Berta Valle

Berta Valle
3 de septiembre 2024

Unidad religiosa en defensa de la libertad de Nicaragua


En Nicaragua, la dictadura de Daniel Ortega y Rosario Murillo ha desatado una implacable persecución contra la libertad religiosa. Bajo el pretexto de regulaciones sobre ciberdelitos, crímenes financieros y soberanía nacional, el régimen ha dirigido su embestida especialmente contra la Iglesia católica, conocida por su firme defensa de los derechos humanos. Clérigos y laicos han sido arbitrariamente arrestados, encarcelados y exiliados, mientras que las propiedades de organizaciones católicas, tanto caritativas como educativas, han sido clausuradas y confiscadas. 

Esta represión no se limita a la Iglesia católica; también las iglesias evangélicas y, más recientemente, la Iglesia Morava, una institución con profundas raíces en la identidad del Caribe nicaragüense, han sido objeto de ataques similares, con la cancelación de sus personerías jurídicas. En marzo de este año, trece personas relacionadas con el ministerio evangelístico Puerta de la Montaña, incluidos sus abogados, fueron injustamente condenadas.

La libertad religiosa es un derecho fundamental e inalienable que permite a las personas vivir y expresar su fe sin temor a represalias. Por esa razón, es imperativo que los cristianos de todas las denominaciones nos unamos en una sola voz de solidaridad. La persecución no distingue entre católicos, protestantes, evangélicos o moravos; su único objetivo es silenciar cualquier voz que se levante en defensa de la dignidad humana y la libertad espiritual.

Crecí en la fe católica y, pocos años después de casarme en 2006, me convertí al cristianismo evangélico. De esa forma, viví en carne propia la importancia de la convivencia en la pluralidad de las expresiones de fe. Mi esposo, Félix Maradiaga, un católico practicante, y yo hemos construido un matrimonio interreligioso basado en el respeto mutuo y en la comprensión de que Cristo está entre nosotros, guiando nuestros pasos en esta travesía espiritual. Esta experiencia me ha enseñado que la fe que compartimos es un lazo inquebrantable, más fuerte que cualquier intento de división, y que nos llama a defender con determinación la libertad religiosa en Nicaragua.

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Nuestra fe compartida ha sido el pilar que nos ha sostenido a lo largo de los desafíos propios de un matrimonio, así como durante las arremetidas violentas del régimen, enfrentadas a lo largo de prácticamente toda una vida de activismo. Desde 2007, cuando Ortega regresó al poder, los ataques contra nuestra familia se intensificaron, volviéndose más extremos en 2016 y alcanzando su punto álgido en 2018. Sin nuestra fe, no habríamos podido superar los intentos de asesinato, la cárcel, el exilio y las confiscaciones que hemos sufrido. El régimen sabe que la espiritualidad es una fuente de fortaleza para los nicaragüenses, y no es casualidad que se les negara el acceso a una Biblia a todos los presos políticos en El Chipote.

El 8 de junio de 2021, mi esposo fue detenido arbitrariamente por el régimen de Daniel Ortega y Rosario Murillo. Durante 84 días, estuvo incomunicado sin que nuestra familia ni su abogado pudieran verlo o saber en qué condiciones se encontraba. A partir del testimonio de su abogado, Róger Reyes, quien acompañó a Félix a la fiscalía y presenció su detención, sabíamos que había sido golpeado muy severamente. Pocos meses después, el régimen también encarceló a Róger. Cuando finalmente se nos permitió la primera visita, Félix me envió un mensaje con su hermana: me dijo que se sentía fuerte y que me pedía que no guardara silencio en la denuncia internacional, pero que su única solicitud era una Biblia. Ese pedido resonó en lo más profundo de mi ser. La Biblia, para nosotros, no es solo un libro; es nuestro alimento espiritual, una guía que nos ha sostenido en los momentos más oscuros. Inmediatamente comencé a buscar la manera de hacerle llegar una, pero cada intento fue bloqueado por el régimen.

Por esta razón, en diciembre de 2021 lanzamos la campaña permanente #UnaBibliaParaFélix. Este esfuerzo buscaba asegurar que él y los demás presos políticos tuvieran acceso a una Biblia, un derecho que les fue negado hasta el último día de su excarcelación y expulsión del país en febrero de 2023. A pesar de los obstáculos, esta campaña visibilizó la persecución religiosa que muchos nicaragüenses enfrentan. El régimen no solo busca silenciar a sus críticos, sino que también intenta destruir la fe que ha sostenido a tantas personas en estos tiempos de opresión. El hecho de que no se le permitiera a mi esposo acceder a una Biblia, a pesar de ser un derecho protegido por las normas internacionales, como las Reglas Mandela, es un claro indicio de la dirección que ha tomado la represión en Nicaragua.

En el corazón de la libertad religiosa está la realidad de que la fe en Dios no puede ser coaccionada. Cada persona debe ser libre para encontrar y aceptar la fe, o incluso rechazarla, en sus propios términos. La campaña #UnaBibliaParaFélix es solo un capítulo en esta batalla espiritual, pero es un capítulo que ilustra la crueldad de un régimen dispuesto a destruir no solo la vida, sino también el espíritu de aquellos que se le oponen.

La persecución religiosa en Nicaragua por parte del Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN) no es un fenómeno reciente. Durante la década de los ochenta, el FSLN, impulsado por su ideología marxista, atacó la fe promoviendo desde el Estado la teología de la liberación y creando incentivos para que algunas iglesias protestantes se vincularon al movimiento sandinista. La enemistad del FSLN contra la Iglesia católica tiene raíces profundas, pero las iglesias evangélicas, más vulnerables por ser una minoría religiosa, fueron en parte cooptadas mediante la estrategia del “divide y vencerás”. Hoy, sin embargo, queda claro que ninguna expresión de fe está a salvo bajo este régimen, y que lo peor que podemos hacer los creyentes es no unirnos. Hoy es más urgente que nunca que los creyentes de todas las denominaciones nos unamos en defensa del derecho sagrado a ejercer nuestra fe.

Es por eso que ahora debemos pensar en #UnaBibliaParaNicaragua. Este no es solo un llamado a llevar la palabra de Dios a cada rincón de nuestro país; es un acto de fe en que la luz de la verdad prevalecerá sobre la oscuridad de la opresión. La Biblia, como símbolo de esperanza y fortaleza, debe llegar a las manos de aquellos que, incluso en las cárceles del régimen, se niegan a ceder su espíritu. Porque creemos, con todo nuestro corazón, que la fe, la libertad y la justicia son inseparables, y que juntos, como pueblo, podemos romper las cadenas que buscan aprisionar nuestra alma. Como nos recuerda el apóstol Pablo en Romanos 12:5: “Así nosotros, siendo muchos, somos un cuerpo en Cristo, y todos miembros los unos de los otros”. 

ESCRIBE

Berta Valle

Es una comunicadora nicaragüense, activista de derechos humanos y co-fundadora de la Fundación para la Libertad. Actualmente es becaria de Human Rights Foundation (HRF), miembro de la junta directiva del Movimiento Mundial por la Democracia y Voces en Libertad. Es miembro del World Liberty Congress y en 2024 el Instituto Republicano Internacional le otorgó el premio Jeane J. Kirkpatrick, en reconocimiento a su labor.