María Teresa Blandón, intelectual y feminista en el destierro:

“Voy a marchar con mi bandera, en nombre de mis compañeras que siguen en Nicaragua y que no pueden marchar”

La directora del Programa Feminista La Corriente vive su primer 8 de marzo desterrada en Costa Rica. El Día Internacional de las Mujeres supone una conmemoración muy importante para ella, sobre todo ahora que el movimiento de mujeres es tenazmente perseguido por el régimen Ortega-Murillo. Estas son sus reflexiones acerca del feminismo bajo dictadura, horas antes de marchar por las calles de San José junto a muchas de las 170 compañeras exiliadas desde 2018. “Voy a estar profundamente conectada con ellas, que son mis hermanas de tantas luchas y logros que nos pertenecen a todas”, dice


8 de marzo 2023

Fotos de María Teresa Blandón de Carlos Herrera | Divergentes.

María Teresa Blandón (61 años) suelta frases tan convincentes como contundentes. Son ideas revestidas de aplomo y una honda certeza que sólo demasiados años dedicados a la defensa de los derechos de las mujeres en un país tan machista como Nicaragua pueden conferir; remando contramarea y alcanzando reivindicaciones que, literalmente, han protegido la vida de muchas… La sumisión nunca ha estado entre las opciones de esta intelectual y activista, una de las voces más potentes del feminismo nicaragüense y centroamericano. La persistencia de sus denuncias y reclamos la han tenido siempre en la mira de la dictadura de Daniel Ortega y Rosario Murillo, hasta el punto que en julio de 2022 la desterraron en un contexto de afianzamiento del totalitarismo. 

Este es el primer 8 de marzo que Blandón experimenta en el destierro, junto a otras 170 feministas desplazadas forzadamente desde 2018. De todas ellas, registra IM-Defensoras, 60 han sido desterradas; aunque existe un subregistro porque muchas no lo han denunciado públicamente. Por las que viven un exilio y destierro silencioso, así como las feministas que continúan en Nicaragua, es que Blandón dice que marchará este Día Internacional de la Mujer en San José, la capital de Costa Rica, donde se ha instalado tras el shock que supuso el destierro.

“Probablemente este es el peor momento que vive el movimiento feminista nicaragüense”, afirma Blandón, quien desde muy joven se involucró en la Revolución Sandinista en el campo, se forjó un compromiso con los derechos de las mujeres, y se proyectó como una de las feministas de mayor calado en el país. Es fundadora del Programa Feminista La Corriente, un centro de pensamiento de referencia en Centroamérica, cuya personería jurídica fue cancelada por los Ortega-Murillo. El 8 de julio de 2022 el edificio de la oenegé fue tomado por policías y en febrero pasado la confiscación del inmueble fue consumada con la instalación de un centro de danza por parte de la alcaldía sandinista de Managua.  

En esta amplia entrevista con DIVERGENTES, Blandón explica cuál es el estado actual del movimiento feminista, golpeado por la persecución y la represión. Hace un repaso histórico de la impronta de las mujeres en la lucha de sus derechos en la historia reciente de Nicaragua, marcada por el Frente Sandinista, Daniel Ortega y Rosario Murillo, quienes dirigen una dictadura señalada de cometer crímenes de lesa humanidad. 

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Blandón asegura que a todos los gobiernos sandinistas jamás le han interesado las mujeres. “El Frente Sandinista tiene una vieja marca sexista, misógina, autoritaria y utilitaria (de las mujeres)”, define. El encono de la pareja presidencial con las mujeres organizadas tiene varias explicaciones que ella expone en esta conversación. La más visible es que el movimiento de mujeres respaldó en 1997 la denuncia de abuso sexual contra Daniel Ortega hecha por su hijastra, Zoilamérica Ortega Murillo. “Las feministas no somos cómplices de ningún tipo de violencia contra las mujeres”, plantea tajante la directora de La Corriente, como quien cincela en piedra un principio insoslayable. 

I. “Al Frente siempre le molestó el pensamiento feminista”

“Voy a marchar con mi bandera, en nombre de mis compañeras que siguen en Nicaragua y que no pueden marchar”
Integrantes de la Revolución Sandinista con el dictador Fidel Castro. Foto tomada del archivo de la historiadora Dora María Téllez.
Este es tu primer 8 de marzo en el destierro. ¿Cómo lo sobrellevas?

