El gobierno “rupturista” de Rodrigo Chaves cumple un año entre fricciones en Costa Rica

El presidente intensifica mensajes contra la “aristocracia tradicional” y contra la prensa para defender su gestión ante problemas estructurales, reflejados en la ola de criminalidad. Las críticas de fondo y forma a la administración chavista vienen desde flancos opositores, mientras que la mayoría popular aún apoya el nuevo ‘hombre fuerte’, aunque con cuotas de desconfianza

Rodrigo Chaves junto a su familia en su toma de posesión. Foto de Carlos Herrera | Archivo de Divergentes.

Un ambiente de polarización política con discursos inéditos en la estable Costa Rica enmarca la celebración del primer año del gobierno de Rodrigo Chaves. El ‘outsider’ que saltó al poder en mayo del 2022 celebra su primer ciclo mientras eleva la promesa de ruptura con las estructuras tradicionales en un supuesto afán por evitar el descalabro social debido a problemas que se expresan en la ola de criminalidad a la que el mandatario no descarta responder con un “Estado de excepción”, una frase que evoca a la estrategia de Nayib Bukele en El Salvador.

El presidente que se autodenominó en su discurso de posesión como “un posible accidente histórico” en el curso costarricense aprovecha el primer aniversario para renovar el pulso de poder con una Asamblea Legislativa de abrumadora mayoría opositora. De un lado alza la voz el Gobierno del economista que se atribuye condiciones de salvador, altisonante y encarador alimentado por el aplauso popular en las encuestas, y del otro, la respuesta que entre la indignación y el desconcierto dan partidos políticos, algunas élites empresariales, organizaciones gremiales y la academia.

El año se cumple este lunes, pero el informe de labores anual lo presentó Chaves ante los diputados el martes centrado en la idea de “Costa Rica está hoy sustancialmente mejor que el país incierto y precario que recibimos” y sustentado en datos cuidadosamente amoldados. Hablaba sobre todo de los mayores desafíos cuando tomó el mando: la economía con una recuperación desigual de la economía (el PIB crecería 3,3% en 2023) y mejores cifras fiscales por políticas de austeridad heredadas del gobierno anterior, pero con un alto costo en inversión social, desempleo (con leve descenso en la tasa, en 11%, pero sin generación de nuevos puestos laborales y un aumento en la población que desistió de buscar trabajo), y costo de la vida, aliviado por una baja en la inflación que los economistas atribuyen a factores internacionales.

Minutos después vino el discurso del presidente de la Asamblea Legislativa, Rodrigo Arias, un notable representante de la clase política y empresarial tradicional que Chaves suele atacar, quien abundó en reproches, correcciones y advertencias, secundado después por representantes de las cinco bancadas opositoras ocupantes del 82% de las curules del Congreso, portadores de las llaves de posibles reformas de interés para el Gobierno y altavoces de sectores creyentes en la idea de que Chaves sólo ha venido a agravar los problemas del país.

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En nombre del pueblo

El gobierno “rupturista” de Rodrigo Chaves cumple un año entre fricciones en Costa Rica
El presidente de Costa Rica, Rodrigo Chaves, habla con EFE durante una entrevista el 4 de mayo de 2023, en San José. EFE/ Jeffrey Arguedas

La población, sin embargo, tiene a su favorito. Chaves ha perdido uno de cada cinco apoyos que tenía en octubre, pero aún tiene a su favor al 63% de las opiniones ciudadanas, según una encuesta publicada en abril por un instituto de la Universidad de Costa Rica (UCR, estatal), otro de los blancos de Chaves cuando blande el discurso de los privilegios. El estudio también dice que la inseguridad (con un récord de homicidios en 2022 y 45% de aumento en lo que va de 2023) es vista como la mayor preocupación del país, por encima del desempleo y el costo de la vida y que, paradójicamente, el 60% de la población cree que Chaves tiene poca o ninguna capacidad de resolver esos problemas. Entre ellos, Marcos, transportista de una empresa de alimentos: “Pues no he visto cambios y ya dudo de que mejore las cosas, pero por los partidos de antes no vuelvo a votar jamás”, decía el domingo mientras compraba la verdura.

