Oposición de Nicaragua busca la unidad en un complejo contexto sociopolítico

La excarcelación de liderazgos opositores ha revitalizado a la oposición y, a la misma vez, la ha sumido en nuevas complejidades. Con un escenario adverso dentro del país, diferentes movimientos y actores de la diáspora mantienen acercamientos “maduros y cordiales”, pero “sigilosos” entre ellos. Algunos dudan de que las etiquetas que han englobado a las distintas plataformas de unidad del pasado puedan funcionar. A pesar de ello, casi todos apuestan por una articulación en la que los grupos mantengan su autonomía


La oposición nicaragüense encara uno de los momentos más definitorios de su futuro. Tras el destierro de 222 presos políticos hacia Estados Unidos por parte del régimen, nuevos escenarios se abrieron, al mismo tiempo que nuevas complejidades. La búsqueda de consenso sigue siendo una de las principales tareas de los actores políticos que pretenden conducir un liderazgo capaz de hacerle frente a la dictadura de Daniel Ortega y Rosario Murillo, mucho menos para una eventual transición política. Sin embargo, no se vislumbra ninguna plataforma o articulación capaz de aglutinar a sectores diversos. De hecho, algunos de los opositores consultados para este reportaje admiten que es una fórmula que no ha dado resultados. 

“Existe una sobrecualificación de la unidad alrededor de una plataforma o siglas. Creo que a los nicaragüenses los persigue mucho el recuerdo de la Unión Nacional Opositora (UNO). En el imaginario de la gente existe una Violeta de Chamorro y una UNO derrotando a Ortega, cuando sabemos que fue muy distinto, realmente había una situación de guerra”, explica el politólogo Félix Maradiaga, quien en 2021 fue precandidato presidencial, aspiración que lo llevó a ser encarcelado por la dictadura hasta su liberación, el 9 de febrero de 2023. 

Maradiaga agregó que los ejercicios políticos realizados desde 2018 “mostraron deficiencias”. “No se pueden resolver las fallas al tratar de encontrar una unidad alrededor de una misma plataforma. Lo que muestra éxito es cuando más bien reconocemos las diferencias y convertimos la adversidad en fortaleza”. Uno de los ejemplos que cita Maradiaga son las diferentes acciones de incidencia que movimientos de la sociedad civil han empujado en escenarios internacionales como las Naciones Unidas y la Organización de Estados Americanos (OEA). 

Todos los intentos de articular a la oposición en un solo emblema han terminado en fracaso. Las nomenclaturas como la Unidad Nacional Azul y Blanco (UNAB, que en su momento incluyó a la Alianza Cívica por la Justicia y la Democracia, compuesta por estudiantes y empresarios en mayoría), son un ejemplo de ello. Tras la disolución de la UNAB-Alianza, ambas plataformas pujaron por la creación de la Coalición Nacional, que fue concebida como un espacio de articulación enfocada en lo electoral. Tras una serie de diferencias, en su mayoría de corte ideológico, la Alianza Cívica abandonó el espacio para formar su propia alianza con el partido Ciudadanos por la Libertad (CxL).

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En resumen, las relaciones entre los opositores no siempre se han desarrollado en buenos términos. Los resquemores, las desconfianzas y los señalamientos han estado presentes en los últimos cinco años de crisis sociopolítica. Sin embargo, tras la excarcelación de 222 presos políticos el pasado 9 de febrero, los nicaragüenses vivieron un momentum de esperanzas. El destierro de los presos en Washington coincidió con una reunión que diversos actores de la oposición mantenían en dicha ciudad en sus intentos por acercarse. 

La represión contra la oposición

Oposición de Nicaragua busca la unidad en un complejo contexto sociopolítico
Policías resguardan a Daniel Ortega en Managua. Foto: Archivo de EFE.

A estas características pasadas que han torpedeado los intentos de unidad se les suma la represión que el régimen ha ejecutado para desarticular a la oposición. Una de las últimas medidas consiste en el destierro masivo de nicaragüenses, que incluye la confiscación de sus bienes. A principios de junio, el Tribunal de Apelaciones de Managua oficializó la confiscación de bienes de los 222 a través de una disposición jurídica. De acuerdo al texto judicial, las personas que fueron acusadas y sentenciadas como “traidores a la patria”, pierden sus derechos ciudadanos, así como sus posesiones. 

