A UN AÑO

De la confiscación de la UCA, a la devaluación en la Casimiro Sotelo

A un año de la confiscación de la Universidad Centroamericana y con los ochos meses de funcionamiento de la Universidad Nacional Casimiro Sotelo Montenegro, la degradación de la calidad de la educación de esta casa de estudios ha quedado de manifiesto desde el inicio. La mayoría de profesores se presentan a las clases sin planes de estudio, o simplemente no asisten del todo, forzando a los estudiantes a aprender por su cuenta, en una clara operación de destrucción del legado de los jesuitas que administraban la universidad

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Ilustración Divergentes

Era el primer día de clases de Marco. Después de una inusual presentación por parte del nuevo profesor, los cuatro estudiantes en el salón de clases se quedan viendo entre ellos con clara confusión e incluso, con desagrado. El profesor acaba de admitir abiertamente que no tiene un syllabus o un plan de clases para el cuatrimestre. 

De hecho, dijo que solo le dieron dos meses para prepararse, que la universidad no le brindó materiales y que la coordinación de la carrera solo le dijo: “estos son los grupos a los que vas a enseñar y las clases que vas a dar”.

El discurso del profesor fue largo. Estaba orientado a justificar que durante esa primera semana iba a improvisar las asignaciones y temas de enseñanza, ante la falta de un plan de clases estructurado. De hecho, ese era el motivo por el que el profesor se desvió de su presentación, la cual se convirtió en una especie de  desahogo que probablemente no sabía que necesitaba.

En sus cuatro años de universidad, Marco nunca había visto una cosa así. El salón estaba más vacío que nunca. En los primeros minutos de la clase, esperó que más estudiantes se incorporaran con evidente retraso, pero nunca llegaron. Ese día solo iban a estar él y tres personas más.

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Marco sabía que su grupo de clases era mucho mayor, pero no sabía cuántos habían decidido terminar la carrera en esta universidad. A él solo le faltaba cursar dos materias para conseguir su título, razón por la que decidió quedarse en la Universidad Nacional Casimiro Sotelo Montenegro (UNCSM), nombre que sustituyó a la confiscada Universidad Centroamericana (UCA). Aunque intuía que sus clases no resultarían iguales que en la administración de los jesuitas, nada lo había preparado para semejante nivel de mala gestión.

Las clases son como “para niños”

Después de un par de palabras más, el nuevo profesor concluyó que la clase iba a ser dictada durante el resto del curso, y ordenó a los estudiantes a sacar los cuadernos y a escribir lo que él iba a leer. A Marcos, esta orden le trajo recuerdos de un momento académico de su vida que había tenido mucho tiempo atrás: la secundaria. “Como si fuéramos niños pequeños”, dice con disgusto.

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Así, ese primer día de clases, transcurrió en medio de dictados y miradas desconcertadas. El profesor leía una información recién sacada de internet y los chavalos escribían como fotocopiadoras. Lo que no sabían es que esto no solo ocurría ese día, sino que se repetiría durante todo el curso. El plan de clases que el profesor prometió nunca llegó, y Marcos y sus pocos compañeros se dedicaron en los siguientes meses a recibir clases improvisadas.

En el salón contiguo, ocurría una situación similar con otra profesora que no tenía ningún material didáctico para impartir. En realidad, en todo el campus de la UNCSM sucedió lo mismo. A pesar de los cinco meses que tuvieron las autoridades de facto para preparar los currículos académicos ―o retomar los que ya tenían los antiguos profesores de la UCA―, ninguno de los nuevos docentes tenían un syllabus adecuado.

Los pocos profesores preparados versus la mayoría de improvisados

En estos ochos meses de funcionamiento de la UNCSM , la degradación de la calidad de la educación ha quedado de manifiesto desde el inicio. La experiencia académica de cada estudiante ha variado y dependido de cada profesor, demostrando la evidente desorganización en las facultades del centro de educación robado por la dictadura. El resultado para los estudiantes ha sido claro: “No estamos aprendiendo nada”, sostienen. 

Mientras que profesores como el de Marcos solo ordenan escribir dictados sin ningún otro tipo de enseñanza, otros solo ponen videos de YouTube para explicar los temas o únicamente asisten a las clases cuando su ausencia era demasiado notoria. “La dirección orienta que no debemos faltar a las clases, pero ellos nos exigen comprensión con los docentes que no asisten”, dice Claudia, otra estudiante, a la cual llamaremos de esta manera para proteger su identidad. 