Con mucha fuerza. De todas maneras, las feministas nicaragüenses teníamos muchos años de no poder marchar. Incluso antes del 18 de abril de 2018, ya teníamos dificultades. El último 8 de marzo y el 25 de noviembre (Día Internacional para la Eliminación de la Violencia contra las Mujeres), la Policía nos había cercado y nos había impedido hacer el recorrido en las calles. Había amenazado a los dueños de buses para que no trasladaran a las mujeres y jóvenes que solían ir desde los departamentos a las marchas del Movimiento de Mujeres en Managua. Es muy grande la frustración de estar allá en Nicaragua y saber que no podés hacer ninguna marcha, que no podés hacer ningún acto, ni siquiera bajo techo

Sabíamos, pues, que el derecho a conmemorar este día ya había sido arrebatado, como tantos otros derechos a las mujeres nicaragüenses. Entonces, estar afuera me da la posibilidad de marchar con otras mujeres, junto a las que están en el exilio, pero también con las feministas costarricenses que han sido solidarias con la causa del pueblo nicaragüense, con su lucha por la democracia. También han sido muy solidarias con las mujeres en el exilio. Pienso que tengo que marchar y gritar por nuestros derechos, por las que no van a poder hacer eso en mi país. Voy a estar profundamente conectada con ellas, que son mis hermanas de tantas luchas y de tantos logros que nos pertenecen a todas.

En Nicaragua, persiste una violencia inusitada contra la mujer. A partir de los testimonios de las presas políticas que acaban de ser desterradas, ¿qué elementos de violencia de género encontrás en la represión política?

Oyendo a mujeres como Dora María (Téllez), Tamara (Dávila), Samantha (Jirón), María Esperanza (Sánchez) y otras que han dado sus relatos a la prensa independiente, las feministas confirmamos lo que ya habíamos dicho desde hace muchísimos años; en realidad desde la década de los ochenta y desde el retorno de Ortega al Gobierno en el 2007: que el gobierno del Frente Sandinista nunca ha sido uno comprometido con los derechos de las mujeres. Tiene una vieja marca de sexismo y de misoginia. 

Desde una perspectiva histórica tenemos que recordar que más de una vez la Dirección Nacional del Frente Sandinista intentó hacer desaparecer la Asociación de Mujeres Nicaragüenses Luisa Amanda Espinoza (AMNLAE). Era una organización cuya dirigencia se había subordinado a los lineamientos del Frente, (y) también tenía unas demandas legítimas en defensa de los derechos de las mujeres. Pero al Frente Sandinista siempre le molestó el pensamiento feminista desde los 80 y eso, evidentemente, no cambió. La marca sexista, misógina, autoritaria y utilitaria (de las mujeres) ha estado como una constante en la historia del Frente Sandinista y se reforzó con el retorno de Ortega al poder, porque además ya tenían un marcado anti feminismo. 

Cuando oigo los relatos de las mujeres que fueron encarceladas injustamente y, ahora, desterradas, desnacionalizadas, confiscadas, la saña es clara. Es decir, hay una saña particular contra las mujeres, porque vengándose con las presas políticas, también se vengaban de todas nosotras. No es solo un mensaje de que las mujeres que se rebelan van a ser castigadas severamente por el orden machista que representa el régimen Ortega-Murillo, sino que es castigarnos a todas. A todas las que en algún momento acompañamos a Zoilamérica, a las que denunciamos la violación de derechos de las mujeres y la falsa retórica proequidad de género con la que se ha vendido este régimen durante mucho tiempo, incluso en los organismos de derechos humanos y foros internacionales. Es una venganza contra todas porque no nos perdonan que no nos sometamos, que no nos callemos; y que hayamos sido, probablemente, el único movimiento social que, durante estos últimos 16 años, mantuvo una denuncia constante. 

Dijiste la palabra misoginia. Y eso me conduce a la siguiente pregunta. Ahorita los expertos de la ONU confirman crímenes de lesa humanidad, pero en ese espectro de graves violaciones a los derechos humanos, las feministas vienen diciendo que hay una política de Estado misógina. ¿Por qué?

Porque ha habido una actitud de mucho desprecio a la vida y a los reclamos de las mujeres. Las mujeres nicaragüenses todas, pero en particular las más pobres, han sido manoseadas, utilizadas, despreciadas por el régimen Ortega-Murillo. Cuando Ortega llegó al poder, les prometió a las mujeres de su propio partido que la penalización del aborto terapéutico iba a ser revertida, que era sólo una maniobra para que los sectores más conservadores de la sociedad no lo adversaran. Y les mintieron abiertamente y nos mintieron a nosotras, cuando las feministas introdujimos unos reclamos por inconstitucionalidad y el entonces vicepresidente de la Corte Suprema de Justicia, Rafael Solís, nos dijo que la culpa era de los liberales. Cuando fuimos a hablar con uno de los magistrados liberales nos dijo: ‘No, díganle al señor Solís que aquí tengo los votos que necesita, que venga, que ya firmamos’. Recordamos muy bien al doctor Sergio Cuarezma Terán (en ese momento magistrado), y cuando regresamos al despacho de Rafael Solís nos dijo: ‘No podemos, es que los magistrados sandinistas tienen miedo de ser excomulgados’. Entonces utilizaron el recurso de la penalización del aborto terapéutico para llegar a la presidencia. 