Sin embargo, este hecho no provoca que algunos actores vean oportunidades en medio de la adversidad. “El hecho de la salida de una buena cantidad de nicaragüenses en febrero será un elemento importante para catalizar la unificación de la oposición bajo criterios distintos. Las personas que estuvieron detenidas a partir del 2021 y que fueron excarceladas en 2023 sufrieron todas la misma represión. O sea, no hubo distinción en este tema, si eras campesino, empresario, mujer, hombre, de derecha o de izquierda. Es decir, la represión unificó a una serie de personas que además convivieron muy cercanamente”, opinó por su parte la abogada feminista Azahálea Solís, quien ha formado parte de los grupos de oposición como la Alianza Cívica desde su fundación. 

Por su parte el economista y analista político, Eliseo Núñez, afirma que este es un buen momento para tratar de conseguir la coordinación de los grupos opositores. “Para lograrlo, lo que tenés que hacer es un método para permitir que todos los grupos mantengan su autonomía. Es decir, la concertación opositora no puede convertirse en una camisa de fuerza, porque si se convierte en una camisa de fuerza, comienzan las necesidades diferentes de cada uno de los actores y estas terminan de romper una unidad que no les es cómoda”, analizó Núñez. 

Para el experto, la clave radica en conseguir una “capacidad de resistencia”. “Y eso se consigue teniendo una coordinación en el discurso, en las acciones y en la estrategia para devolver la democracia al país. Las posiciones sectoriales o ideológicas de cada quien es un tema que la autonomía de cada grupo lo sostiene y no tiene por qué intervenir en cualquier alianza que tengan en conjunto. La clave es que se sientan cómodos y que no sea una camisa de fuerza. Hay varios esfuerzos concretos y en la medida que estos esfuerzos tengan un perfil más bajo, estos tienen mayor capacidad de éxito”, remarcó. 

Maradiaga admite que la oposición ha tenido graves problemas de comunicación en sus procesos. Sin embargo, también considera que los diálogos y acercamientos que se han realizado a bajo perfil han rendido frutos, aunque estos no se ventilen públicamente. “El problema es que esa ventilación pública de cosas relativamente pequeñas nos hizo daño en el pasado entonces este proceso actual de diálogo de la oposición se está llevando bajo reglas de muchas cortesía y madurez, pero también de sigilos. Y eso incomoda a la opinión pública, pero no vamos a romper ese acuerdo”, remarcó. 

Las diferentes propuestas de cara a la unidad

Oposición de Nicaragua busca la unidad en un complejo contexto sociopolítico
Foto: Archivo de EFE.

Maradiaga, quien se perfilaba como candidato de la UNAB para las elecciones de 2021, asegura que mantiene una propuesta política que consta de tres puntos para llamar a la concertación. La primera de ellas consiste en conducir una unidad opositora alrededor de programas y no de personas o figuras. La segunda de ellas es establecer una “mesa de concertación” para la toma de decisiones en conjunto. Y la tercera “es la definición de la vocería colegiada o de los portavoces” que puedan comunicar y hablar en nombre de los opositores. 

Sin embargo, esta no ha sido la única propuesta que han realizado los rostros de la oposición. Una de las más sonadas y controvertidas ha sido propuesta por Irlanda Jerez, quien en 2018 fue presa política de la dictadura y reside actualmente en Miami, Estados Unidos. Jerez plantea que los nicaragüenses en el exilio elijan de manera “democrática” a sus “representantes” en la oposición a través de unas votaciones. 

“Es una apuesta democrática, inclusiva y participativa donde el pueblo pueda decidir y elegir a su representante en este momento ante la comunidad internacional, a través del mecanismo del voto virtual o físico en las principales ciudades donde se encuentra la mayor cantidad de nicaragüenses en el exilio”, remarcó Jerez. 

No obstante, la propuesta representa un desafío de infraestructura tecnológica y física que, al ser cuestionada sobre estas limitaciones, la activista reiteró que todavía se sigue investigando sobre ello. Pese a que el principio de unas primarias podría ser un ejercicio democrático en un contexto de iguales características, la mayoría de actores entrevistados para este análisis dudan de la viabilidad del proyecto. En principio por la logística que implica, sino que en actualmente es imposible practicar a lo interno de Nicaragua cualquier ejercicio de elección.


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