Pese a que en las últimas semanas varios países y actores internacionales han mostrado disposición de mediar en un diálogo para dar una solución a la crisis política de Nicaragua, el régimen de Daniel Ortega y Rosario Murillo continúa “sin dar señales” de aceptar una negociación, según analistas políticos y activistas consultados por DIVERGENTES. “La espiral represiva va creciendo y no veo una señal de que el gobierno esté dispuesto al diálogo”, expuso un sociólogo y analista político.
El papa Francisco ha sido uno de los últimos que han ofrecido un diálogo con el régimen. Sin embargo, los analistas consideran complicado que el Vaticano pueda mediar una negociación, pues la relación con los Ortega-Murillo continúa en “punto muerto” desde la expulsión del nuncio apostólico Waldemar Stanislaw Sommertag, en marzo de este año. “El Vaticano es una de las instancias menos aptas para decir que están apalancando un diálogo cuando ni siquiera ha logrado restablecer su relación con el gobierno para tener un representante a nivel nacional”, dijo el sociólogo.
Después de varios meses que se criticó el silencio del papa Francisco sobre la situación de Nicaragua, en especial sobre la represión a la Iglesia Católica y jerarcas en los últimos meses, entre ellos el secuestro policial del obispo Rolando Álvarez, el pontífice dijo el pasado 15 de septiembre que en Nicaragua había un diálogo y que habían hablado con el gobierno. “Hay diálogo, pero esto no quiere decir que se apruebe o desapruebe todo lo que hace el gobierno”, agregó.
Antes del Vaticano, el presidente de Colombia, Gustavo Petro, le pidió el 14 de septiembre a Nicaragua que reingrese a la Organización de Estados Americanos (OEA), e iniciar un diálogo con él. Sin embargo, Ortega todavía no ha respondido a la petición de su homólogo colombiano. Las declaraciones de Petro se dieron después de la controversia que se armó en Colombia, a raíz de la ausencia de este país en la última resolución que se aprobó el pasado 12 de agosto en la OEA sobre la crisis de Nicaragua. El nueve de septiembre, el canciller de Colombia, Álvaro Leyva, explicó que la ausencia de Colombia se debió a acciones humanitarias que fueron rechazadas por el gobierno de Ortega.
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Este lunes 19 de septiembre, la vocera del Departamento de Estado de Estados Unidos, Kristina Rosales, dijo que apoyaban “cualquier tipo de diálogo” porque lo que está pasando en Nicaragua es “sin precedentes”. Rosales dijo que “Estados Unidos ciertamente lamenta y esperamos que de cierta forma sea por diálogo o sea también por otras, en el sentido de que ya hemos aplicado sanciones”.
La vocera aclaró que “no estamos planificando ninguna conversación” con el Gobierno de Nicaragua. “Es claro que lo que queremos como administración, como país es lo mejor para el pueblo nicaragüense, que el pueblo tenga finalmente la oportunidad de levantar su voz y decir que quieren para el futuro del país, nosotros estamos apoyando al pueblo”.
Un día después, el 20 de septiembre, el subsecretario de Estado para Asuntos del Hemisferio Occidental, Brian Nichols, dijo que Estados Unidos ha solicitado al régimen “mantengamos contacto, que haya pláticas” para que acepten al nuevo embajador, Hugo Rodríguez, que fue vetado por el régimen, para que “podamos seguir una ruta de diálogo para que haya una mejor Nicaragua con democracia”.
El sociólogo dijo que la posición de Estados Unidos expresa una “formalidad que procede en la diplomacia para no cerrar la puerta de la negociación, que es la que debería dar una salida a la crisis”. Sin embargo, por otro lado, los funcionarios norteamericanos “más duros” han expresado endurecer las sanciones, entre ellas, expulsar a Nicaragua del Tratado de Libre Comercio (CAFTA). “Esas posiciones heterogéneas (diversas) siempre se van a ver con Estados Unidos porque deben mantener los dos frentes (presiones y diplomáticos) abiertos para ver cuál funciona”, explicó.
Demanda para diálogo: “liberación de presos políticos”
La socióloga y activista, Haydée Castillo, considera que para que el régimen muestre su voluntad política real de un diálogo debe liberar a todos los presos políticos. “Los presos políticos no son monedas de cambios, no han cometido ningún delito, de manera que el papa Francisco, y cualquier otro que se involucre en este proceso, es lo primero que debe demandar”, aseguró Castillo.