La oferta de Chaves ha sido mostrar un “estilo gerencial”, una mano firme que sus críticos prefieren llamar “autoritario” o “impulsivo” al frente de un gabinete que ha resultado ser el más inestable de este siglo. Como muestra de osadía ha ejecutado rompimientos de contratos que habían funcionado por años entre Gobierno y otras organizaciones públicas o privadas, casi siempre bajo el argumento de que se despilfarraba dinero, de que solo beneficiaban a unos pocos o incluso de que tenían un origen corrupto. Así ocurrió con la revisión de la flota vehicular nacional, con el desarrollo de obras de infraestructura, un añejo proyecto de informática educativa e incluso una alianza para atracción de inversión extranjera, una de las puntas de lanza del actual modelo económico del país. En otros casos, denunciar supuestos actos corruptos del pasado y anunciar acusaciones contra los supuestos responsables, aunque sólo en algunos se han concretado.

Ese es el dilema en el contexto. Mantener las estructuras o romperlas para recuperar lo que ellas antes propiciaron en un país donde en 2022 una mayoría apostó por un experimento con un partido novato. Su promesa es recuperar el reconocido sistema de bienestar y el ambiente pacífico que décadas atrás hicieron de la frase “pura vida” una marca del país y no sólo una muletilla de la gente o un anzuelo para el famoso destino ecoturístico. “Perder el país” es el mayor temor de la población, por encima de la penetración del narcotráfico en los barrios, envejecer sin pensión, sufrir un asalto o padecer angustias económicas, indicaba el estudio de opinión de la UCR.

Ese miedo calza con los diagnósticos con advertencias de informes sobre un deterioro histórico en el desarrollo o con la premisa del propio Chaves cuando asumió el poder. “Si la clase política falla una vez más, el país se podría desmoronar”, dijo él sobre esta sociedad de desigualdades crecientes al prometer una receta de valentía para gestar el “rescate de la democracia”. Meses más tarde fue más gráfico: “hormonas”.

El usual llamado de presidentes entrantes por el diálogo aparecía al principio en el papel como una promesa por ver, pero con el paso de los meses Chaves mostró con hechos haberse inclinado por el método de la confrontación. “No quiero tender puentes al infierno ni con filibusteros, prefiero volarlos, prefiero dinamitarlos. Con los filibusteros murallas y con el pueblo puentes y abrazos”, vociferó en un discurso en abril, refiriéndose a partidos políticos y advirtiendo que los combatirá “con el fusil del voto y de la opinión pública”. Dinamitaba, en efecto, el camino a posibles negociaciones con bancadas opositoras que no tardaron en expresar un enojo que aún humea y pone cuesta arriba la viabilidad de diversas propuestas de Gobierno en su segundo año, presupuestos incluidos.

Esos otros

El gobierno “rupturista” de Rodrigo Chaves cumple un año entre fricciones en Costa Rica
Estudiantes de la Universidad de Costa Rica (UCR) se manifiestan contra el gobierno de Rodrigo Chaves frente a la casa presidencial por el aumento de los precios del transporte público. Foto de EFE.

La pólvora retórica ha sido frecuente y no podía faltar en el informe anual que Chaves, banda al pecho, leyó en la sesión solemne de la Asamblea Legislativa el 2 de mayo, después de una caminata de unas cuatro cuadras en las que iba saludando y abrazando a quien se cruzara él y su comitiva, como reprodujo en escenas de su cadena televisiva dominical. “En algún momento, hace ya mucho tiempo, nos salimos del sendero. Fuimos capturados por grupos con intereses estrechos y egoístas. Conocemos bien a esos ticos con corona: unas pocas y marchitas aristocracias políticas, periodísticas, empresariales y gremiales que se aliaron, pasando por encima de nuestras leyes e instituciones o amañándolas a su antojo”, leyó.

