Gioconda Belli es uno de los referentes de la literatura nicaragüense. Actualmente vive su segundo exilio. Lleva ya algunos meses tratando de adaptarse a la vida en Madrid, España, pero siempre lleva a Nicaragua colgada como un broche. Aunque en las dos ocasiones ha tenido que abandonar el país a causa de dictaduras, ella dice que “el exilio es muy doloroso a cualquier edad y en cualquier momento”.
La poeta y novelista habla con DIVERGENTES sobre la persecución reciente contra productores y músicos críticos. Ella, quien tuvo que exiliarse por criticar al régimen de Daniel Ortega y Rosario Murillo, dice que los mandatarios simplemente decidieron que los artistas críticos, como ella, fueran considerados “peligrosos”. Y explica que a lo largo de la historia las dictaduras han perseguido a los artistas porque “son los que reproducen los valores, las ideologías, de una manera en la que apelamos al corazón, a la emoción y a la experiencia humana”.
Belli asegura que “estamos en manos de dos personas que no saben lo que están haciendo”. Pero que también su forma de actuar se explica porque “ellos han llegado a un punto en que piensan que la defensa de su poder es más importante que la felicidad y el bienestar de Nicaragua”. Según la galardonada escritora, lo que están haciendo es “obligando a la gente a acomodarse a un sistema que ellos están inventando, basado en la violencia y la venganza”.
Desde el año pasado vive su segundo exilio. ¿Cuáles han sido las diferencias entre los dos momentos y cuáles los puntos de encuentro?
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El exilio es una aberración de una situación insostenible para muchas personas. Claro, mi exilio ahora es bastante fuerte, porque me estoy exiliando después de haber trabajado y haber dado mi vida y visto morir a tanta gente por construir un país donde no hubiera más exilio. Uno sobrevive porque el impulso vital es muy importante, la sobrevivencia la llevamos de forma genética. Pero hay un poco de muerte en el exilio. Para estar en el exilio uno tiene que morir, una parte de uno se muere, de tristeza, de nostalgia…Cuando era más joven, yo creo que tenía 25 años edad cuando me fui por primera vez al exilio, tenía dos niñas pequeñas que tuve que dejar en Nicaragua por varios meses. Y ese desgarramiento de verme separada de mis hijas afortunadamente no lo vivo igual ahora. Eso fue lo más triste que me pasó en el exilio la primera vez. Y bueno, después me fui a Costa Rica. Recuperé a mis hijas y pasé inmersa en la lucha contra Somoza.
¿Qué ha sido lo más duro de este segundo exilio?
“Patria que se te negara”, eso lo dice Carlos Martínez Rivas en un poema. La patria es algo tan profundamente de uno. El lugar donde uno nace marca tanto la persona que uno es, que verse despojada de la posibilidad de estar ahí, de tener sus raíces bien plantadas; de beber el agua de la tierra propia, es muy doloroso. Es muy doloroso a cualquier edad, en cualquier momento. Es una tristeza que habla mal, de cierta forma, de lo que pasa en el país. Porque nada es más decidor del Estado y la suerte de un país que la gente tenga que exiliarse. Yo siento mucho no solo mi exilio, sino el exilio de tantos nicaragüenses que tuvieron que dejar Nicaragua, ese país que todos amamos, que andamos colgados porque es chiquito. Yo no he visto a ningún nicaragüense que no ande ese país a cuestas, que no sienta nostalgia de los nacatamales, del gallo pinto, de las risas, de los paisajes.
Usted y el escritor Sergio Ramírez fueron dos figuras del sandinismo en los años 80, pero ahora son muy conocidos por su trabajo literario y de promoción cultural. ¿Por cuál de los dos creen que fueron perseguidos esta vez?
Fuimos perseguidos como mucha gente en Nicaragua. Porque no somos los primeros y desafortunadamente no vamos a ser los últimos en ser perseguidos por cuestiones arbitrarias. Creo que Sergio Ramírez y yo no habíamos dado a Nicaragua otra cosa que nuestro trabajo, nuestro empeño en hacer algo como la literatura tan bien como la podemos hacer. Como la hemos heredado que se puede hacer. Porque venimos de un país de poetas, un país donde la literatura ha sido excelente. El país de Rubén Darío. Y nosotros lo que hemos tratado de hacer es esa literatura, continuar esa literatura. Y bueno, sí estuvimos involucrados en los años 80, precisamente porque teníamos el sueño de esa poesía inculcado en todas las generaciones que soñaron con un país libre, digno.
En las últimas semanas se ha incrementado una persecución contra los artistas (promotores, cantantes de rock…) en Nicaragua. ¿Por qué cree que la pareja de mandatarios lo hace?
