Cientos de estudiantes se forman en una larga fila, luego de estar varios meses en el limbo académico. Todos vienen a hacer consultas sobre sus notas, sus títulos y la continuación de sus clases, pero la universidad que los recibe es muy diferente a la universidad que dejaron la última vez. Rostros extraños, logos desconocidos y banderas rojinegras enarbolan el alma mater confiscada que alguna vez perteneció a los jesuitas y a la comunidad estudiantil.
En su tercer intento de hacer funcionar la institución robada, la antigua Universidad Centroamericana (UCA), ahora llamada Universidad Nacional Casimiro Sotelo, finalmente abrió sus puertas el pasado 20 de noviembre, para atender las consultas de los estudiantes y para matricular a los próximos aspirantes para el año académico 2024.
Después tres meses de confiscación arbitraria; persecución y criminalización en contra la Compañía de Jesús; así como hostigamiento y trabas para el estudiantado UCA; los nuevos anfitriones orteguistas, vestidos con una pañoleta rojinegra alrededor del cuello, sonríen hipócritamente a todo al que entra al campus y brindan indicaciones sobre cómo va a funcionar la nueva universidad.
Sin embargo, por dentro, todo es un caos. Unos estudiantes piden sus notas, pero les dicen que no saben cuándo las van a entregar. Otros solicitan sus títulos y certificados, pero no saben dónde están. Otros incluso simplemente preguntan en dónde está el baño, pero tampoco saben qué respuesta dar, ya que no conocen el lugar.
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Estudiantes llegan con dudas, y no encuentran respuesta
Por cada estudiante que hace una pregunta, dos o tres personas de la nueva administración de facto se ven involucradas para dar una contestación. No conocen los procedimientos sobre lo que consultan los estudiantes, ni siquiera sobre los trámites que ellos mismos hacen. Todo lo resuelven con un “espere, ahorita voy a preguntar”.
“¿Cómo hago esto?”, “¿Qué tengo que escribir?”, “¿Qué datos tengo que poner?”, se preguntan entre las mismas personas que ahora dirigen la institución. Si en cualquier caso no pudieron responder a una consulta, le dicen a los jóvenes que dejen sus nombres y sus números de teléfono para llamarlos luego.
Entre las facturas que le dan a los estudiantes, faltas ortográficas inimaginables son escritas por los nuevos trabajadores. La foto de una factura de la Casimiro Sotelo en la que un funcionario escribió “alugno”, en vez “alumno”, se viralizó en redes sociales.
“La universidad Casimiro Sotelo empezó a trabajar. Y así nos enteramos de la calidad de su pensum académico, por ejemplo, con este ‘alugno’”, señala la persona que compartió la foto.
Al mismo tiempo que intentan dar solución a las personas que llegan, nuevos trabajadores se integran a la antigua UCA. Los dirigentes orteguistas les dan un tour a los recientes colaboradores, los cuales algunos todavía portan camisas de las alcaldías y de otras instituciones públicas. “Aquí es registro académico”, “aquí es caja”, aquí se hace esto y aquí se hace lo otro. Les explican su nuevo rol y las actividades que realizarán.
Régimen borra de la UCA todo alusión a los jesuitas
Los estudiantes avanzan poco a poco en la gran fila que le da toda la vuelta al edificio principal, mientras que los trabajadores orteguistas corren de un lugar a otro debido a las llamadas que se hacen entre ellos mismos.
Aunque las instalaciones de la antigua UCA son las mismas, realmente parece otra universidad. La dictadura de Daniel Ortega y Rosario Murillo se encargó de borrar cualquier símbolo relacionado a la institución jesuita y a la historia que la institución tuvo alguna vez en el pasado.
Propaganda política en cada esquina
El rostro del mártir sandinista Casimiro Sotelo empapela todas las paredes, puertas, rótulos, papeleo de los trámites e incluso la camisa de los nuevos trabajadores. “Universidad Nacional Casimiro Sotelo Montenegro ¡Revolucionando la conciencia llegamos a la libertad!”, dice cada esquina de la universidad. “Universidad del pueblo”, claman ahora los pasillos de este centro de estudios.