Por eso las constantes críticas al Poder Judicial, a “mandos medios” del sector público, universidades y casi a cualquier organización que lo contradiga de manera abierta. La prensa es uno de sus blancos predilectos; a periodistas ha llamado “canallas”, los ha comparado con ratas y los suele exponer en las conferencias de prensa semanales donde hay momentos de ‘talk show’. Él separa a los reporteros malos de los buenos, contestando a veces con “lo que dicen las redes sociales” y otras veces haciendo escarnio o atribuyendo datos falsos. Lo volvió a mostrar el miércoles, cuando un reportero le preguntó la opinión sobre la caída de Costa Rica del puesto 8 al 23 en la clasificación mundial de libertad de prensa de Reporteros sin Fronteras en 2023, que señala los ataques verbales y la falta de transparencia durante el gobierno actual.

Por eso Chaves pide a la gente que no crean a esos medios de comunicación que han publicado informaciones con cuestionamientos al relato oficial o sobre probables ilegalidades en el financiamiento electoral de la campaña del actual mandatario. Les pide “mantenerse sintonizados” a las comunicaciones oficiales por las redes sociales, por el canal televisivo estatal o por los medios “que sí hacen bien su trabajo”. Para él, es injusto no se le reconozca como logro propio el relativo descenso en el costo de la vida y el impulso de políticas para abaratar el arroz al consumidor (en perjuicio de productores locales y beneficios millonarios para importadores) o para recuperar el sistema educativo venido a menos en años recientes, más aún con la pandemia.

Grietas en el relato

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El presidente de Costa Rica, Rodrigo Chaves, habla durante la VI Reunión de la Alianza para el Desarrollo en Democracia en Ecuador. Foto: Archivo de EFE.

El Gobierno incluso se atribuye créditos en la acción contra el crimen, pues exalta la cantidad de sospechosos detenidos y la presentación de proyectos de ley que el mandatario llevó personalmente al Congreso durante un acto transmitido en vivo. La ‘Operación Costa Rica Segura’, el plan presentado en abril después de numerosas críticas por la falta de respuestas ante la ola de asesinatos empujada por las luchas entre grupos narcotraficantes, pretendió ser un hito al cumplirse el primer aniversario, pero en solo 48 horas debió echar marcha atrás en una de las principales medidas porque implicaba el recorte de días libres a los policías y varios grupos de estos protestaron en las calles. ‘Digamos que yo no lo entendía bien’, dijo en una visita a una delegación policial que la Presidencia también hizo transmitir en vivo en redes sociales.

Las promesas de Chaves no habían priorizado la inseguridad, pero se ha convertido en un dolor de cabeza y lo ha obligado a reaccionar sobre la marcha. Primero había reconocido que la situación se sale de las manos, después negó que se trate de una crisis y culpó a los medios por proyectar esa sensación, luego su ministro avisó que no sería antes de noviembre cuando presentaría una estrategia y de repente en abril el presidente lanzó el plan con una medida central que canceló dos días después. Sí es más clara su propensión a la mano dura, a extraditar a nacionales investigados por narcotráfico, a elevar las penas a menores de edad, reducir beneficios carcelarios y defender la posesión de armas legales en manos de civiles. 

En una entrevista con la agencia France-Press contestó “haremos lo posible para no llegar al Estado de excepción”, una posibilidad que prevé la Constitución Política para suspender garantías individuales, pero solo con el voto de la mayoría calificada de la Asamblea Legislativa, donde varios diputados la rechazaron de inmediato. “Rechazo absoluto a esas posiciones que lesionan la estructura democrática de la nación”, dijo la diputada Gloria Navas, presidenta de la comisión legislativa sobre seguridad. Pese a ello, Chaves suele exaltar el carácter tradicionalmente pacifista de Costa Rica y la carencia de ejército.

En vísperas del aniversario Chaves elevó a su jefe de despacho al cargo de Ministro de Comunicación, en un área vital para mantener el apoyo popular durante un año de preparación a las elecciones de gobiernos locales de febrero de 2024. La incógnita es cuál partido representará al movimiento ‘chavista’, pues la ley prohíbe al Presidente participar en política electoral y él ha manifestado estar distanciado de la cúpula del Partido Progreso Social Democrático (PPSD) que le permitió alojar su candidatura presidencial en 2022.


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