Celebrar la fe de Semana Santa en Nicaragua, una lucha entre el encierro del régimen y la devoción cristiana

Por segundo año consecutivo, los fieles de la Iglesia católica realizan las actividades de Semana Santa dentro de los templos, tras la prohibición de la Policía Nacional de desarrollar las procesiones y peregrinaciones en las calles. Muchas de estas actividades se llevaron a cabo bajo la vigilancia de la Policía y el silencio de los sacerdotes. DIVERGENTES te relata cómo se llevan las misas en la fiesta más importante de la fe cristiana, en la Nicaragua bajo la tiranía de los Ortega Murillo


Acompañada de un bastón y un libro de oraciones, doña Aura, como todos la conocen, se dirige a la parroquia de su barrio para escuchar la misa. En cuanto entra al patio de la iglesia, el olor de las flores de corozos y azucenas la reciben, las cuales posan en racimos a cada lado del altar.

Varias filas de sillas están ordenadas afuera, frente al templo. La misa será llevada a cabo, bajo el cielo naranja de las cinco y media de la tarde, aunado con el bochorno del verano, más fuerte que nunca.

La iglesia tiene un terreno amplio y a medida que camina, Aura saluda de una a una a las personas que mira en cada eucaristía. Platican sobre su vida, su salud y sus nietos y nietas. Algunas van vestidas de camisas representando a su comunidad religiosa, otras visten de morado, haciendo alusión al tiempo cuaresmal.

El altar al aire libre, además de contener las flores y otras plantas ornamentales, está acompañado de la imagen de la Virgen de los Dolores y de San Juan, el discípulo amado. La imagen de Jesucristo cargando la cruz no se ha unido al acto, esperando a ser llevado por los cargadores.

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Salir en procesión es riesgo de cárcel 

Semana Santa Nicaragua
Parroquias y capillas continúan con las actividades cuaresmales, pero con mucha precaución | Divergentes.

Es Viernes de Dolores, víspera de la Semana Santa. Para Aura, de 72 años, representa una de las tantas misas que ha recibido a lo largo de su vida, con la diferencia, que esta vez lo hace en medio de la persecución religiosa y política impuesta por la dictadura de Daniel Ortega y Rosario Murillo. “No podemos hacer la procesión. porque nos echan presos”, explica rápidamente.

Por segundo año consecutivo, la Iglesia católica de Nicaragua no pudo realizar la procesión del viacrucis acostumbrada a hacerse todos los Viernes de Cuaresma, al igual que las otras actividades tradicionales en la Semana Santa. 

El recrudecimiento de la persecución religiosa

La Policía Nacional, dirigida por el régimen Ortega-Murillo, prohibió a inicios de abril de 2023 la realización de actos religiosos ―específicamente católicos― fuera de los templos, incluyendo procesiones, peregrinaciones y cualquier otra actividad que ocupara las calles.

En ese mismo contexto, se reportó la detención de al menos 13 personas que asistieron, documentaron o realizaron actividades en la Semana Santa de 2023, según el Mecanismo para el Reconocimiento de Personas Presas Políticas.

Ahora, las características procesiones de la Cuaresma son limitadas a los terrenos de las iglesias y sus templos, rompiendo años de tradición católica, que también involucra la cultura e idiosincrasia popular.

Sin embargo, para Aura, esta prohibición no es un impedimento para continuar ejerciendo su fe. “Todas las actividades se van a hacer como normalmente se hace, solo que dentro de la Iglesia. No nos amedrentamos por eso, ni nos metemos en miedo”, dice segura.

La procesión interna

Semana Santa Nicaragua
Nicaragua enfrenta un feroz clima de persecución religiosa, principalmente hacia la Iglesia católica. Divergentes.

Ya sentada en la fila, Aura abre el libro que le indica las oraciones del día. Alrededor de ella, las personas de comunicación de la parroquia se mueven de un lado a otro arreglando los micrófonos y parlantes; un monaguillo vestido de rojo y blanco arregla el misal a toda prisa en el altar; y el sacerdote con su toga purpúrea hace los primeros llamados a guardar orden para realizar la procesión… “interna”, aclara, después de un rato.

El nazareno es finalmente levantado por cuatro jóvenes, dando inicio al Viernes de Dolores; la filarmónica con sus tambores y trombones anunciando la pasión de Cristo; y la gente la acompaña con cantos: “Caminaré, en presencia del Señor”, recitan lentamente.

