Arturo McFields, exembajador del régimen Ortega-Murillo en la Organización de Estados Americanos:

“Nicaragua es la primera dictadura en hacer quedar a la OEA con los pantalones abajo”

La salida formal de Nicaragua del organismo pone en entredicho la trascendencia de un foro político que, cada vez más, es opacado por las críticas de líderes de izquierda, pero sobre todo su falta de garra ante regímenes autoritarios como el Ortega-Murillo. “La OEA necesita reinventarse desesperadamente: lo que pasó con Nicaragua debe ser una escuela”, insiste el exdiplomático


16 de noviembre 2023

Arturo McFields en una foto de archivo durante su presentación de credenciales como embajador de Nicaragua ante la Organización de Estados Americanos. Archivo | OEA

El embajador de Nicaragua ante la Organización de Estados Americanos (OEA), Arturo McFields, renunció a su cargo en marzo de 2022. Su decisión le acarreó represalias de sus antiguos jefes, Daniel Ortega y Rosario Murillo, quienes lo despojaron en febrero de 2023 de su nacionalidad nicaragüense y confiscaron sus bienes. 

A pesar de que ya no ocupa el escaño en el organismo interamericano, sigue conectado al mundo de las relaciones diplomáticas en Washington. Conoce de primera mano los entresijos de una OEA que atraviesa un momento de intrascendencia política frente a los regímenes autoritarios de Latinoamérica.

La eficacia de la OEA, analiza McFields en esta entrevista con DIVERGENTES, resalta al máximo con la dictadura Ortega-Murillo, cuya decisión de retirar a Nicaragua del organismo se materializa este 19 de noviembre de 2023. “La OEA fue eficaz en el siglo pasado. Lo vimos con Somoza (…) Pero ahora, en la actualidad, la OEA ha sido rebasada por las llamadas dictaduras del siglo XXI. Y Nicaragua es la primera dictadura en hacer quedar a la OEA con los pantalones abajo”, afirma McFields con aplomo. 

Lo más grave es que el patrón marcado por los Ortega-Murillo lo repiten otros autoritarios de la región, como Guatemala, donde la intermediación del organismo en la crisis política no ha logrado que los ataques del Ministerio Público contra el presidente electo, Bernardo Arévalo, y su partido, el Movimiento Semilla, cesen. 

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“Necesita reinventarse desesperadamente: lo que pasó con Nicaragua debe ser una escuela”, recomienda el exembajador en esta amplia entrevista en la que, además, relata pormenores de la Cancillería Ortega-Murillo. 

La OEA insiste a Managua en no desmarcarse de sus compromisos

“Nicaragua es la primera dictadura en hacer quedar a la OEA con los pantalones abajo”
Vista general de los miembros de la Organización de los Estados Americanos (OEA) durante una sesión ordinaria del Consejo Permanente. EFE | Lenin Nolly
Este 19 de noviembre Nicaragua sale de la OEA y el Consejo Permanente emitió una resolución en la que advierte que Managua no se puede desmarcar de los compromisos en materia de defensa y promoción de los derechos humanos. ¿Qué implicancia real y práctica puede tener esto, tomando en cuenta que los Ortega-Murillo siempre han ignorado todo lo exhortado por el organismo?

En primer lugar, a mí me alegra mucho la resolución porque estamos en un contexto en el que la mayoría de los países que integran la OEA tienen una simpatía por los regímenes de izquierda. Si vos intentás abordar el tema de Venezuela, lo que pasa con María Corina Machado, es imposible; lo bloquean inmediatamente y esos temas no se ponen en la agenda. Si intentas abordar el tema de Cuba, inmediatamente te bloquean todos los países. Pero aquí viene la parte que me alegra: cuando vos decís abordemos Nicaragua, hay un consenso extraordinario, desde presidentes como el de México, Brasil y el de Colombia… Y vos decís, qué bueno eso; es bueno para la causa de la democracia y los derechos humanos. 

Esa es la parte que para mí es rescatable. Ahora bien, ¿qué no es rescatable? La salida de un Estado de un organismo interamericano como la OEA. Sin lugar a dudas es un golpe a la democracia y los derechos humanos que no se puede minimizar. O sea, ahora son Nicaragua, Venezuela (Gobierno de Nicolás Maduro) y Cuba. También han habido países como Bolivia que han amenazado insistentemente en que se van a ir de la OEA. Andrés Manuel López Obrador ha dicho que la OEA no debería existir, que no sirve para nada. Son declaraciones fuertes. Lula (da Silva) ha visitado Washington y no ha llegado a la OEA, ni siquiera hacer un saludo protocolar. Entonces son mensajes con los que vos no tenés que decir nada, simplemente demostrás que no creés en ese organismo. 