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La ruleta entre los pocos profesores que preparan adecuadamente sus clases y los que llegan a improvisar, no solo estuvo presente en el primer ciclo académico, sino que continúa en la actualidad.

Durante el primer cuatrimestre de la UNCSM–, los coordinadores de las diferentes carreras se excusaron por los nuevos cambios que suponía la confiscación, entre estos, la barrida de todo el personal docente que componía la UCA, y la pérdida de los syllabus de cada materia.

Además de justificar la falta de los currículos académicos, también lo hacían con  los inesperados cambios de horarios, cancelaciones de clases y constante movilidad del nuevo profesorado. “Esto se debe a los cambios, muchachos. Por favor, seamos compresivos”, les decían a los estudiantes. 

La promesa de una normalidad que nunca llega

Los coordinadores aseguraron que la universidad pronto se regularía y volvería a la normalidad, tal como si la confiscación nunca hubiese sucedido, pero la normalidad nunca volvió por completo.

“Hay días en que el profesor llega al salón solo a estar con el celular y nos dice que hagamos lo que queramos. O nos pone a ver videos, pero después no nos explica nada, no nos enseña nada. Así pasamos todos los días. Nunca se sabe con lo que van a salir”, dice Luis, un estudiante de último año de su carrera. 

Son solo algunos profesores los que llegan a los salones a enseñar sus materias con planes de clases estructurados, ajustados a los objetivos del curso, temas de estudio y con formas claras de evaluación. Estos pocos profesores que hacen esto, en su mayoría ya eran o siguen siendo profesores de la Universidad Nacional Autónoma de Nicaragua (UNAN).

Aparte de estos maestros, en general el personal docente de la UNCSM no tiene programas de asignaturas para impartir clases para un nivel de educación superior, y adolecen además de una supervisión por parte de la coordinación del centro educativo. “Parece que ni ellos saben lo que van a impartir semana tras semana. Ha sido una mala organización”, expresa Marcos.

Estudiantes obligados a aprender por su cuenta

De la confiscación de la UCA, a la devaluación en la Casimiro Sotelo

Elisa asistió a su clase con puntualidad. Sus profesores llevaban semanas discutiendo la forma en que los iban a evaluar. Aunque ya había pasado bastante tiempo desde el inicio de las clases, los profesores todavía no habían establecido de qué manera iban a acumular el puntaje. “Eso era claro porque no tenían ninguna estructura, ni preparación”, comenta la joven.

Desde que la UNCSM retomó el funcionamiento de la universidad, Elisa esperaba continuar con el avance de su aprendizaje,  pero ahora, lejos de avanzar, siente que se ha estancado. Aunque el nuevo profesorado consultó a los estudiantes qué conocimientos tenían sobre sus materias para retomarlas, a lo largo del curso estos docentes volvieron a exponer temas que los estudiantes ya habían visto hace mucho tiempo, y además, les asignaron trabajos ya realizados.

Ante la falta de conocimiento nuevo, muchos estudiantes han tenido que estudiar por su cuenta a través de espacios fuera de la universidad. “Estos cambios desmotivan a cada uno de nosotros, que tenemos que buscar alternativas para poder aprender. Prácticamente los estudiantes de la UCA le enseñamos a los nuevos maestros cómo tenían que desarrollar las clases, los trabajos, los acumulados, entre otras cosas”, señala Elisa.

“Existe una gran degradación en todos los sentidos. Ninguno de los superiores pone de su parte para brindar la educación de calidad que mencionan”, agrega.

UNCSM utiliza métodos de secundaria

Ese día, Elisa llevaba un papelógrafo que contenía la información de lo que iba a exponer. En la universidad confiscada, las presentaciones de PowerPoint u otras herramientas digitales a través de proyectores ya no ocurrían. El nuevo personal no sabía utilizar los proyectores que hay en las aulas del alma máter. Por esa razón, los estudiantes se vieron forzados a recurrir a los papelógrafos, cartulinas y murales, característicos de su época de secundaria.

El tema que Elisa iba a exponer, ya lo había visto con sus profesores anteriores. De hecho, en esa semana, Elisa y su grupo habían recibido varias tareas ya realizadas antes de la confiscación de la UCA. Así que le ha resultado más fácil reciclar sus viejas asignaciones  y simplemente cambiarle el nombre de la universidad en la presentación.

