Durante casi todo el tiempo que estuvo en la cárcel La Modelo, el periodista Víctor Ticay fue el barbero de la mayoría de presos políticos. Por su buen comportamiento, las autoridades le facilitaban máquinas, navajas Gillette y tijeras para que los encarcelados “estuvieran presentables”, según cuenta el periodista, detenido por la dictadura de Daniel Ortega y Rosario Murillo desde el 6 de abril de 2023, luego de dar cobertura a una procesión religiosa de Semana Santa en su pueblo, Nandaime.
Ticay aprendió a cortar pelo unos meses antes de ser detenido. Su esposa, estilista de profesión, le compró la primera máquina para cortar cabello. Viendo videos en YouTube y practicando con su sobrino pequeño, Ticay aprendió tan bien que a los meses ya tenía clientes fijos a los que les cortaba el pelo.
Así era Ticay antes de su encarcelamiento: corresponsal de Canal 10 de televisión, administrador y reportero de su página de Facebook, La Portada; filmaba y tomaba fotografías en eventos sociales, bodas, quinceaños, etc., y era barbero en el poco tiempo que le quedaba libre. “Me iba bien”, agrega el periodista.
Por eso ahora que fue desterrado desde el pasado 5 de septiembre a Guatemala, como parte de un grupo de 135 críticos del régimen de Daniel Ortega y Rosario Murillo, cuando se le pregunta qué fue lo más duro que vivió en los 17 meses que pasó en la cárcel, no duda en decir que fue “la impotencia de no poder hacer nada. Estar atado de pies y manos, y alejado de tu vida cotidiana”.
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El arresto “con lujo de violencia”
El 5 de abril de 2023, Víctor Ticay le dio cobertura a la procesión católica cultural de Nandaime llamada “La Reseña”. Era costumbre para él cubrir esta festividad popular cada Semana Santa donde un grupo de devotos se reúnen en el atrio de la iglesia, vistiendo túnicas antiguas, para luego correr por las calles del pueblo con una cruz liviana, mientras los espectadores, desde las puertas de sus casas, les tiran de todo, incluso piedras, pero sin buscar lastimarlos.
Sin embargo, debido al Estado policial que existe en Nicaragua desde 2018, la actividad fue prohibida por la Policía. Ticay no fue el único que grabó la procesión, pero fue uno de los rostros que reconocieron los policías.
Al día siguiente, el jueves 6 de abril, Ticay estaba preparando el almuerzo en su casa. Primero, miró pasar un motorizado que volteaba a ver a su dirección. Luego, llegó una camioneta con varios motorizados vestidos de civil. Entraron a arrestarlo “con lujo de violencia”, dice Ticay. Uno de los hombres le dijo, en tono amenazador, “vos mandás si lo hacemos a tu manera o a la mía”.
Ticay colaboró y se montó a la camioneta. Lo llevaron a la estación de Policía, y dice que varios habitantes lo reconocieron, por ser uno de los periodistas populares del pueblo. En esa estación lo cambiaron de vehículo, mientras él intentaba sacar la cabeza para que las personas lo reconocieran.
Aún después de 17 meses en la cárcel, de ser desterrado, desnacionalizado y confiscado, Ticay no quiere responder con detalles las ofensas que le dijeron durante el arresto. Tampoco si sufrió malos tratos en la cárcel o golpes durante su detención. Calla a las preguntas o simplemente dice “no puedo responder”.
Por esa cobertura, fue condenado a ocho años de cárcel por los supuestos delitos de propagación de noticias falsas, conspiración para cometer menoscabo a la integridad nacional y traición a la patria.
En un hotel de Guatemala, Ticay tiene el pelo recién cortado y no se nota que haya bajado mucho de peso. Remarca que eso se debe a que las condiciones en la cárcel La Modelo fueron mejores que los dos meses y tres días en la estación policial del Distrito III de Managua, cuya estancia califica como “un sufrimiento”, y “peor” que las de El Chipote, un centro de detención denunciado porque se practican torturas en sus instalaciones. Estuvo todo ese tiempo sin poder ver a su familia.
“No estabas en la lista en ese momento”
Durante los interrogatorios “cansados”, Ticay le cuestionó a uno de sus interrogadores por qué lo detenían por algo tan absurdo como grabar una festividad del pueblo, y en 2018 no lo tocaron por cubrir las protestas. El oficial le respondió, que en ese momento (2018), “no estabas en la lista, simplemente no eras de interés”.
En 2020, por su cobertura durante la pandemia, Ticay denunció públicamente a un funcionario de la Alcaldía de Nandaime, Pedro Morales, quien lo quiso atropellar con su camioneta y lo amenazó con una pistola.
Desde el primer día de su arresto, le cuestionaron por una publicación que hizo el también periodista desterrado, Miguel Mendoza, en la que pedía por la libertad de Ticay. “Yo estaba consciente que estaba del lado de los buenos… Algunos funcionarios del penal también están conscientes de la situación de nosotros (los presos políticos)”, dice Ticay.
En sus primeras horas en el destierro, Ticay dice tener “sentimientos encontrados”. Por un lado, se siente triste por estar desterrado, además de que le fueron confiscadas sus cuentas y su página de Facebook. Pero, obviamente, aunque lejos de su patria, él está contento porque ya se encuentra libre.
En la estación policial del Distrito III de Managua, era sacado de su celda a cualquier hora para sufrir largos interrogatorios. De noche, de día, de madrugada, le preguntaban lo mismo: quién lo financiaba, para quién trabajaba, que si tenía patrocinadores en Estados Unidos y Europa. Y Ticay le respondía que su único salario era el que recibía de Canal 10 por ser corresponsal de su pueblo, y otros ingresos por su página de Facebook.
En la cárcel La Modelo, también otros funcionarios le preguntaron si iba a seguir siendo periodista después de todo este tiempo en prisión, y Ticay nunca dudó en responder que “sí”. De hecho, después de cumplir los trámites migratorios, quiere ponerse de inmediato a trabajar como periodista en donde sea, y como sea.