Luego ocurrió un importante diálogo entre la Unión Europea y América Latina y el Caribe, y en lugar de escoger el foro de la OEA, escogieron el Foro de la CELAC. Entonces hay un interés en ir bajando la vigencia y la preponderancia a la OEA para darle paso a la CELAC. Por esas condiciones reales yo creo que hay esperanza en el tema de la resolución, pero si consideramos que cuando Nicaragua era miembro no se pudo hacer mucho, es mucho más desafiante hacer algo cuando ya se desvincula de la organización. 

La OEA tuvo que sacar una resolución y emitir una opinión jurídica diciendo de que, aunque Nicaragua se vaya, no pierden su responsabilidad ante los diversos organismos interamericanos como la CIDH (Comisión Interamericana de Derechos Humanos), la Corte Interamericana, la Comisión Interamericana de Derechos de la Niñez, por ejemplo, o la Comisión Interamericana contra el Terrorismo. Entonces son aspectos en los que todavía tiene Nicaragua una responsabilidad que no puede obviar. Pero en la práctica, la OEA es un foro político por excelencia y lo que pasó con Nicaragua ha sentado un precedente muy negativo para la OEA. Ahora vemos que se repite en algunos países como Guatemala, en esta situación con las elecciones.

¿Cuando decís un precedente negativo podríamos referirnos a la eficacia de la OEA, en el sentido que emitieron decenas de declaraciones sobre la deriva totalitaria de los Ortega-Murillo, pero nada surtió efecto? En otras palabras, ¿es acaso la OEA un instrumento sin dientes frente a regímenes autoritarios?

La OEA fue eficaz en el siglo pasado. Lo vimos con Somoza. La posición que tomaron ayudó mucho. Lo vimos con el proceso de paz en Nicaragua, lo vimos con la celebración de las primeras elecciones libres, justas y transparentes en la historia de Nicaragua. Lo vimos cuando le quisieron dar un golpe de Estado a Enrique Bolaños… Pero ahora, en la actualidad, la OEA ha sido rebasada por las llamadas dictaduras del siglo XXI. Y Nicaragua es la primera dictadura en hacer quedar a la OEA con los pantalones abajo. 

El patrón que marcó Ortega, si te fijás, lo está repitiendo ya Alejandro Giammattei en Guatemala. ¿Por qué lo digo? Invita a la OEA, firma acuerdos y respalda resoluciones del organismo. Ehhh… todo eso lo hizo Ortega, pero Giammattei nunca desmonta las acciones de la fiscal Consuelo Porras y de Rafael Curruchiche. De nuevo, es algo similar a lo que hizo Ortega: firmó, invitó, acompañó, pero nunca desmontó la represión y los arrestos arbitrarios. Ortega es una escuela de abuso.

El fiasco de la Carta Democrática

“Nicaragua es la primera dictadura en hacer quedar a la OEA con los pantalones abajo”
El secretario general de la Organización de los Estados Americanos (OEA), Luis Almagro, durante una sesión extraordinaria del Consejo Permanente. EFE | Lenin Nolly
Arturo, vos estuviste dentro, conocés bien, digamos, la tubería de la OEA. ¿Por qué nunca se pudo alcanzar consenso entre los países miembros para aplicar la Carta Democrática, cuando tenían tamaña brutalidad represiva de los Ortega-Murillo de frente?

Como te digo, Ortega jugó con la OEA. Dio la apariencia de que quería algún tipo de entendimiento o salida pacífica. Él jugó todas las reglas del juego, dijo: “vamos a hacer reformas electorales, vamos a trabajar con una misión”.

Cuando llegó Wilfredo Penco a Managua en 2017… 

Sí,  y luego se dijo va ir la CIDH a visitar Nicaragua y llegó la CIDH. ¿Qué más querés? Va a llegar Almagro, llegó Almagro. Es más, Ortega fue tan hábil que, mientras hacía eso, hasta envió a Francisco Campbell a reunirse con Marco Rubio aquí, en Estados Unidos, a decirle ya estamos trabajando con la OEA. ¿Me entendés? Y en algún momento, aunque no fue tan público, llegaron algunos embajadores de la OEA a Nicaragua. Pero eso solo fue una jugada magistral del dictador para ganar tiempo. Luego Marco Rubio dijo, ideay, “no es que estaban trabajando con la OEA, pero no han cumplido nada y siguen en la misma represión”. 