En realidad, en los meses que llevaba estudiando en la UNCSM , sentía que no había aprendido mucho. No hay exigencia, no hay investigaciones, no hay ejercicios prácticos, no hay nada nuevo. “Ya me resigné a que solo voy a tener mi título, pero no voy a aprender nada nuevo”, dice.

Es un sentimiento compartido entre muchos. Luis manifiesta que se siente desanimado de finalizar su carrera. Ya nada es como antes. “Me he sentido muy decepcionado porque la manera en que los profesores enseñan las clases importantes se siente plano. Solo es dictado y ya. No hay nada dinámico, ni ejercicios para practicar los que nos están enseñando”, explica.

Si algún estudiante se atreve a reclamar a algún profesor que la clase no le gustaba o que no estaba aprendiendo nada, estos responden agresivamente. “Los maestros humillan a los estudiantes con palabras no adecuadas para tratar de un maestro a alumno. Siempre contradicen las opiniones de los estudiantes. Nos dicen que nos creemos sabelotodos”, indica.

Propaganda en la Casimiro Sotelo

El grupo de Luis no es el único que ha vivido esto. Al igual que la preparación de las clases, el trato de los profesores también es una ruleta. El silencio y secretismo impera en las aulas de clases, y cohíbe a los estudiantes.

Si bien muchos profesores no hacen referencia a la situación sociopolítica del país, hay docentes que son abiertamente fieles seguidores de la dictadura de Daniel Ortega y Rosario Murillo, y recurren a la propaganda política del régimen en medio de su cátedra. 

Pese a que estos profesores hablan sin ningún problema de sus preferencias políticas, los estudiantes no pueden hacer lo mismo. Ni siquiera pueden quejarse públicamente, sin correr el riesgo de que sus matrículas sean negadas al siguiente cuatrimestre.

“Hay muchos chavalos que les han negado la matrícula, aunque no han estado metidos en política. Muchos de esos chavalos se habían quejado del desorden y la desorganización de la universidad, se habían peleado con los profesores porque no daban bien las clases. Sabemos que les negaron la matrícula por eso, aunque no se los digan. Así que es mejor estar callado”, menciona Luis. La libertad de cátedra ejercida en la UCA, es algo que también confiscó el régimen.

Calidad de la educación, un derecho no cumplido

La calidad de la educación en las universidades es un derecho contemplado en diferentes leyes del Estado; se supone que debe ser garantizado por el Consejo Nacional de Evaluación y Acreditación (CNEA), a través del Modelo de Aseguramiento de la Calidad de la Educación Superior.

La Ley General de Educación, Ley 582, señala que la calidad de la educación “abarca la concepción, diseño de planes y programas de estudio que conforman parte importante del currículum; así como el desempeño o rendimiento de los educandos”.

Mientras que la Ley Creadora del Sistema Nacional para el Aseguramiento de la Calidad de la Educación y Reguladora del CNEA, Ley 704, señala que los principios del sistema deben ser de progresividad, legalidad, credibilidad y reconocimiento nacional e internacional; principios cuestionados en las nuevas universidades confiscadas.

Desde diciembre de 2021 hasta septiembre de 2023, la dictadura de Daniel Ortega y Rosario Murillo canceló la personería jurídica de 30 instituciones de educación superior. La mayoría de estas instituciones han vuelto a su funcionamiento bajo la dirección de personas fieles al régimen. 

El CNEA ha realizado reuniones con los rectores de las universidades confiscadas para brindarles la acreditación, y ha respaldado la toma de estas instituciones educativas, junto con el Consejo Nacional de Universidades (CNU). En una publicación del 26 de julio de 2024 a través de redes sociales, el CNEA informó que actualmente está brindando acompañamiento a la UNCSM “en aras de la acreditación institucional”.

La Provincia Centroamericana de la Compañía de Jesús emitió este jueves un comunicado en el contexto del primer aniversario, señalando que el despojo de la UCA “ha sido un invaluable daño al patrimonio científico y cultural de Nicaragua y sigue siendo un grave violación al derecho de la educación de miles de jóvenes que estudiaban en la UCA o pretendían hacerlo”.

Las universidades de garaje de la dictadura

El régimen ha asegurado que estas universidades forman a grandes profesionales y mantienen su calidad educativa, “pero en realidad son unas grandes universidades de garaje en la que no enseñan nada útil para la vida profesional”, señala Adrián Meza, exrector de la Universidad Paulo Freire, también confiscada. 