Los jóvenes cargadores apenas caminan unos cuantos metros, desde la entrada de la Iglesia, hasta el pequeño altar edificado para la ocasión. Menean la imagen de izquierda a derecha suavemente, se detienen cada tanto y avanzan de manera pausada.

Esta pequeña caminata es exiguamente un gesto simbólico de lo que son las procesiones en el país. En la Nicaragua antes de la dictadura sandinista, las filas de fieles acompañaban al Cristo por avenidas y carreteras, en el que el tráfico se detenía para dar pasada a los creyentes, la gente ponía altares frente a sus casas y artistas creaban alfombras para que adornaran el paso.

Ahora, el acto se limita a un par de pasos, una canción corta y al fervor de la gente que canta más alto que nunca. “Amo al Señor porque escucha mi voz suplicante, porque inclina su oído hacia mí el día que lo invoco”, continúan.

Aura se persigna cuando el Cristo pasa por su fila. Para ese momento, todas las sillas alrededor están llenas y se necesitan más para poder ordenar al resto de la gente que sigue llegando. “Queridos hermanos”, inicia el padre y continúa la misa con normalidad.

Fieles católicos se adaptan y adecúan a las prohibiciones

En algunos templos se pueden hacer pequeñas representaciones de las procesiones, gracias al espacio con el que cuentan. En otras iglesias se limitan únicamente a los rezos. Mario, miembro fervoroso de una iglesia en Rivas, afirma que los católicos están viviendo la Semana Santa reinventándose y adaptándose.

“Es adaptarnos a lo que se nos permite. En Managua o León, la gente tal vez puede salir alrededor del atrio, pero en Rivas no hay parroquias que cuentan con grandes  espacios. Entonces, es reducirnos al perímetro de las cuatro paredes de la Iglesia”, musita.

“La Semana Santa es la época más fuerte espiritualmente a lo largo del año. Aparte de la eucaristía, se acompaña de expresiones propias, como las procesiones. En Nicaragua se expresa de manera tangible el fervor y la devoción, y el espacio en el que se hacía era en los viacrucis”, reflexiona el feligrés de 26 años.

Mario aclara que no es la primera vez que no se realizan estas actividades, ya que en 2020 y 2021, la Iglesia también tuvo que pasar por una readecuación de sus actividades y tradiciones por la pandemia del coronavirus. “Pero esta vez es por razones que no son de la Iglesia”, reconoce. 

Además de cambiar la manera en que se hacían los rezos, también han tenido que cambiar la forma en que recitan las oraciones. Pues ahora, las oraciones que siempre se han hecho desde la Iglesia católica por las personas perseguidas por su fe o las privadas de libertad, adquieren un sentido distinto en Nicaragua.

“Nos han dicho que seamos prudentes y que no hagamos tanto énfasis en ciertas oraciones. La Iglesia siempre ha rezado por la Iglesia perseguida, por los presos comunes, políticos, culpables y no culpables, pero hay gente ignorante que creen que eso es de ahora con la crisis política”, se queja.

Los rezos, las homilías y las reflexiones compartidas por los sacerdotes también son vigiladas silenciosamente por la dictadura orteguista, más aún en época de Semana Santa. Ahora, es cada vez más común ver a personas sospechosas en las misas, a las cuales nadie de la comunidad ha visto.

“Se nota que son personas enviadas a vigilar. Nunca los has visto, se sientan en la primera banca, se ponen a ver a todo el mundo, hacen llamadas y después se van. Por eso también nos han dicho que tengamos cuidado con lo que decimos”, advierte Mario.

La Iglesia católica ha sufrido más de 700 ataques desde el establecimiento del estado policial en Nicaragua desde 2018, según la investigadora de temas religiosos, Martha Patricia Molina. De acuerdo con ella, Nicaragua es el único país de la región en el que existe persecución religiosa.

Régimen prohíbe las Carretas Peregrinas

Semana Santa Nicaragua
El Instituto Nicaragüense de Turismo contabilizó en 2018 casi 500 carretas peregrinas que llegaron a Rivas. El régimen mantiene prohibidas esta peregrinación. Divergentes | Tomada del Intur

Una de las mayores tristezas de este año para Mario y las personas católicas rivenses, fue la prohibición de las Carretas Peregrinas, por segunda ocasión consecutiva. Dicha tradición consiste en la caminata de personas de diferentes departamentos que se dirigen a Rivas, en carretas rústicas haladas con bueyes y burros, cuyo destino es el Santuario Nacional de Jesús del Rescate, en Popoyuapa. 