II. “Rosario es una aliada del poder machista”

“Voy a marchar con mi bandera, en nombre de mis compañeras que siguen en Nicaragua y que no pueden marchar”
Una imagen de la campaña electoral de 2006, que llevó a Daniel Ortega al poder. Foto: Archivo de EFE.
¿Es feminista Rosario Murillo?

¡No!, no es feminista Rosario Murillo. A pesar de ser una mujer que ha tenido en su vida personal muchas transgresiones que han sido inspiradas en las propuestas feministas, ella no ha hecho una crítica al poder autoritario. En el centro de las propuestas feministas está deconstruir una forma de poder vertical, abusivo y autoritario que le niega a las mujeres su capacidad de tomar decisiones. Rosario le niega a las mujeres su capacidad de tomar decisiones, en el sentido de reconocer que las mujeres son dueñas de su propia vida. Lo que necesitan las mujeres son entornos favorables para poder desarrollarse, tener oportunidades y mejorar sus condiciones de vida. Las mujeres no necesitan ser tuteladas; que venga una figura paternal a resolverles la vida. 

Las mujeres lo que necesitan son formas de gobierno y sociedades democráticas; entornos con políticas públicas que permitan ensanchar las oportunidades. Es otra manera de ver el poder: es el poder cooperativo. Y hay una cosa más importante o tan importante como lo anterior: las feministas no somos cómplices de ningún tipo de violencia contra las mujeres.

Y si no es feminista ni nada parecido, ¿cómo definirías a Rosario Murillo?

No sé si tengo una definición única para Rosario. Creo que fue, en algún tiempo de su vida, una mujer valiente; que desafió muchos mandatos. Una mujer con legítimas ambiciones en el sentido de progresar, de tener un lugar importante en el espacio público, porque es un derecho de todas las mujeres que así lo quieran. Es una mujer  que tomó decisiones importantes sobre su vida en un ambiente bastante adverso y hostil para las mujeres rebeldes. Rosario fue una mujer rebelde y contestataria. Fue una mujer que quiso ser libre. Y esa me parece que es la parte de la inspiración feminista que la acompañó en una parte de su vida. Pero, en algún momento, torció el rumbo y dejó de abrazar estas ideas libertarias, progresistas. Y se convirtió en una aliada del poder machista. Y además del poder machista más burdo que, evidentemente, está sintetizado en la figura de Daniel Ortega.

Se suele pensar en ellos como un binomio, que toman decisiones conjuntas. Es evidente la saña que hay contra las mujeres organizadas. Pero esta insistencia, el maltrato contra las presas políticas, por ejemplo, tiene un componente de género muy claro. ¿Vos pensás que lo deciden entre los dos o es producto de una sola mente?

Nunca he abrazado ni concordado con esa idea que le asigna a ella toda la responsabilidad. A mí me parece que ahí hay una marca sexista también. Yo creo que Rosario no podría haber decidido todo lo que ha decidido si no tuviera a su lado una pareja como Daniel Ortega. También creo que tienen operadores que comparten ese sesgo misógino. Escuché a una chavala, de las presas políticas más recientes de finales del año pasado, que decía que cuando la registraron los miembros del Ejército, básicamente la violaron. Hay actos de violencia que forman parte de violencia machista, pero de violencia en general, de crueldad, que están presente en todos los sistemas dictatoriales. 

Claro que hay un disfrute en agredir a las mujeres, desde las cabezas intelectuales hasta los ejecutores directos de la represión. Hay un disfrute en humillar a las mujeres, en elevar el poderío masculino que ya se refuerza con las armas, pero que también, como hemos visto en otras historias de dictadura, se potencia cuando hacen una exhibición de violencia y de crueldad hacia los cuerpos de las mujeres.

III. “Desprecio por la vida de las mujeres”

“Voy a marchar con mi bandera, en nombre de mis compañeras que siguen en Nicaragua y que no pueden marchar”
María Teresa Blandón en la casa en la que habita en Costa Rica, donde está exiliada. Foto de Carlos Herrera | Divergentes.
En DIVERGENTES, publicamos hace poco una investigación que prueba que Nicaragua es un país impune para los violadores. De todas las denuncias que se interponen en el sistema judicial, apenas un 19% se judicializan. ¿Qué te dice eso?

