Una vez la lluvia ligera se disipó al final de la tarde en Managua, Daniel Ortega llegó a la Plaza de la Revolución para celebrar, como desde hace tres años, en circuito cerrado el 43 aniversario del triunfo de la insurrección popular sandinista. Un espejo de lo que significa la ilegitimidad de este mandato: junto a su círculo familiar, funcionarios públicos, fuerzas armadas (Policía y Ejército), algunos invitados internacionales y aduladores de la Juventud Sandinista aplaudiendo todo el tiempo. El mensaje de este aniversario fue claro: “no hay diálogo (con Estados Unidos), es imposible”.
El comandante remarcó la frase “los diálogos son para poner la soga al cuello a uno, o que uno mismo se ponga la soga en el cuello”. Una declaración a tono con el ambiente “antiyanqui” del evento. El diario estadounidense The New York Times reveló en mayo de este año que Laureano Ortega Murillo, hijo de la pareja en el poder, buscó acercamiento con Washington para “aliviar sanciones a la familia presidencial”. Según el Times, un “alto funcionario del Departamento de Estado” viajó a Managua en marzo para reunirse con los dictadores, pero a última hora los Ortega-Murillo se “acobardaron” y cancelaron el intento de diálogo.
Un portavoz del Departamento de Estado de Estados Unidos confirmó a DIVERGENTES que “mantenía una serie de comunicaciones bilaterales con el régimen”. Las declaraciones de este martes de Ortega muestran posiciones alejadas a un eventual diálogo o negociación con los norteamericanos para buscar una especie de salida política a la crisis que vive el país desde hace cuatro años. “Nosotros quisimos tener una buena relación con Estados Unidos, pero es imposible”, agregó Ortega.

Su discurso fue dirigido a recordar los eventos históricos en los que Estados Unidos fue protagonista político en Nicaragua, y según Ortega, fue derrotado en varias ocasiones. El caudillo sandinista enumeró una serie de intentos de diálogos a lo largo de la historia con los norteamericanos que fueron negativos para los políticos nicaragüenses. “A Estados Unidos no se le puede creer ni tantito así”, dijo Rosario Murillo al final del discurso. “En Nicaragua, el yanqui es considerado enemigo de la humanidad”, resaltó Murillo.
Estados Unidos es el mayor socio comercial de Nicaragua. El año pasado inyectaron 444 millones de dólares en 2021 a la economía nicaragüense, según la propia Embajada estadounidense en Managua. Además, en los últimos dos años, Estados Unidos se ha convertido en el destino preferido de los migrantes nicas. Según datos del año fiscal 2022 (hasta junio), la Patrulla Fronteriza de Estados Unidos registró que 122 mil 376 nicaragüenses trataron de ingresar por la frontera sur sin documentos.
A falta de respaldo, concierto