Nosotros estamos en el exilio porque pensamos que ellos no están haciendo un buen trabajo, porque los hemos criticado con todo nuestro derecho. Y porque decidieron que éramos peligrosos, igual que han decidido que son peligrosos los muchachos que cantan, que los han deportados de su propio país. Es algo que solo existía en la época medieval. El ostracismo que te sacarán de tu país, que te sacarán por un tiempo. Eso es algo que ya no existe en este mundo moderno. No te pueden deportar o impedir volver a tu país. El país es de uno, no de los que lo gobiernan. Hay derechos inalienables. Y esos derechos los están atropellando. Seguirán habiendo gente perseguidas mientras ellos sigan manejando el poder de esa manera vengativa, arbitraria.
Perseguir a los artistas lo hizo Somoza en Nicaragua, pero también otras dictaduras en Latinoamérica. Incluso, en Cuba recientemente fue reprimido el Movimiento San Isidro y una Canción “Patria y Vida” se convirtió en el himno de las protestas. ¿Por qué las dictaduras persiguen a los artistas?
Las dictaduras persiguen a los artistas tradicionalmente porque los artistas son los que reproducen los valores, las ideologías, de una manera que no es dando lecciones, sino que los artistas apelamos al corazón, a la emoción y a la experiencia humana. Nosotros no hablamos de fantasías, sino de la experiencia humana. Y desde la experiencia humana está bien claro lo que pasa cuando a una persona le quitan su libertad, su manera de existir. O tiene que encontrar una manera de existir en el lugar donde sienta que su dignidad, su derecho a vivir, su libertad, no puede ser atropellado porque un gobernante lo decida. Los artistas vamos a seguir hablando, vamos a seguir escribiendo. Los músicos van a seguir escribiendo música, porque ese es el espíritu nicaragüense, y no se va a doblegar.
¿Encuentra alguna explicación a lo que está pasando en Nicaragua?
Esta dictadura que tenemos ahora es tan cruel, tan sádica, tan extraña. Porque realmente la dictadura de Somoza bombardeó ciudades, mató gente. Pero estos (Daniel Ortega y Rosario Murillo) tienen una manera de hacer las cosas que a veces no se explica. A veces te da la sensación de que estamos en manos de dos personas que no saben lo que están haciendo. Esa es una sensación muy difícil de racionalizar, porque no saben lo que están haciendo: le están haciendo un daño profundo a Nicaragua. Porque toda esa hostilidad contra el mundo, lo que hacen con la OEA, con los presos políticos, todas las leyes absurdas que aprueban. Que acaben con oenegés como Operación Sonrisa, como Padre Fabretto. Oenegés que eran importantes en Nicaragua, como la organización de las mujeres en las maquilas o aprendizajes de las formas democráticas de existir. ¿Por qué están acabando con todo eso? ¿Por qué van a acabar con la UCA? ¿Por qué están embistiendo todas las posibilidades educativas de los nicaragüenses, como no dejar que los muchachos acaben con sus carreras? ¿Cómo no comprender lo que significó abril (2018)? ver esos videos de las multitudes y atreverse a decir que fue un golpe de Estado. No tener la seriedad y responsabilidad de ver por qué sucedió, por qué la gente no quiso seguir resistiendo esa desmembración de lo poco que habíamos logrado desde los años desde la guerra contra Somoza hasta que llegó al poder de vuelta Daniel Ortega. Lo que habíamos recuperado: la sensación de libertad que teníamos. No darse cuenta de que habían atropellado al pueblo nicaragüense.
¿Qué considera que los mueve a actuar de esa manera?
Cuando nosotros vemos los juicios contra los presos políticos es una atrocidad, porque la dictadura sabe perfectamente que esas personas son inocentes de los cargos que le están achacando; que no es un problema del imperialismo lo que pasa en Nicaragua. Saben perfectamente que las personas que se levantaron en abril de 2018 no son violadores ni abusadores. Lo que pasa es que han llegado a un punto en que piensan que la defensa de su poder es más importante que la felicidad y el bienestar de Nicaragua. No se dan cuenta de lo que están haciendo al aislar a Nicaragua de todo el mundo occidental (democrático) al que pertenecemos. Entonces obligarnos a convertirnos en otra persona, a que aceptemos cualquier cosa que nos quieran imponer, solo por conservar su poder, eso no tiene ninguna justificación. Y eso es lo que están haciendo con Nicaragua: obligando a la gente a acomodarse a un sistema que ellos están inventando, basado en la violencia y la venganza.