Los nicaragüenses no pueden acceder a su historia. No al menos en los repositorios nacionales, bibliotecas o hemerotecas del país. Los espacios que resguardan la memoria de la nación han sido confiscados, controlados y hasta modificados por la dictadura de Daniel Ortega y Rosario Murillo.
Tras el robo de universidades y medios de comunicación que resguardaban documentos y elementos valiosos de la historia de Nicaragua, se desconoce el paradero y el estado de estos archivos. Muchos de estos han sido movidos de su lugar de origen, sin que se sepa dónde se encuentran ahora; permanecen cerrados al público de manera indefinida, y a otros solo se pueden acceder bajo la vigilancia y permiso de funcionarios orteguistas.
La memoria de Nicaragua está secuestrada con el limitado acceso y el total control que tiene la dictadura sobre ella, dice Ernesto Medina, académico y exrector de la Universidad Nacional Autónoma de Nicaragua (UNAN-León) y de la Universidad Americana (UAM).
Esto se debe a la confiscación de espacios como el Instituto de Historia de Nicaragua y Centroamérica (IHNCA), adscrito a la extinta Universidad Centroamericana (UCA); la hemeroteca de La Prensa, la cual contenía todas las publicaciones impresas de periódicos nacionales desde 1926 y las bibliotecas de las 30 universidades despojadas de su personería jurídica.
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A esto se suma el dominio completo sobre los demás repositorios del país, como la biblioteca del Banco Central de Nicaragua (BCN), y otras colecciones documentales que albergaban muchas organizaciones no gubernamentales, 5163, que han sido canceladas desde 2018 hasta la fecha.
“La población no puede conocer la historia de Nicaragua, no puede analizarla y no puede transmitirla, ya que esta documentación no está disponible. Actualmente eso no es posible. Estos documentos son de los pocos testimonios de qué fue lo que sucedió y cómo sucedieron los hechos en Nicaragua, y es profundamente problemático que desaparezca la posibilidad de ser estudiados. El temor es que puedan ser manipulados por motivos políticos”, señala Medina.
En un principio, muchas personas académicas y dueñas de las instituciones confiscadas tenían el temor de que el régimen se deshiciera de estos repertorios, ya sea de manera intencionada, o por el abandono. Ahora el miedo es que estos archivos sean manipulados con el objetivo de cambiar la memoria histórica del país y oficializar la narrativa del régimen en la que se niega la existencia de una dictadura en Nicaragua y magnifica las figuras de Ortega y Murillo.
De acuerdo con el académico, “la memoria histórica son las experiencias, conocimientos y transmisiones orales que configuran la naturaleza de nuestra historia como nicaragüense”, y se sustentan de testimonios, documentos y registros.
Por tanto, los espacios que almacenaban y preservaban estas piezas juegan un papel muy importante en el resguardo de la memoria del país. “Estos repositorios documentales son fundamentales y son los que se ven más afectados con el cierre e intervenciones a las instituciones. Esto debe de ser motivo de preocupación”, expresa Medina.
Documentos históricos podrían ser modificados
La posibilidad de que las colecciones históricas confiscadas sean manipuladas se debe a la larga historia del régimen Ortega-Murillo de cambiar los eventos del país a su antojo y para su beneficio.
Lo más amenazador que podría hacer el régimen no es desaparecer esos archivos, sino modificarlos, señala Juan Lorenzo Holmann, directivo del diario La Prensa, y perteneciente al grupo de 222 presos políticos desterrados por la dictadura en febrero de 2023.
“El peligro es que desaparezcan todos esos documentos y los Ortega-Murillo comiencen a contar su propia narrativa. La historia que van a conocer las nuevas generaciones en Nicaragua es la historia que cuenta la dictadura”, expone.
El actual paradero de los ejemplares de todos los periódicos nacionales resguardados en la hemeroteca de ese medio es desconocido. Según Holmann, la hemeroteca de La Prensa era la más grande y antigua del país. Se trataba del legado de su abuelo, Pedro Joaquín Chamorro Zelaya, quien la inició en 1926.
Durante 95 años, esta hemeroteca guardó las publicaciones impresas de cada medio escrito de Nicaragua y contenía periódicos antiquísimos como El Centroamericano, así como semanarios y revistas. “Mi abuelo decía que en los medios de comunicación estaba la historia viva de la sociedad”, afirma Holmann.
Desde la confiscación de sus instalaciones, La Prensa ha señalado en múltiples ocasiones que los periódicos de la hemeroteca necesitan un cuidado especial, ya que algunos datan de más de 90 años, y que, al no recibir el tratamiento adecuado podrían estropearse irremediablemente. Con el cambio de lugar de estos periódicos, el temor ha aumentado.
El edificio de La Prensa fue desmantelado y transformado en un centro cultural y en una sede del Instituto Nacional Tecnológico (Inatec), llamado Centro Cultural y Politécnico José Coronel Urtecho. Las renovaciones finalizaron en 2023, y entre los cambios estuvo la demolición del edificio que contenía la hemeroteca.
“En Google Earth vimos que el lugar donde estaba la hemeroteca fue demolido e hicieron un edificio nuevo. ¿Qué hicieron con la hemeroteca? No lo sé. No podría calcular el valor que tiene eso. No tiene un valor tangible y monetario, pero sí tiene un gran valor histórico, que es importante”, indica Holmann.
De acuerdo con el directivo, el régimen Ortega-Murillo pretende seguir el modelo de Corea del Norte, en el que las actuales y nuevas generaciones solo conocen la historia de su país contada por la dictadura de Kim Jong-Un; pues, la única información a la que puede acceder la población surcoreana es la que brinda ese gobierno autocrático.