La celebración de este aniversario de la insurrección fue un evento controlado al dedillo, que contó con la coreografía de la Juventud Sandinista, de quien Ortega dijo que es “la fuerza de Nicaragua”. La puesta en escena fue similar al de los últimos tres años: en el centro de la plaza dos estrellas hechas con plantas en el centro, una sobre otra, con siete puntas, mientras a los invitados los acomodaron en círculo. A falta de contenido político, el evento fue rellenado con un concierto en vivo de música a fin al partido sandinista.
Fue tanto el cálculo de mitin, que Rosario Murillo le reclamó públicamente al mediodía de este martes a Marcio Baca, director de Meteorología del Instituto Nicaragüense de Estudios Territoriales (Ineter), que en Managua caía una lluvia pertinaz cuando Baca le aseguró “que no iba a llover”. Por eso, cuando el cielo se despejó, Daniel Ortega apareció manejando uno de sus Mercedes Benz blindados, junto a su esposa, Rosario Murillo, a las 6:10 p.m.
Desde hace dos años, con la pandemia en pleno desarrollo, el régimen ha decidido realizar eventos de circuito cerrado, y no actos masivos que se realizaban en la Plaza La Fe, un lugar que congregaba a miles de simpatizantes sandinistas hasta 2019. Según analistas consultados, la falta de una movilización masiva, en un año en que los efectos de la pandemia han disminuido, demuestran debilidad en el partido sandinista.
La tarima extrañó la presencia de presidentes de otros países, como en años anteriores, cuando venían mandatarios aliados de Cuba, Venezuela, Bolivia, pero también jefes de Estado de otros países que llegaban a celebrar la gesta de la guerrilla que encabezó el derrocamiento de la dictadura somocista en 1979. Este año, Cuba envió a su primer ministro, Manuel Marrero Cruz, mientras Venezuela envió al canciller, Carlos Faría.
También llegó Ralph Gonsalves, de San Vicente y Granadinas, al que Ortega entregó la Orden Augusto C. Sandino en su máximo grado Batalla de San Jacinto. San Vicente y Granadinas era de los pocos países que mantuvo su apoyo al régimen en la Organización de Estados Americanos (OEA), mientras el resto de países han repudiado sus acciones, entre ellas la impunidad que persiste después de la matanza de 2018, en la que murieron al menos 355 personas durante las protestas sociales de ese año, y la reelección presidencial sin competencia de noviembre de 2021.
Para reelegirse, la pareja en el poder, encarceló el año pasado a más de 40 opositores que pretendían disputar el poder en las elecciones presidenciales. Actualmente, el régimen tiene a casi 200 presos políticos en las cárceles del país, muchos de los cuales se encuentran bajo condiciones de torturas, según han denunciado los familiares y organismos internacionales. Pese a que la comunidad internacional democrática ha pedido la liberación de los presos políticos, Ortega y Murillo se niegan a hacerlo, y esto ha provocado mayor aislamiento internacional que se han traducido en sanciones a la familia en el poder y funcionarios públicos, entre ellos, de las fuerzas armadas: Ejército y la Policía Nacional.
La música que amenizó el evento fue en su mayoría de Carlos y Luis Enrique Mejía Godoy, disidentes del régimen y exiliados a partir de que se solidarizaron con las víctimas de abril de 2018. Los hermanos Mejía Godoy acompañaron el triunfo sandinista de los años 80 con su música, pero luego de oponerse a Ortega, han denunciado que se sigan utilizando sus canciones en los actos sandinistas. Según un músico consultado en condición de anonimato, la utilización de las canciones es “una usurpación” y “un robo descarado a la propiedad intelectual de la obra de los Mejía Godoy”, a quienes Ortega y Murillo consideran traidores. “Ni Hitler, ni Stalin, ni Pol Pot, Pinochet, ni el mismo Somoza secuestraron las canciones de nadie… mucho menos las de sus adversarios”.
Murillo: “aquí se jodieron”

Al mediodía de este martes, Rosario Murillo anunció el motivo del discurso de este año: “yanqui, enemigo de la humanidad”. Según ella, el régimen que dirige junto a Ortega continúa luchando “contra el yanqui que ha querido tomarse Nicaragua a lo largo de la historia”. Murillo señaló que “todas las modalidades de injerencias las conocemos, las combatimos, y por supuesto que no creemos en la bondad de los invasores, ninguna generosidad, ninguna bondad, apuestan siempre a matar, apuestan siempre a humillar, apuestan siempre a someter, pero aquí, como dicen todas las canciones: se jodieron”, enfatizó Murillo.
En el acto de la tarde, Rosario Murillo continuó con la misma narrativa en la que, según ella, “en Nicaragua no reina el odio… Aquí no pudieron ni podrán”, un lema que utilizaron luego de ejecutar la Operación limpieza en 2018 que aplastó a sangre y fuego las protestas de ese año. “Los hemos padecido y los hemos expulsado en todo momento”, dijo Murillo. “Aquí, el yanqui, enemigo de la humanidad, se ha encontrado la horma de su zapato”. Según el régimen, Estados Unidos intentó hacer un “golpe de Estado suave” en Nicaragua, aunque nunca han mostrado pruebas de esto.