Al respecto, un grupo de familiares de 23 presos políticos abogó este martes 20 septiembre por la aprobación de una amnistía para la liberación de los presos políticos para “crear un ambiente de mayor sosiego, el cual, a su vez, contribuiría decisivamente al vigor y estabilidad del rendimiento económico del país”. El comunicado fue apoyado por el Consejo Superior de la Empresa Privada (Cosep), que exhortó a “todos los actores, acoger el llamado de amnistía manifestado por los familiares, con el fin de unir a la familia nicaragüense”.
Cabe mencionar que el papa Francisco, desde el tres de junio de 2018, expresó solidaridad por las víctimas de la crisis política de Nicaragua y que “la Iglesia es siempre partidaria del diálogo”. En esa oportunidad, el pontífice dijo que “rezo para que cese la violencia y se aseguren las condiciones para retomar el diálogo lo antes posible”.
Mientras estuvo en Nicaragua, el Nuncio Waldemar Stanislaw Sommertag, representante del Vaticano, funcionó como una especie de canal de comunicación entre el régimen y la oposición en varios momentos tensos que se vivieron en el país. Sommertag fue testigo y acompañante en las mesas de diálogo de 2018 y 2019, y en algunas ocasiones fue público que intercedió por los presos políticos.
En marzo de 2019 el régimen firmó una serie de acuerdos con la oposición, cuyos garantes fueron la Secretaría General de la Organización de los Estados Americanos (OEA) y Sommertag, con los que se esperaba que Nicaragua encontrara el proceso de salida de la crisis con unas elecciones “libres, transparentes, competitivas y observadas” en 2021, que al final el régimen no cumplió. Entre otros acuerdos estaban la facilitación del proceso de liberación de personas privadas de libertad y el acuerdo para fortalecer los derechos y garantías ciudadanas. Todos fueron incumplidos por el régimen.
Haydée Castillo considera que en un diálogo debe de haber una participación importante de las víctimas de la represión y familiares de los presos políticos. “Cualquier proceso de diálogo no debe resolverse con parches, porque la represión ha llegado a unos niveles insospechados”, dijo Castillo. “El régimen tiene conciencia y claridad de eso, y por eso ha ido cerrando muchísimas puertas, sobre todo de países afines a ellos, probablemente esperando que haya un rol de Estados Unidos”, añadió.
“No hay señales para el diálogo”
El sociólogo y analista político manifestó que uno de los puntos más importantes no es que diferentes actores propongan el diálogo, sino que el régimen no da muestras de querer una negociación. “Es un gobierno que no solamente se ha atrincherado, sino que cada día ha expandido el ámbito de lo prohibido”, dijo. “Nosotros podemos decir con certeza que hace dos meses las cosas estaban mejor en Nicaragua, y hace dos meses podríamos decir que hace seis meses estábamos mejor, y ya estábamos muy mal, pero no tanto como ahora”.
Entre el 4 y el 18 de septiembre, el Monitoreo Azul y Blanco, contabilizó 12 detenciones de integrantes y familiares de la Unión Democrática Renovadora (Unamos, antes MRS). Uno de los casos más alarmantes fueron las detenciones de Jeannine Horvilleur Cuadra, de 63 años, y su hija Ana Álvarez Horvilleur, de 43 años, quienes fueron detenidas el pasado 13 de septiembre, cuando la policía buscaba a Javier Álvarez Zamora, esposo y padre de las detenidas, quien logró escapar del país. Las apresadas tienen nacionalidad nicaragüense y francesa, por lo cual el Ministerio de Relaciones Exteriores de Francia expresó que seguía de “cerca la situación” y se habían puesto “en contacto con las autoridades nicaragüenses”. Este 21 de septiembre, la señal de CNN en Español fue sacada de la televisión por cable.
A pesar de que los niveles de represión crecen cada día en Nicaragua, Castillo dijo que el régimen “tiene claridad de que se encuentra aislado, y que está en el filo de la navaja, y que necesita buscar un mecanismo de salida a semejante crisis que ha creado”.
La socióloga considera que el punto de agenda más importante de un diálogo en Nicaragua es el tránsito hacia la democracia, lo cual se traduce en devolución de todas las libertades (expresión, movilización, asociación, entre otras), el retorno seguro de los exiliados, justicia para las víctimas, “teniendo claridad de que lo más importante es brindarle al pueblo de Nicaragua garantías de no repetición”.