La doctora Vilma Núñez: una vida empecinada en defender los derechos humanos

El Parlamento Europeo nominó al Premio Sájarov de libertad de conciencia a la inclaudicable defensora de derechos humanos Vilma Núñez, junto al obispo Rolando Álvarez. Aunque no recibieron el galardón, la consideración que tuvo el bloque europeo demuestra la trascendencia de la presidenta del Cenidh.

Vilma Núñez
Doctora Vilma Núñez, presidenta del Centro Nicaraguense de Derechos Humano. Ilustración | Divergentes

Quizá la imagen que nunca voy a olvidar de la doctora Vilma Núñez es la de aquella mañana calurosa y húmeda en la loma de El Chipote en junio de 2018, cuando la veterana abogada llegó a instalarse a la puerta de la temida prisión con un paraguas y una silla, con la intención de no moverse hasta que la policía diera información a las familias de los primeros detenidos por las protestas sociales de ese año. 

Me impresioné porque se trataba de una mujer de ochenta años, ya con las  dificultades de caminar propias de su edad, pero con un empecinamiento inagotable con la causa que asumió desde su juventud: la defensa de los derechos humanos en Nicaragua. 

No era la primera vez que la presidenta del Centro Nicaragüense de Derechos Humanos (Cenidh) se plantaba en esa cárcel de opositores a exigir información a las autoridades, en una clara confrontación a la dictadura de Daniel Ortega y Rosario Murillo

Coraje es un adjetivo insuficiente para describir a cabalidad a la doctora Núñez, más bien tendría que ser una mezcla de compromiso y principios éticos insoslayables que el Parlamento Europeo la nominó al Premio Sájarov de libertad de conciencia, junto al obispo Rolando Álvarez. Aunque el galardón fue otorgado a Jina Mahsa Amini y al Movimiento Mujer, Vida y Libertad en Irán, la consideración de Núñez por el bloque europeo pone de manifiesto su trascendencia en la defensa universal de los derechos humanos. 

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Siempre he creído que esa imagen de la doctora Núñez apostada en el portón de El Chipote la describe muy bien en su profesión: una abogada que decidió “defender y no acusar” en su vida. 

Su lucha en contra de los atropellos y abusos

Vilma Núñez
La voz de la doctora Vilma Núñez siempre ha estado para denunciar los abusos a los derechos humanos en Nicaragua . Archivo | Divergente | CIDH

Y así lo ha hecho, no sólo con todos los presos que logró sacar de El Chipote y otras cárceles de Nicaragua con el régimen Ortega-Murillo, sino desde hace más de seis décadas cuando la injusticia golpeó las puertas de su intimidad familiar: tenía ocho años cuando fue a una prisión a buscar a su padre, detenido por ser opositor al somocismo desde el Partido Conservador. 

Ese sentimiento contra los atropellos la llevó a estudiar Derecho y en 1959 en la UNAN-León encontró efervescencia estudiantil, entre la lucha por la autonomía universitaria y la oposición a la dinastía. 

La bisoña estudiante de Derecho participó en la marcha estudiantil del 23 de julio en León que dejó cuatro muertos y de inmediato se integró al Comité por la Libertad de los Presos Políticos. 

Ese fue el despegue de su activismo por la defensa de los derechos humanos. En 1974 se casó con el odontólogo leonés Otto Escorcia, quien ha sido su acompañante y cómplice en una vida comprometida con la justicia y la libertad. Por ese entonces, la doctora Núñez ya estaba involucrada con la guerrilla del Frente Sandinista. 

La casa del matrimonio servía como casa de seguridad para los guerrilleros y ella hasta sirvió de conductora de la dirigencia de ese entonces del Frente Sandinista. En mayo de 1979, en la víspera del derrocamiento del somocismo, la doctora Núñez fue apresada. 