La familia de Mario tenía 10 años de apadrinar a una de las familias que realizaban la peregrinación, es decir, una práctica que se impulsó desde los años 2000 para darle alimento y posada a las familias que se movilizaban, y así impulsar más la tradición.

“Es una tradición que tiene más de 200 años y me da mucha tristeza que no se va a poder hacer, que a las personas que armaron sus carretas las mandaron de vuelta. Ahora las personas que quieren venir al santuario ya no lo hacen vestidos de morados, o con las camisetas de sus parroquias. Les decimos que tengan cuidado y que si les preguntan, digan que vienen a visitar a un familiar”, se lamenta.

En este Viernes de Dolores de 2024, no hubo carretas, ni bueyes, ni burros en la parroquia de Mario. Sólo los rezos de los feligreses y la devoción que sienten por su fe. “Es difícil, a la gente todavía le cuesta adaptarse, pero no vamos a dejar de hacer las cosas en las que creemos”, sostiene con fervor.

Aunque por primera vez en años su familia no va a recibir a los peregrinos, y todavía no saben cuándo se volverán a reanudar estas actividades, espera, más pronto que nunca, volver a las calles en fe y comunidad.

Destierro de sacerdotes, el otro silencio

Semana Santa Nicaragua
Los templos católicos se llenan de feligreses como de costumbre. Divergentes

La mira de Aura finaliza y da paso a la meditación del viacrucis, que se realiza estando todas las personas sentadas en su silla, y de vez en cuando de pie, cuando se leen lecturas del Evangelio. Hoy no hay policías, observa, pero en misas anteriores, camionetas de la Policía Nacional se aparcan frente al portón de la iglesia y realizan preguntas “casuales” a las personas de adentro.

– ¿Y hoy van a salir a hacer la procesión? ―le dice uno de los oficiales a uno de los feligreses.

– No, usted sabe que no ―le responde.

“Imaginate, la misma Policía preguntando, como si uno fuera tonto”, expresa Aura. Este tipo de interacciones es cada vez más frecuente y las camionetas de la Policía son cada vez más permanentes.

En los rezos y meditaciones no se menciona a la Iglesia perseguida o a las personas privadas de libertad. Rezan por el papa Francisco, los sacerdotes y obispos, un rezo casi obligatorio para los clérigos, pero que nuevamente podría ponerlos en aprieto.

La detención y destierro de los sacerdotes, diáconos y monseñores enviados a el Vaticano durante 2023, es otro elemento que se cierne sobre la celebración, y que no pasa por alto entre los fieles. Tampoco le pasa por alto a Aura, que solía recibir misa con monseñor Miguel Mántica, uno de las figuras religiosas desterradas por la dictadura orteguista. “Yo recibí la última misa con él este 25 de diciembre (de 2023). Fue muy duro cuando me di cuenta que lo habían detenido”, manifiesta.

Pero en este Viernes de Dolores no se menciona a monseñor Mántica, ni sobre otras preocupaciones de la población católica.

Al llegar a la treceava estación, los cargadores aparecen nuevamente y levantan a Jesús para hacer la última marcha. Detrás de Jesús, se une la Virgen de los Dolores y San Juan, y avanzan en trío adentro del templo. Detrás se integra la gente y la filarmónica toca la música con fuerza. Aura camina poco a poco, apoyándose con su bastón y responde ante las plegarias. “Jesús por todas tus penas”, dice el padre. “Misericordia, señor”, contesta Aura.

La procesión de unos cuantos metros llega rápidamente dentro del templo, pero no culmina. Alargan las estaciones y los cargadores dan vueltas todavía con la figura en los hombros. Las bancas dentro de la Iglesia se llenan y los cantos retumban en las paredes.

Al alcanzar la quinceava estación, dan por finalizada la procesión. La gente se despide de Jesús, y poco a poco se marchan por las diferentes puertas, mientras la filarmónica continúa tocando.

Aura agarra su bolso y también sale al portón. El cielo ya está oscuro, iluminado por la luna y las estrellas, son casi las 9 de la noche y a lo lejos, se escucha que la imagen fue finalmente puesta a los pies del altar.


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