siendo la legitimidad una pieza clave para otorgar una continuidad estable del gobierno. En tal sentido, “la compañera” ha dinamitado su propio sueño, ser la gestora de la sucesión dinástica.
“La compañera”, supuesta artista como Madame Mao, ejerció su poder virulento contra el Padre Ernesto Cardenal desde los años 80, incluso lo ejerció durante su sepelio. “La compañera” se introdujo en los circuitos de poder del Frente Sandinista, para después limpiarlo de estructura, de liderazgo que la contradiga, y ahora de narrativas que la opaque, y se ha ganado el rechazo expreso o latente incluso de sus cercanos, igual que Madame Mao con el grupo de los cuatro.
Insisto, al igual que Madame Mao, “la compañera” tiene como fuente de poder la existencia de su esposo Daniel Ortega. ¿Será que “la compañera” no logre la sucesión dinástica, como los Somoza, y termine como Madame Mao?
ESCRIBE
Juan Carlos Gutiérrez Soto
Sociólogo y politólogo. Candidato a doctor en ciencia política por la Universidad de Salamanca. Experiencia en análisis político prospectivo y de actores sociopolíticos. Ha sido integrante de organizaciones opositoras: Alianza Cívica por la Justicia y la Democracia, Unidad Nacional Azul y Blanco, y Coalición Nacional, entre otros. Actualmente exiliado y es parte de los 315 nicaragüenses que la dictadura les ha suprimido la nacionalidad. Ha sido investigador y coordinador de programas en centros de investigación y organismos internacionales: PNUD, UNICEF, IPADE, FUNIDES, entre otros.