Llegada de nicaragüenses a Costa Rica en busca de refugio se desploma a 45% en 2023

Después del récord del 2022, el primer semestre de este año muestra una fuerte reducción que se puede explicar por el mensaje poco amigable del Gobierno de Rodrigo Chaves, las nuevas reglas en Estados Unidos y el tiempo que Ortega y Murillo han resistido en el poder, explica Alberto Cortés

Nicaragüenses solicitan refugio en la sede de Migración en San José, Costa Rica. Foto: archivo de Carlos Herrera | Divergentes.

Karla López puso el 23 de junio un anuncio en la ventana de su casa en San Carlos, uno de los cantones de mayor presencia nicaragüense en Costa Rica: “se alquila cuarto”.

Esa habitación no estaba prevista para que la ocupara un desconocido, pero los planes cambiaron cuando Kevin la llamó desde Houston, Estados Unidos, el 15 de junio para darle una noticia buena y mala a la vez: “logré entrar y creo que de aquí no salgo”. El intento que había emprendido sin mucha esperanza había resultado bien y al tercer día en el estado de Texas ya estaba trabajando por horas en una granja, cuenta Karla por teléfono para este reportaje, para el que pide usar su segundo nombre porque fue trabajadora de una institución estatal en Nicaragua y se considera “desertora”. Se alegra por él, porque llevaba varios meses sin trabajo en Managua debido a su rechazo a ingresar en las filas del Frente Sandinista, según su versión. Pero también se entristece, porque eso significa que descarta el plan inicial de viajar a Costa Rica para unirse al resto de la familia que había emigrado desde inicios de 2022, el año récord de ingreso de nicaragüenses solicitantes de refugio en suelo costarricense. 

La decisión de Kevin no es nada demasiado exclusiva. Miles de nicaragüenses optan en 2023 por buscar vida en Estados Unidos y son muchos menos los que creen que Costa Rica puede seguir siendo el refugio de quienes huyen del régimen de Daniel Ortega y Rosario Murillo. La cifra oficial de solicitudes durante la primera mitad de este año llega a 17, 550, un 45% de lo que se acumulaba en los primeros seis meses del 2022, el año que alcanzó en su totalidad 80, 000 registros, como nunca antes. Unos 200, 000 nicaragüenses habían pedido refugio desde el estallido social de abril del 2018, producto de distintas olas de migración que se reflejaron aún en el primer año del gobierno de Rodrigo Chaves, pero el 2023 parece traer un nuevo panorama.

“Las circunstancias han cambiado y la verdad es que entiendo a mi hermano por su decisión de quedarse en Estados Unidos ya que pudo entrar, en lugar de venir a Costa Rica a pulsearla, como dicen ustedes”. Lo único que no ha cambiado, advierte Karla, es el alto precio de los bienes y servicios básicos en Costa Rica para tener una vida digna, uno de los factores que sufre la población refugiada en Costa Rica junto a otro problema asociado: la dificultad de conseguir empleos donde paguen salarios que no sean de hambre o donde las condiciones no sean abusivas.

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Nuevos factores

Llegada de nicaragüenses a Costa Rica en busca de refugio se desploma a 45% en 2023
Decenas de migrantes hacen fila para regular su situación migratoria en Tapachula (México). Foto de archivo: EFE/Juan Manuel Blanco.

Esas circunstancias que menciona Karla radican en Costa Rica, en Estados Unidos y por supuesto en Nicaragua misma, explica en San José el politólogo Alberto Cortés, catedrático de la Universidad de Costa Rica (UCR). Cortés estudia el fenómeno migratorio y da seguimiento a la comunidad nicaragüense en suelo tico, donde las autoridades reportan que viven unas 600, 000 personas extranjeras originarias de Nicaragua, a pesar de que el presidente Rodrigo Chaves dijo en la cadena CNN, a inicio de junio, que son un millón o 20% del total de habitantes.

“El primer factor tiene que ver con decisiones del Gobierno de Costa Rica, que aunque han sido contradictorias y algunas se han revertido, dejan la idea de que la cosa se puso dura para la regularización de la condición de refugio y que el gobierno actual tiene una postura hostil”, menciona Cortés, en alusión al discurso general del presidente Chaves, pero en especial por las medidas restrictivas que este decretó en diciembre pasado. Limitó el plazo para pedir el refugio después de ingresar al país, restringió el acceso a permiso laboral, limitó el refugio para quienes hayan pasado por otro país seguro y les impidió salir del país mientras estén en condición de solicitantes, entre otras medidas lanzadas bajo la idea, manifestada por Chaves, de que la mayoría de peticiones de refugio las presentan personas que en la realidad no son perseguidas, sino “migrantes económicos”.