Incluso el letrero del arboreto de la UCA, un espacio conocido por albergar más de 400 árboles, fue retirado y se encuentra a la espera de un nuevo banner que lleve el nombre de algún otro personaje vinculado a la propaganda del régimen Ortega-Murillo.
Por su parte, el nuevo personal de limpieza que antes hubiese usado ropa civil adecuada para sus actividades, ahora usa camisas serigrafiadas con letras rojinegras que hacen alusión a los logros educativos que presume la dictadura. “Por más victorias” llevan en sus espaldas estos colaboradores, que ahora reemplazan a las personas que estuvieron en la UCA por décadas.
Mientras tanto, la presencia de vigilantes, tanto uniformados como no uniformados, es más notable que nunca. A los alrededores, en los pasillos, en lo profundo del campus, miran a cada persona, estudiante o padre de familia que llega a la universidad. También hay otras personas que portan la bandera sandinista que no hacen nada en particular, nada más que custodiar.
Gestiones son limitadas
La mayoría de estudiantes con los que DIVERGENTES consultó no llegaron a la universidad para completar el registro de la matrícula y prematrícula, sino para solicitar notas certificadas que otras universidades les han solicitado para poder trasladarse. Sin embargo, quienes los atienden les dicen que actualmente no están brindando esos documentos.
En realidad, lo único que están atendiendo adecuadamente es el pago de matrículas y prematrículas para el próximo semestre que iniciará el 15 de enero de 2024, según medios oficialistas.
Retiros de título de posgrado, maestrías, certificados del Consejo Nacional de Universidad (CNU), notas o cualquier otro tipo de documentación tampoco se están haciendo. La nueva universidad funciona a medias, pero sus captores prometen que en unos meses “cuando todo se estabilice”, todo se podrá realizar.
El misterio del dinero pagado por los títulos de la UCA
Por su parte, los estudiantes que preguntan sobre sus títulos de licenciatura, les dicen que aquellos que fueron elaborados en agosto y que estaban solo de ser retirados, saldrán con el nombre de la UCA. Todo aquel título que no estuviese hecho para ese entonces (aunque se hubiese tramitado) saldrá con el nombre de la Universidad Nacional Casimiro Sotelo.
Mientras que algunos estudiantes que ya habían pagado los 116 dólares que costaba el trámite de titulación, pero que no habían recibido ni siquiera fecha para recibirlo, están sin respuesta sobre si deben de pagar nuevamente o no; ya que lo último que escucharon respecto al tema es que “se lo robaron los jesuitas” según lo que dijo un dirigente sandinista a través de un video circulado en redes sociales, días después de la confiscación de la UCA.
A estos últimos, las nuevas autoridades les dijeron que dejaran sus datos para después llamarlos.
Hasta ahora lo único que la administración orteguista le garantiza al estudiantado es el inicio de clases el próximo año, aunque no saben en qué condiciones se realizará.
Persecución contra jesuitas y estudiantes
La Universidad Centroamericana fue confiscada el 17 de agosto de 2023, luego que la dictadura Ortega-Murillo girara un oficio en su contra por supuestamente haber sido “un centro de terrorismo”. Solo días más tarde, la personería jurídica de la Compañía de Jesús, institución encargada de la casa de estudios, fue cancelada por el Ministerio de Gobernación.
En ese mismo contexto, la dictadura también prohibió a otras universidades privadas de Nicaragua, como la Universidad Americana (UAM), recibir a estudiantes provenientes de la UCA. Cientos de estudiantes se matricularon en dicha alma mater después de la confiscación de la UCA, pero su matrícula fue cancelada bajo diferentes excusas.
Actualmente la UCA de El Salvador y Guatemala están realizando procesos de admisión con estudiantes que solicitaron continuar sus estudios universitarios.