Torturada por la Guardia Nacional

La Guardia Nacional la torturó con choques eléctricos. Le quitaron la ropa, le pusieron una capucha y la acostaron sobre un suelo mojado donde le propinaron las descargas. Le impusieron diez años de condena, pero pronto salió de prisión y de Nicaragua. La Junta de Gobierno de la revolución la nombró vicepresidenta de la Corte Suprema de Justicia. 

Con la derrota en las urnas de la revolución sandinista, la doctora Núñez se quedó en el partido, a diferencia de otros intelectuales que lo abandonaron para formar el Movimiento Renovador Sandinista (MRS). La abogada creía que era mejor tratar de luchar “desde adentro” contra la satrapía que Daniel Ortega impulsaba en el Frente. 

La fundación del Cenidh

Fue parte de la comisión de ética que investigó los abusos de “La Piñata” y de esa experiencia Núñez concluyó que lo peor que le pasó al sandinismo no fue perder en las elecciones con doña Violeta Barrios de Chamorro en el noventa, sino la pérdida de los principios éticos. 

En paralelo, junto al sacerdote jesuita César Jérez, se dispuso a fundar el Cenidh, lo que se convirtió en una institución para las todas las víctimas de Nicaragua hasta 2018, cuando el Parlamento orteguista canceló la personería del centro de derechos humanos y dos años después confiscó sus propiedades. 

Núñez sostuvo hace ocho años, en una entrevista con el programa Esta Semana, que al Frente Sandinista jamás le interesó promover un organismo de derechos humanos, en especial en un momento clave de transición política como fueron los noventa. El quiebre definitivo de Núñez con el sandinismo ocurrió después de la denuncia de abuso sexual que Zoilamérica hizo contra Ortega. 

Cenidh, puertas abiertas para las víctimas

Cenidh
El Cenidh siempre acompañó a las víctimas de abusos a sus derechos humanos, hasta que cerrado por la dictadura Ortega-Murillo. Archivo | Divergentes | CIDH.

A falta de una Procuraduría de Derechos Humanos beligerante en Nicaragua, el Cenidh se convirtió en el lugar obligado para todas las víctimas del país. Pero además, recuerda el abogado Braulio Abarca, la doctora Núñez les enseñó que estar sentado en un escritorio no era el mejor lugar para defender derechos humanos. El Cenidh y su presidenta también estaban en las calles, en las protestas, en las puertas de las prisiones. 

“Aprendí que defender derechos humanos es una opción de vida. Así que poder aprender cómo se defienden las libertades fundamentales, la libertad de expresión, la libertad de opinión, de pensamiento, de prensa, fue una virtud que aprendí de ella. Realmente su sola nominación a este Premio de la Unión Europea es un reconocimiento a su labor”, dice Abarca, exiliado en Costa Rica y hoy defensor del Colectivo de Derechos Humanos Nicaragua Nunca Más. 

Gonzalo Carrión, quien trabajó en el Cenidh y ahora vive desterrado en Costa Rica, conoció a la doctora Núñez en 1993 cuando llegó como pasante de derecho al Cenidh. Al igual que Abarca, Carrión reconoce que su conocimiento y compromiso en defender derechos humanos está relacionado directamente con la doctora Núñez. 

Un reconocimiento a su compromiso con los derechos humanos

“Esa nominación estuvo labrada por la trayectoria de la doctora Núñez. Es por su compromiso con las causas de los oprimidos que ha sido perseguida, pero nunca como ahora con el actual régimen Ortega-Murillo, que focalizó una intensa represión contra muchas personas que han venido defendiendo la libertad, la dignidad y conocer todo lo que ha pasado para que se haga justicia”, opina Carrión. 

“Siempre he dicho que cuando se escriba la historia del movimiento por la  defensa de los derechos humanos en Nicaragua, será inevitable no mencionar a Vilma Núñez”, añade.

El último zarpazo de los Ortega-Murillo contra Núñez fue el despojo de su nacionalidad en febrero de 2023. Pese a ello, la abogada continúa en Nicaragua en una muestra más de una vida empecinada contra las violaciones a los derechos humanos y el compromiso. 


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