Parte de esas medidas están bajo revisión e incluso se dejó de aplicar la prohibición de salida del país para solicitantes, después de una sentencia de la Sala Constitucional ante un recurso de amparo, pero al margen de las normas el mensaje está claro: el gobierno de Rodrigo Chaves no es tan receptivo a la migración nicaragüense ni tan crítico del gobierno de Ortega y Murillo como lo era el de su antecesor, Carlos Alvarado, quien dejó el poder en mayo de 2022. 

“Esto circula muy rápido por las redes de los grupos, que tienen un fuerte flujo de comunicación, y mandan la señal de que no conviene venir, además de que se sabe que Costa Rica es un país muy caro”, añadió el politólogo sobre un panorama que también está marcado por la escasez de empleos. 

Las cifras oficiales indican que entre mayo de 2022 y mayo de 2023 hubo una reducción de 140, 000 personas ocupadas, lo cual estrecha la competencia por puestos de baja cualificación en detrimento de los trabajadores con menos preparación. Kevin, por ejemplo, estaba estudiando Agronomía en Managua, pero con la crisis se truncó la carrera; por eso pensaba venir a Costa Rica a trabajar en una finca agrícola aunque fuera de peón. Después un amigo lo convenció de probar suerte en el largo camino por tierra hasta Estados Unidos y le dijo: “no va a funcionar, pero el peor intento es el que no se hace”. Pero sí funcionó.

En Estados Unidos ha habido cambios migratorios que han beneficiado a migrantes nicaragüenses. Entre enero y marzo entraron a suelo estadounidense de manera regular unos 7, 500 con el llamado ‘parole’, que incluye un permiso por motivos humanitarios para permanecer hasta dos años allá. La cifra es casi igual a la que pidió refugio en enero y febrero en Costa Rica, el destino al que se le acreditaba como principal ventaja la cercanía a Nicaragua y el bajo costo del viaje, además de la tradición de acogida que ahora genera dudas. Además en mayo se desaplicaron en Estados Unidos las reglas más duras que se establecieron en la pandemia y el formato del parole ofrece a nicaragüenses una alta probabilidad de aceptación en comparación contra nacionalidades que compiten por el cupo de 30, 000 permisos mensuales. “Además, el gobierno estadounidense ha tomado una posición menos dura que la del gobierno costarricense”, advierte Alberto Cortés sobre el clima migratorio.

Ya “no quieren estar cerca”

Llegada de nicaragüenses a Costa Rica en busca de refugio se desploma a 45% en 2023
Migrantes nicaragüenses en Costa Rica. Foto de archivo | EFE.

Luego viene otro factor, pero este radica ahí en El Carmen de Managua, donde Ortega y su esposa viven encerrados y diseñando las peores estrategias de represión posible para prolongar la dictadura a pesar del ahogo financiero y político. “Pocos imaginaron que cinco años después del estallido de las protestas y del rechazo internacional Ortega seguiría gobernando. Ya muchos dejaron de pensar ‘quiero estar cerca para volver pronto’”, apuntó Alberto Cortés como hipótesis suya a partir de conversaciones con miembros de la comunidad en Costa Rica. 

“Se va consolidando la impresión de que la cosa en Nicaragua va para rato, como es el escenario más probable, y la gente empieza a pensar en una manera para sobrevivir mejor, algo menos temporal”, comentó el catedrático. Y en ese balance sobre expectativas y oportunidades en el futuro, el destino Costa Rica poco puede hacer ante Estados Unidos. 

Por eso Karla insiste en que entiende muy bien la explicación que le dio su hermano. “Repito, al tercer día consiguió un trabajo y pronto estará legal, mientras yo aquí llevo más de un año, tres meses desempleada, ganando muy poco por horas y tengo cita para el trámite de refugio programada para el 2027”, lamenta. Espera alquilar pronto la habitación para obtener un ingreso extra y se puso como meta esperar que acabe el 2023 para tomar una decisión. Depende de cómo vayan las cosas, también se ve viajando a Estados Unidos como tercer país, como han hecho otros nicaragüenses que ya abandonaron el refugio de Costa Rica. No ve descabellado trabajar en tierra norteamericana para enviar ayuda económica a su mamá en Costa Rica, que trabaja informal como empleada doméstica a tiempo parcial, con la oportunidad de alojarse en la finca de sus patronos y desocupar la casa que aún este 10 de julio exhibía el anuncio de alquiler de la habitación que iba a ocupar Kevin.


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