Desde el anuncio de Ortega de retirar a Nicaragua de la OEA, ¿has conocido de algún acercamiento o algunas acciones que haya tomado la OEA al respecto, como tratar de persuadir para evitar la salida?

Una vez que Ortega retomó el control del país a sangre y fuego, hubo un cambio: Ortega ya no quería nada, ni con la OEA, ni con Estados Unidos. Ya estaba montado y afianzado porque sabía a lo que iba: a una deriva autoritaria al siguiente nivel, que la fue desempacando poco a poco, porque todavía cuando yo estaba ahí, en la OEA, en diciembre de 2021, habían comunicaciones con Almagro. Conversábamos y estábamos trabajando en la liberación de los presos políticos. Sin embargo, la dictadura no dijo que no y tampoco dijo que sí para liberarlos… Simplemente recibían las cartas, recibían las comunicaciones de Almagro. Y también enviaban comunicaciones a la OEA a través de mi persona, pero también las enviaban hasta con Fidel Moreno. Para que te dés cuenta de todos los canales que usaban para enviarle mensajes a Almagro. Incluso, la OEA utilizaba otros embajadores que tenían comunicación con la dictadura para decirle a Ortega “mirá, vamos a poder reactivar los diálogos, liberar a los presos en Navidad”. O sea, hubo un bombardeo de comunicaciones, pero, como dije antes, la dictadura no decía que no ni que sí, porque ya tenían previsto lo que iban a desempacar más adelante.

Eso me conduce a la siguiente pregunta Arturo, ¿quiénes eran esos aliados fundamentales de Ortega y Murillo en la OEA?

Ortega se fue convirtiendo en un paria. Y cuando conversaba con otros embajadores, me daba cuenta de eso. Porque los primeros en querer acercamientos con Ortega fueron Argentina y México, pero hubo un pleito muy fuerte; insultos y todo de parte de la dictadura. Por eso México mandó a consultas a su embajador y Argentina también. Similares situaciones se dieron con Bolivia, cuando el partido MAS (Movimiento al Socialismo) regresó al poder. Los bolivianos intentaron nuevamente acercarse a la dictadura, pero no se logró. Diversos actores les enviaban mensajes, no de que cambiaran, pero sí de que al menos jugaran el juego político que habían jugado en 2018. Algún mensaje. Pero Ortega no quería. Y al contrario, Ortega se peleaba con México, con Argentina, y hasta con Bolivia con unos comunicados terribles; o sea que no tenían nada que ver con la diplomacia. El único país con el que Nicaragua se queda en la OEA en determinado momento es San Vicente. 

Con el “tío Ralph”…

Incluso con el “tío Ralph”, en determinado momento, se pelean. ¿Por qué? Porque Ortega quiere sabotear la presidencia de la CELAC a Argentina y dice no, “mi candidato es San Vicente”… pero viene el tío Ralph y le dice, “yo no voy a aceptar; déjate de esa locura, porque yo quiero apoyar a Argentina y que después al siguiente año me den a mí la CELAC”. Te das cuenta que Ortega estaba solo a pesar de los esfuerzos que hicieron en determinados momentos países de izquierda de acercarse. La deriva autoritaria sólo fue aumentando… Uno mira esta soledad que Ortega ha cosechado cuando celebra un 19 de julio y no llega nadie. ¿Por qué Evo Morales no llegó, ni siquiera cuando ya no es presidente? No llegaron otras figuras destacadas de Cuba en este último 19 de julio. Es una soledad muy profunda que lo ha obligado a buscar amistades en países como Bielorrusia y Burkina Faso, etcétera. Pero en el hemisferio Ortega está bastante solo ahora. 

¿Qué crees que pueda significar en términos prácticos para los ciudadanos de Nicaragua la salida de la OEA?

