“Se vive un vacío”: feligreses de Matagalpa resienten la ausencia y secuestro de su obispo

Monseñor Rolando Álvarez cumplió dos meses bajo “resguardo domiciliario” en Managua, después de haber sido sacado por la fuerza de la Curia Episcopal de Matagalpa por la Policía. “Se vive un vacío”, dice una feligresa. Los católicos de ese departamento coinciden en que la Conferencia Episcopal “dejó solo” al obispo. “No hubo el apoyo que se esperaba de parte de los obispos, ninguno fue beligerante y sólido”, insisten. Los templos de Matagalpa siguen bajo acoso policial

Monseñor Rolando Álvarez en una actividad religiosa en Matagalpa. Foto: archivo de Carlos Herrera | Divergentes.

Los 60 días de secuestro policial de monseñor Rolando Álvarez, obispo de la Diócesis de Matagalpa, ha trastocado de diferentes maneras a su feligresía: en medio del temor, incertidumbre, y en ocasiones desesperanza, resiente la ausencia de su pastor y critica la falta de beligerancia de las máximas autoridades de la Iglesia Católica de Nicaragua y del mismo Vaticano, quienes se han mostrado herméticos en cuanto a la situación de uno de los religiosos más críticos del régimen Ortega-Murillo.

Álvarez fue sacado por la fuerza de la Curia Episcopal de Matagalpa el pasado 19 de agosto. Estuvo retenido por 15 días junto a otros religiosos. Ese día la Policía informó que el obispo fue llevado a Managua bajo “resguardo domiciliario”, mientras que los sacerdotes y otros laicos que lo acompañaban fueron llevados a las celdas “El Chipote”.

Tras el secuestro policial, la dictadura abrió un proceso investigativo en contra de monseñor Álvarez, supuestamente por “intentar organizar grupos violentos y ejecutar actos de odio en contra de la población”.

La ausencia de Álvarez ha provocado en la feligresía de Matagalpa “caos” en su fe. La comunidad religiosa tiene dos tipos de posturas y pensamientos, dice a DIVERGENTES una fuente religiosa de esa ciudad, quien por seguridad solicitó el anonimato. “Se vive el mismo ánimo, pero con diferente dimensión”, relata.

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“Hay ciertas cualidades de fe, los cristianos de oración que viven la cruz con esperanza de un mejor mañana… Viven en silencio y esperan en silencio. Por otro lado, los cristianos de poca fe, quienes alzan los gritos al cielo y pierden hasta la esperanza en un Dios omnipotente y optan por desear hasta la muerte al señor Ortega y caen en la tentación del odio”, señala la fuente religiosa.

Otra ciudadana que visita la Catedral San Pedro Apóstol, que dirige Álvarez, dijo que tras el secuestro del religioso se percibe un ambiente “triste” entre la comunidad católica. “Se vive un vacío”, manifiesta.

Un tercer feligrés comentó que hay mucha inconformidad entre los miembros. Aunque hay opiniones divididas, señala que son más las personas que creen que la alta jerarquía católica dejó solo a monseñor Álvarez, aunque reconocen que es entendible la postura de la Iglesia, la cual ha sido atacada por el régimen sandinista.

“De la jerarquía local se comprende un poco, pero no del Vaticano. Se sabe que hay negociaciones, pero de eso el único beneficiado es el régimen”, dijo el feligrés.

De hecho, el 20 de agosto fue la única ocasión que la Conferencia Episcopal de Nicaragua (CEN) expresó su acercamiento y “profundo dolor” por la situación de Álvarez. Un mes después el Papa Francisco confirmó que había un diálogo con Nicaragua, pero hasta ahora monseñor sigue secuestrado y los otros laicos están siendo enjuiciados.

“El malestar de todos aquí es con la CEN, porque prácticamente dejó solo a monseñor Álvarez y a los sacerdotes. O sea, no hubo el apoyo que se esperaba de parte de los obispos, ninguno fue beligerante y sólido”, planteó uno de los devotos.

Silencio prudencial

“Se vive un vacío”: feligreses de Matagalpa resienten la ausencia y secuestro de su obispo
Monseñor Rolando Álvarez en una actividad religiosa en Matagalpa. Foto: archivo de Carlos Herrera | Divergentes.

A criterio de otra fuente eclesial, el silencio de la alta jerarquía y del Papa Francisco no es del todo “negativo” y cree más bien que se trata de una medida “prudencial” que permitirá encontrar las vías necesarias para solucionar esta situación.

“Creo que simplemente no se publica lo que se trabaja porque (la Iglesia) no es un organismo que se jacta del bien que hace en favor de los desfavorecidos… El silencio de la Iglesia es como el silencio de Dios, siempre tiene la hora oportuna para expresar lo suyo”, manifestó la fuente eclesial.

El 13 de octubre pasado el cardenal Leopoldo Brenes, arzobispo de Managua, declaró escuetamente que monseñor Álvarez “está bien”. Sin embargo, no mencionó si la Iglesia ha avanzado en negociaciones con El Carmen para la liberación del líder religioso.

“Sabemos que está bien y la solicitud es que sigamos orando, que Dios le dé la fortaleza, lo proteja, lo cubra y ojalá que pronto pueda solucionarse todo”, dijo Brenes al medio Intertextual, durante una visita al santuario nacional Jesús del Rescate de Popoyuapa, en Rivas.

Vigilancia en templos

Según denuncias de la feligresía, en Matagalpa los templos y sus estructuras están totalmente vigiladas por simpatizantes del régimen Ortega-Murillo. Este control se ha recrudecido tras el secuestro del obispo Álvarez.

“Aquí la gente está con mucho miedo, sabemos que todas las misas, todas, absolutamente todas, están vigiladas. Hay gente adepta al régimen que está informando sobre lo que el sacerdote habla en sus misas y está pasando el informe”, aseguró uno de los feligreses entrevistados.

Pese a este escenario hostil y ausencia de su pastor, la comunidad católica se mantiene firme y con la esperanza y el ánimo para seguir en la lucha, añadió la fuente eclesial.

Y mientras en la Iglesia persiste la incertidumbre, este viernes se conoció que la dictadura de Daniel Ortega y Rosario Murillo encarceló al presbítero Enrique Martínez, de la parroquia Santa Martha, en Managua.

“Los sacerdotes y la Iglesia Católica, exigimos la liberación y el cese de la persecución contra la Iglesia y el clero. Justicia, libertad y democracia”, escribió en su cuenta el padre Uriel Vallejos, quien confirmó el secuestro de Martínez. 


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