“Dice el dicho: ‘Aquellos que desconocen la historia están condenados a repetirla’, pero yo le agrego: ‘¿Y qué pasa con aquellos que tergiversan la historia?’, como en el caso de las dictaduras”, expresa.
Archivos no se encuentran abiertos al público
El Instituto de Historia de Nicaragua y Centroamérica (IHNCA), ahora llamado Instituto de Historia Héroes de Nicaragua, se encuentra permanentemente cerrado y sin funcionar, pese a que fue “reinaugurado” desde el 23 de agosto de 2023.
El IHNCA era una de las instituciones de historia e investigaciones más importantes de la región centroamericana. Con la confiscación de la UCA, renombrada como Universidad Nacional Casimiro Sotelo Montenegro, el régimen Ortega Murillo tomó posesión de casi 70 000 volúmenes que datan desde el siglo XVI, así como la segunda hemeroteca más vieja del país.
La confiscación también incluye todo el material de la Biblioteca José Coronel Urtecho, y el Repositorio Institucional que tenía documentos e investigaciones desde su fundación en 1960.
Muchos archivos históricos fueron donados a estas instancias. Por ejemplo, Holmann señala que en 2019, La Prensa había brindado 50 años de hemeroteca microfilmada a la UCA, ya que en el medio no tenían los aparatos necesarios para reproducirla.
“En la UCA hay una serie de documentos históricos que diferentes personas fueron donando a la biblioteca o al IHNCA porque sabían que en posesión de la familia se iban a perder”, dice.
Destaca que el IHNCA comprende colecciones que son únicas, irremplazables, invaluables, y que al igual que la hemeroteca de La Prensa, no se sabe si se están recibiendo los cuidados para su preservación. Tampoco se sabe quién está a cargo de estos materiales.
Jóvenes no podrán estudiar la historia de Nicaragua
La manipulación de estos archivos es una sospecha constante, señala Medina, ya que la manipulación de hechos históricos no es nueva para el régimen Ortega-Murillo. Es común escuchar tergiversaciones en los discursos extensos de Ortega sobre eventos de importancia para el país.
Además, los medios de comunicación oficialistas y las instituciones del Estado se han sumado a replicar los relatos mal contados por Ortega sobre esos sucesos, especialmente sobre la guerra contra la dictadura somocista, en los cuales muchas veces se engrandece a personajes que no tuvieron relevancia o se omite a figuras que sí fueron primordiales, pero que en la actualidad rechazan al régimen Ortega-Murillo.
Según Medina, Ortega ha manipulado “groseramente” la historia reciente de Nicaragua y la ha contado a su antojo. “En una ocasión el Gobierno hizo una infografía tratando de revivir los últimos momentos de la dictadura contra los Somoza, eliminaron algunas personas que fueron claves, que al convertirse en críticos del gobierno, comenzaron a ser borrados”, cuenta.
La manipulación de los textos escolares
También, el libro de texto de Ciencias Sociales elaborado por el Ministerio de Educación (Mined), realzan la imagen de los Ortega-Murillo y sus acciones para el país, presentan información alterada sobre los gobiernos anteriores, y relatan combates de los años 70 en los que se ubica a Ortega en lugares en los que nunca estuvo o en batallas que nunca dirigió.
Con el control total de los espacios que preservaban la memoria histórica de Nicaragua será más fácil para la dictadura establecer su propia versión de la historia, especialmente de los hechos ocurridos a partir de 2018.
La nueva amenaza existente es que las nuevas generaciones crezcan aprendiendo que los eventos ocurridos en la crisis sociopolítica fue por un intento de golpe de Estado y acciones lideradas por terroristas, la cual es la versión que mantiene la dictadura; sin que tengan la oportunidad de tener documentos que lo contradigan.
Tampoco se descarta la posibilidad de que esto se oficialice en los textos escolares, como ha ocurrido con otras tergiversaciones en los libros de texto, replicadas por maestros en los colegios, indica el académico.
“El discurso oficial sigue repitiendo y manteniendo que lo sucedido en 2018 fue un intento de golpe de Estado, aunque es un hecho discutible desde el punto de vista político e histórico. El Gobierno va a querer que se mantenga así en 15 o 20 años. Cuando se quiera repasar lo que pasó en Nicaragua en estos años, no vamos a tener recursos para analizarlos”, explica.
Memoria histórica resguardada en el exilio
Ante la confiscación de estos espacios, personas e instituciones han hecho un resguardo de documentos y registros históricos fuera de Nicaragua. Ahora la memoria histórica del país se encuentra en el exilio, al igual que su gente.
Holmann cuenta que su familia donó los archivos de su abuelo, Chamorro Zelaya, a la Universidad de Tulane, ubicada en la ciudad de Nueva Orleans, Estados Unidos, durante 2019. Al igual que él, la familia de su prima, Cristiana Chamorro Barrios donó documentos de Pedro Joaquín Chamorro y Antonio Lacayo a la misma universidad.
Esta documentación fue entregada a la biblioteca de la universidad en el programa latinoamericano, y el objetivo es resguardar las piezas en el mejor lugar posible. “Si estos archivos no se hubieran donado, se los hubieran robado también”, asevera.
Mientras tanto, un grupo de académicos jesuitas creó el sitio web El IHNCA en el Exilio, el cual audita una gran parte de los documentos guardados físicamente en la universidad. Según los jesuitas, se trata de un inventario que contabiliza y muestra la información de estos archivos.
“Su incalculable e irreparable valor patrimonial y monetario requiere de auditoría social permanente que prevenga su malversación. Con este objetivo, este sitio publica listados y muestras digitales del material incautado”, se señala en el sitio web en un post publicado en agosto de este año.