La banda transportadora empezó a bajar el equipaje del avión, pero maletas grandes de 25 kilos de capacidad eran lo menos que venían. Lo que abundaban eran mochilas infantiles de colores pastel, la mayoría estampadas con dinosaurios, elefantitos y princesas de Disney. Los dueños de este liviano equipaje eran 65 niños y niñas que el Gobierno de Donald Trump deportó este jueves desde San Diego, California, a Costa Rica, donde la administración del presidente Rodrigo Chaves los recibió en el Aeropuerto Internacional Juan Santamaría.
El resto del equipaje –si es que puede así llamársele, porque el del resto de 70 adultos eran sacos y bolsas plásticas con escasas pertenencias– decía mucho sobre el futuro inmediato estas personas originarias de Asia, Medio Oriente, África, Rusia y Georgia: fueron expulsados sin ambages de Estados Unidos y ahora deberán volver a sus países de origen de peor manera en cómo salieron de ellos: con demasiada nada, derrotados y desamparados.
En total fueron 135 personas (entre estas dos embarazadas y un anciano) deportadas y se convirtieron en el primer vuelo de migrantes expulsados desde Estados Unidos que el Gobierno de Chaves recibe, convirtiendo así a Costa Rica en “un país puente” que facilita la feroz política antiinmigratoria del presidente republicano. Un resultado después de la visita del Secretario de Estado, Marco Rubio, a San José a principios de febrero, que culminó en el compromiso del mandatario tico de recibir a 200 deportados.
El vuelo arribó un poco antes de las cinco de la tarde y tuvo un retraso de más de una hora debido a las condiciones meteorológicas. Las autoridades ticas colocaron sobre la pista de la Base 2 la aeronave de una forma que los medios de comunicación no pudieran documentar con claridad el desembarco de estas personas. Lejos de parecer “criminales”, como el presidente de Estados Unidos suele catalogar a los migrantes, quienes aterrizaron en el aeropuerto en Alajuela eran muchas mujeres con niños en brazos y pequeños más grandes cubiertos de suéteres. Decenas de rostros desangelados que se asomaban por las ventanas de la aeronave rodeados de funcionarios de migración y policías.
Un día antes del aterrizaje del avión con los deportados, el presidente Chaves trató de contrarrestar las críticas por convertir a Costa Rica en “un país puente”. “Estados Unidos nos está tratando muy bien y nosotros a ellos también, porque somos colaboradores cercanos (…) Estamos ayudándole al hermano económicamente poderoso del norte, a quien si nos ponen un impuesto en zona franca nos friegan, –que no creo que lo vayan a hacer– y además amor con amor se paga. 200 (migrantes) vienen, los tratamos bien y se van”, dijo el mandatario en un acto público en la zona sur del país, cerca de donde estarán retenidos los recién deportados.
No son menores no acompañados

Previo al aterrizaje del vuelo en Alajuela, el director de migración y viceministro de Gobernación tico, Omer Badilla, enfatizó que los migrantes eran “núcleos familiares completos”, descartando que se tratara de menores de edad no acompañados.
“Esa es una de las características de este vuelo: todos los pasajeros tienen una connotación familiar (…) La Dirección General de Migración emitió una resolución que regulariza su situación durante 30 días. En ese período, se gestionarán los retornos voluntarios”, dijo el funcionario.
Badilla insistió que “la mayoría (de los deportados) deseaban regresar a su país de origen” y, de presentarse “casos particulares”, se “evaluará de manera puntual”. “El Gobierno de los Estados Unidos investigó y analizó a cada persona antes de su deportación. No se encontró ninguna alerta de seguridad en ninguno de los pasajeros”, insistió el viceministro.
Después de un vuelo de más de cinco horas desde San Diego, los 135 deportados fueron montados en tres autobuses que se dirigieron al caer la tarde a Corredores, una ciudad situada al sur de Costa Rica, fronteriza con Panamá, donde serán alojados en un albergue gubernamental llamado Centro de Atención Temporal para Migrantes, mejor conocido como CATEM, donde serán custodiados por policías.
Según las autoridades ticas, Estados Unidos ha financiado toda la operación de deportación y los fondos son administrados por la Organización Internacional para las Migraciones (OIM) y otras agencias de Naciones Unidas, incluído el tiquete de retorno al país de estas personas.
El vuelo de deportación a Costa Rica ha sido el último –hasta ahora– que se dirigió a Centroamérica, ya que unas 300 personas –también procedentes en su mayoría de países asiáticos– están retenidas en un hotel de Panamá. El viceministro Badilla dijo que aún queda otro remanente de 65 migrantes que Costa Rica recibirá, ya que el acuerdo inicial es de 200 personas.
Sin embargo, no aclaró, ni descartó que su país siga sirviendo a Trump “como país puente”. “Es simplemente una colaboración mutua entre ambos países aliados”, dijo. Una “colaboración” de la que el presidente Chaves ha sacado a relucir aún más después de la visita del Secretario de Estado Rubio, quien resaltó la gestión del mandatario tico por prohibir, a través de un decreto presidencial, que empresas chinas puedan desarrollar tecnologías 5G en el país.
“Esta relación tiene características sin precedentes en más de 200 años de relaciones entre Washington y San José”, dijo a DIVERGENTES Carlos Murillo, especialista en relaciones internacionales de la Universidad Nacional. “Responde a la confrontación geopolítica entre Estados Unidos y China, y el estilo de la doctrina Trump basada en la idea del soberanismo que adoptó Estados Unidos en los años 20. No es aislacionismo, sino un planteamiento de consolidar todo en función de beneficios directos. Es una política de corte imperialista en que llega golpeando la mesa para que ceda a las demandas de Washington; es no dar algo sin recibir más. La pregunta es por qué Chaves cede tan fácilmente a las exigencias de Trump, subordinado su política comercial y hasta asuntos domésticos, como es lo migratorio, sin que esté claro a cambio”.
“El amor con amor se paga” ya comienza a ser interpretado en los corrillos políticos de Costa Rica, porque después de conocerse que Chaves recibiría a los 200 migrantes, la administración Trump suspendió las visas de dos diputadas opositoras del mandatario tico, ambas críticas del decreto presidencial que prohibió empresas chinas en el desarrollo de tecnologías 5G. “Hay muchas aristas en este amor complejo que nunca había sido tan intenso en tan corto tiempo”, dijo el catedrático Murillo.