En este momento yo no sé si habría una diferencia dramática, en comparación con hace tres meses a lo que vaya a pasar dentro de unas semanas. Porque de facto, ellos ya habían hecho lo que nadie había hecho: confiscar la instalación alquilada que tenía la OEA en Managua. Ortega dinamitó todos los puentes y cerró todas las puertas. Esa es la parte más dura, querrás o no… si un Estado hace eso, afecta la relación con el organismo. No tenés esa interlocución que antes había. Yo todavía, cuando estaba en la OEA, existía comunicación con la CIDH, por ejemplo. Me acuerdo que en una ocasión la CIDH me llamó un fin de semana y me dijo que habían abusado de una presa política. Yo llamé a Managua y les dije “miren, así asá”. Lo que te quiero decir es que había una comunicación hasta cierto punto. Sin embargo, poco a poco, Ortega fue cerrando todas las puertas y yo lo notaba, porque intentaba hacer el mínimo trabajo diplomático y no se podía, ¡no se podía! 

Las tres cancillerías de la dictadura Ortega-Murillo

Cuando vos decís “yo llamaba, yo hacía diplomacia”, ¿con quién te coordinabas en Managua? ¿Es decir con quién se definían los comunicados que leías en la OEA, las posturas de Nicaragua? 

Generalmente eran las comunicaciones con Rosario Murillo o con la vicecanciller Arlette Marenco. 

¿O sea que es cierto lo que se dice, que es la vicepresidenta Murillo quien controla la diplomacia de Nicaragua, pasando encima por el mismo canciller Moncada?

Es que en la Cancillería de Managua, técnicamente, hay tres cancillerías: la de Moncada, la de Arlette Marenco y la del señor que quita pasaporte, Luis Cañas.

¿Y en qué se diferencian? ¿O qué funciones tienen?

Bueno, Moncada es el hombre del presidente y es el lector por excelencia de comunicados y de información. Luis Cañas ejecuta la parte de represión y espionaje en todo lo que tiene que ver con relaciones exteriores, ingreso y salida del país; pero también a lo interno cuando se trata de investigar algo, él es la figura. Luego tenés a la Arlette Marenco, que es la mano de Rosario.

¿Y estos tres frentes compiten entre sí, tienen roces o se coordinan?

Ellos manejan información compartimentada a veces. Por eso pasa que a veces el canciller no tiene ni la más mínima idea de lo que está pasando, porque hay comunicación que solo la filtran entre un canal, otra en otro canal y en algunas ocasiones las comparten con todos. Dependiendo de la ocasión y dependiendo del interés.

Renunciar a la OEA “fue un proceso”

OEA
Arturo McFields en la sede de la Organización de Estados Americanos. Archivo | OEA
Arturo, ¿cómo fue tu proceso personal de decisión de decir yo voy a renunciar al cargo de embajador, tomando los riesgos que implica desertar de una dictadura tan represiva?

Fíjate que estos son procesos personales. Yo diría que esa es la parte más importante, porque tu decisión afecta a mucha gente… A tu esposa, a tus hijos, a tu familia. O sea, es saber que te enfrentás a una gente que no perdona. En ese proceso llega un momento en el que vos estallás. También tenés que pensar cómo hago para salirme y en qué momento va a ser. Es una decisión y un proceso. Hay gente que dice “vos te saliste porque estabas en el extranjero”. Es la fecha y yo estoy esperando que más embajadores renuncien, que están en el extranjero y no lo hacen. En los 80 tampoco vimos a ningún embajador haciéndolo. ¿Por qué te digo esto? Porque la gente cree que es fácil, pero no lo es, sino en los 80 lo hubiéramos visto en otros foros, pero no. No es algo tan común, pero yo creo que también es un aspecto generacional. Yo no sé, creo que a la gente vieja le cuesta más tomar una decisión, porque ya están en lo que están. 

Cada uno de los que hemos renunciado tenemos nuestra historia. Y si vos te fijás, somos pocos los que lo hemos hecho de forma vocal, pública. Son contados con los dedos de la mano, al menos hasta donde yo los veo. Prácticamente somos Ligia Gómez (del Banco Central), Yader Morazán (del Poder Judicial) y yo, porque renunciar para irse a esconder, o llevarte una maleta de reales… O sea, por favor. ¿No quisiste pagar el precio de la confiscación? No quisiste pagar el precio de perderlo todo.

Aparte del despojo a la nacionalidad, confiscación de bienes que todos a los que nos ha pasado eso hemos sufrido, ¿qué otras represalias sufriste vos o tu familia?

Más que nada es un aspecto emocional, porque acordate que mi papá es sandinista. Entonces hubo un aspecto muy fuerte de ruptura, pero que se tiene que hacer, porque vos tenés que tomar tus decisiones personales, como él lo hizo. 