“En estas universidades enseñan ciencias y tecnología anodina. Es decir, que no tienen la mínima onza de pensamiento crítico. Es todo lo contrario a la ciencia y la tecnología. Ahora son las grandes universidades de garaje, creadas y construidas a imagen y semejanza del régimen orteguista. Eso genera un vacío terrible de conocimiento, cultura y formación profesional”, expresa el académico.

Para garantizar una educación de calidad, una universidad debe ofrecer buenos docentes, libertad de cátedra y ambiente para que se desarrolle el debate de los temas de estudios, señala Mario, un exprofesor de la UCA consultado por DIVERGENTES, quien solicitó el anonimato. 

“Universidad viene de universo. Se necesitan los espacios para que el estudiantado pregunte, experimente y aprenda. Es lo elemental, aunque hay otros requerimientos más”, desarrolla.

Sin libertad de cátedra y preparación de docentes, no hay universidad

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La confiscación de la UCA dio paso surgimiento de la Universidad Casimiro Sotelo, que funciona más como un centro de adoctrinamiento político, donde no existe la libertad de cátedra y pensamiento. Divergentes | Archivo.

Si el estudiantado no cuenta con libertad de cátedra y solo se encuentra con censura, la universidad es en realidad un centro de catequesis, asevera Mario. Para que las universidades cumplan con su propósito de enseñanza, no debe de haber temas vedados, tabúes y dogmas, sino todo lo contrario. 

“Las universidades reales son hijas de la razón, la lógica, el debate, el experimento y la producción de conocimiento”, manifiesta.

Sin embargo, la preparación de buenos docentes que cumplan su rol de formadores, también es clave para el desarrollo de una educación de calidad. Sin buenos docentes, tampoco puede haber una buena cátedra. “Sin una, no hay la otra”, señala.

En el caso de la UCA antes de ser confiscada, se exigía a los profesores un alto nivel de preparación para cumplir con los requerimientos dictados por la Asociación de Universidades Confiadas a la Compañía de Jesús en América Latina (Ausjal).

“La UCA era parte de la red Ausjal y de la red de universidades jesuitas del mundo. Docentes de todas las facultades de la UCA iban a esas otras universidades para compartir, estudiar e investigar”, explica Mario.

En el cumplimiento de la Ley 704 y los requerimientos de la Ausjal, los profesores eran encargados de diseñar los programas con una variedad de metodologías. Y para eso, los maestros debían de investigar la mejor propuesta para el grupo de estudiantes. 

Estos programas académicos evolucionaban con los estudiantes, señala Mario, para que no hubiera oportunidad que se diera una reiteración rutinaria de algo que no había funcionado en el pasado. 

Mucho antes de implementar los programas, los docentes debían de llevar a cabo actividades exploratorias para entender las expectativas del grupo al que iban a enseñar y los niveles de conocimientos de los temas. Esto y otros requerimientos más exigidos por la misma Ley 704 y el CNEA, no son cumplidas en la UNCSM . 

“En varias ocasiones ocurrió que ya había iniciado el cuatrimestre y en las primeras clases solo llegaba alguien a cuidar el salón porque todavía no habían conseguido un profesor para la clase. Nos decían que debíamos esperar unas cuantas semanas mientras conseguían a alguien, y durante ese tiempo no recibimos clases”, recuerda el estudiante Marco.

Estudiantes se resignan a la nueva UCA

Marco va nuevamente al campus que alguna vez fue una verdadera casa de estudio para retirar su título. Ya finalizó las dos materias que le faltaban, en las que admite que no aprendió mucho. Al menos, agradece que la mayoría de su formación la recibió en la UCA y no en la Casimiro Sotelo.

El título de Marcos forma parte de la primera entrega de diplomas de grado otorgados por la UNCSM, y aunque no tiene el nombre de la universidad en la que estudió casi su carrera completa, agradece haber finalizado esa etapa de su vida.

Él agarra su título y se va para su casa con gran pesadumbre. Dice que siente gran tristeza porque los nuevos estudiantes que entraron a la universidad no conocerán nunca la experiencia que brindaba la UCA, y por aquellos chavalos que todavía deben estar más tiempo, porque ellos sí la conocieron y no la tendrán más.

Mientras se retira, la bandera rojinegra se hace presente en cada esquina de la universidad. Los nuevos trabajadores portan frases de una revolución remontada hace casi medio siglo atrás. Y las paredes empapelan el nuevo nombre de Casimiro, que intenta reemplazar la antigua identidad jesuita.


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