Me pareció un extraordinario trabajo porque documenta con cifras lo que ya habíamos venido diciendo claramente las organizaciones feministas y defensoras de derechos humanos de las mujeres. Es claro que desmontaron los mecanismos institucionales que existían desde inicios de la década de los 2000 para atender una problemática que es gravísima: la violencia sexual contra las niñas, adolescentes y jóvenes. Ellas son las principales víctimas. Es uno de los problemas más graves que este régimen ha silenciado. Es decir, no sólo no han atendido esta demanda, han revictimizado a las mujeres que han denunciado. 

Además, han mentido públicamente al presentar, por ejemplo, informes ante los organismos de derechos humanos de las Naciones Unidas diciendo que el Estado de Nicaragua sí está cumpliendo con la Convención Interamericana para Prevenir, Sancionar y Erradicar la Violencia contra la Mujer. O sea, han humillado a las mujeres y a las víctimas. Las han despreciado; han ampliado la brecha de impunidad. Pero además han falseado las cifras, incluso ha cambiado la tipificación del femicidio para reducir significativamente la cifra de este atroz delito.

Y siguen habiendo femicidios en el país.

No sólo sigue habiendo femicidios, sino que, como bien documentaron ustedes, las denuncias por delitos sexuales, por delitos de violencia física y de violencia psicológica, en la mayoría de los casos son desestimadas. Los oficiales de policía que están en esas oficinas, en muchos casos ni siquiera conocen la ley contra la violencia, o sea, no tienen ni idea. No tienen ninguna formación en derechos humanos. O sea, cuando yo te hablo del desprecio que tienen por la vida y por el sufrimiento de las mujeres, a eso me estoy refiriendo. 

El régimen Ortega-Murillo dice que ha alcanzado la igualdad desde hace mucho tiempo por la cuestión de la ley 50-50.

Han incrementado el número de mujeres en cargos de elección popular, pero hay un sistema brutal de cooptación. Las feministas nunca dijimos que queríamos estar en el poder para ejercer dominio, control y violencia contra la ciudadanía. Ese poder no nos interesa. Es decir, más mujeres en poderes autoritarios nunca ha sido parte de la demanda feminista. Hay más mujeres en el poder nominalmente. Son mujeres que no tienen autonomía y, sobre todas las cosas, son mujeres que no representan en modo alguno la defensa de los derechos de las mujeres nicaragüenses.

Hay demasiadas feministas exiliadas. ¿Cuál es el estado del movimiento del feminismo en Nicaragua?

Nunca ha sido fácil, pero ahora estamos en uno de los momentos más difíciles desde los ochenta hasta nuestros días. Probablemente este es el peor momento que vive el movimiento feminista nicaragüense. Más de 200 organizaciones feministas y de mujeres han sido clausuradas. Casi la totalidad de las organizaciones que tenían casas y otro tipo de bienes han sido confiscados de manera absolutamente ilegal. Ahora ya no es posible hacer ningún tipo de actividad dentro del país porque hay un sistema permanente de vigilancia en contra de las feministas y las defensoras de derechos humanos. Y por supuesto, las que estamos afuera hemos tenido que dedicar todas nuestras energías a ser voceras solidarias de las mujeres, pero también de los hombres que están dentro de Nicaragua sufriendo este nivel de violencia institucionalizada. Pero también estamos en reacomodo en el exilio con todas las dificultades y las tensiones que eso supone. 

“Voy a marchar con mi bandera, en nombre de mis compañeras que siguen en Nicaragua y que no pueden marchar”
El último ocho de marzo conmemorado por las feministas en Nicaragua, encerradas en la Universidad Centroamericana. Foto: Miguel Andrés | Divergentes.
¿Han logrado incorporarse al movimiento feminista de Costa Rica?

Aquí hay diversos colectivos que han sido muy solidarios con las mujeres nicaragüenses. De hecho, el 8 de marzo siempre ha sido un espacio de encuentro para la denuncia de lo que está pasando en Nicaragua. Y sí, claro que contamos con su apoyo. El tema es que la inmensa mayoría de las mujeres en el exilio también tienen que dedicar muchísimo tiempo a la sobrevivencia, y eso también hace más difícil articularse. Sin embargo, una buena noticia es que acá, en Costa Rica, han surgido muchos colectivos de mujeres que siguen llevando a cabo sus procesos de reflexión, a la vez que combinan esta dimensión de la sobrevivencia. 

Lo último: ¿Cómo María Teresa Blandón conmemora este 8 de marzo tan particular en el destierro?

Voy a marchar con mi bandera. Voy a marchar en nombre de mis compañeras feministas, que siguen en Nicaragua y que no pueden marchar. Voy a marchar segura de que las feministas nicaragüenses vamos a tener mejores tiempos para que los derechos de las mujeres sean reconocidos.