Y si no me equivoco en el acto del 19 de julio de este 2023 lo homenajearon…

De esa parte no me gustaría hablar. Fue algo que me puso muy triste. Sentí que lo humillaron y que lo hicieron para lastimarme a mí. Es todo.

¿Qué hace hoy el exembajador McFields? ¿A qué se dedica en el destierro?

Tengo tres trabajos para sobrevivir. Algunos me pagan bien, otros me pagan más o menos. Pero no hay nada más rico que saber que el dinero que te estás ganando es honesto. Que tenés la libertad de decir lo que querrás. Eso no tiene precio. No tengo mansiones, no tengo en qué caerme muerto, pero tengo la conciencia tranquila y tengo la libertad. Esa es una cosa extraordinaria para mí. Es difícil porque estás en otro país que habla otro idioma. A pesar de que vos lo podás hablar un poco, no deja de ser otro idioma; un inglés escrito que tiene sus desafíos. 

Pero, también tus documentos, tus títulos, tantas cosas que tenés que poner al día. Tenés que comenzar tu vida desde cero y empezar a construir. De pronto te ves en la siguiente situación: hacés el trabajo que te gusta, que es el periodismo, que es el tema de las relaciones internacionales, a veces la televisión, pero luego está el tema del trabajo que te da dinero para comer, para pagar la factura de la luz y el agua. Tenés que hacer todo eso para ir abriéndote paso y para no dejar morir tus sueños, porque cuando uno está en este país, es fácil dejar morir tus sueños y olvidarse también de la causa de Nicaragua. Vos podés decir “estoy trabajando y me olvido de Nicaragua”. Y no, no hay que olvidarse de Nicaragua, o sea, hay que seguir con el tema, aunque aburramos. Esos son los desafíos, o sea, garantizar tu pan nuestro de cada día, pero no olvidarte ni de tus sueños ni de Nicaragua y seguir haciendo lo que se pueda.

¿Cuál es tu sueño hoy en el destierro, Arturo?

Mi sueño es que mi hija pueda conocer su país. Mi sueño es que mi niña pueda comer un gallopinto, un vigorón en Nicaragua; que pueda ir a los lugares donde yo crecí, que pueda conocer todo eso. O sea, eso para mí no tiene precio… Sobre todo en Navidad; en estos días duele mucho eso. Es una cosa bien fea que le entra a uno, porque recordás los olores, las comidas, los ambientes. Esas cosas  duelen. Y tu sueño es ese: que, de algún modo, tu país sea libre. Ahora, ¿mi sueño personal? Es trabajar un poco más el tema de las relaciones internacionales en Estados Unidos; que se abran puertas en alguna universidad donde pueda poner en práctica lo poco que sé. Yo terminé mi carrera de periodismo y todo, pero también me puse a sacar una maestría en Relaciones Internacionales porque me interesaba el tema y porque estaba en la OEA. La OEA tiene algo bueno que no se le va a negar: es un lugar perfecto para conocer cómo funciona Latinoamérica. 

Creo que la OEA, hoy en día, necesita reinventarse desesperadamente: lo que pasó con Nicaragua debe ser una escuela para la OEA, para poner sus barbas en remojo y decir hay que buscar cómo replantearnos para poder hacer frente a estos desafíos. Entonces eso para mí creo que son desafíos de la OEA. El problema es que cuando estás en la OEA te distraés mucho en celebrar el día del libro, el día del padre, el día de la madre, el cóctel del día de las mujeres, la sesión especial del día del perro… y cuando te das cuenta tenés la agenda llena de actividades. Pero no son sustanciales porque el elefante en la habitación no se toca. 

Repito, ahorita el tema de María Corina Machado en la OEA está prohibido, no se está discutiendo en ningún Consejo Permanente y es algo grave. El tema de Perú sigue siendo grave y, sin embargo, mirá cómo lo sacaron de la agenda. Entonces es un organismo en el que fácilmente tenés 10, 20 actividades y ninguna tiene algún aspecto sustancial. Me refiero a temas que interesan como presos políticos, elecciones libres, derechos humanos… Tengo amistad con algunos embajadores que aprecio mucho, como por ejemplo el profesor Washington Abdala, y vos mirás en ellos que hay un compromiso genuino con la democracia y los derechos humanos. Pero todos los embajadores están en esa disposición.