Persecución religiosa en Nicaragua ⛪

Régimen trabaja en la aniquilación del tendido territorial de la Iglesia Católica

Un vocero oficial anuncia el recrudecimiento de la represión contra los “secretarios políticos del Vaticano”, en referencia a los sacerdotes del país. La Iglesia no es una organización política como la dictadura Ortega-Murillo quiere presentarla, “sino una corporación que predica lo que mandata la Biblia: verdad y justicia”, dice el politólogo José Alcázar. Sin embargo, el gobierno teme que el liderazgo social de la institución religiosa sea caldo de cultivo para expresiones de oposición a la crisis sociopolítica

Régimen tras la aniquilación de la Iglesia Católica
Varias personas oran frente a la imagen quemada de la Sangre de Cristo durante una Eucaristía de desagravio, en Managua (Nicaragua). Foto de archivo de EFE.

La agresiva persecución del régimen de Daniel Ortega y Rosario Murillo en contra de obispos, sacerdotes y monjas de la Iglesia Católica en Nicaragua tiene un objetivo y dos razones fundamentales: el fin es aplastar a una corporación internacional con un tendido territorial fuerte y con una sólida línea jerárquica que desciende desde el Vaticano, explicaron analistas consultados por DIVERGENTES. Las motivaciones son el “odio visceral” hacia una organización que no se doblega frente a las órdenes de un régimen totalitario y el temor que desde este sector se origine un futuro levantamiento ciudadano. 

“La Iglesia Católica es una institución que tiene más de 2,000 años de existencia y por ende tiene un nivel de organización y coordinación muy fuerte. La dictadura ve a la Iglesia como único adversaria y enemiga. Tienen una concepción errada porque creen que los obispos y los sacerdotes están organizando a la oposición a lo interno del país o que están sirviendo de enlace para la comunidad internacional. Esto, sin dudas, es ilógico”, explicó Martha Patricia Molina Montenegro, abogada y experta en temas religiosos.

El politólogo José Alcázar coincidió con Molina y agregó que la Iglesia es la última institución que quedó entre las que “pueden” hacerle frente al régimen Ortega-Murillo, tras la criminalización y el cierre de organizaciones no gubernamentales, grupos de sociedad civil, medios de comunicación, intelectuales, y hasta de la Cruz Roja. La iglesia también ha tenido su parte: hasta finales de 2022, la dictadura había cancelado la licencia de trece medios de comunicación administrados por el catolicismo. También ha ordenado el cierre de al menos 32 organismos sin fines de lucro y universidades católicas que apoyaban a personas de escasos recursos.

“Todo ha sido anulado. Y esto es clave para un régimen que teme a lo que ellos llaman ‘levanta masas’. Por eso han prohibido las procesiones y otras actividades religiosas, porque también temen que los laicos expresen su malestar en estas actividades y que alguien saque una bandera, que grite una consigna”, afirmó Alcázar. El politólogo insistió que la Iglesia no es una organización política como el régimen quiere presentarla, “sino una corporación que predica lo que mandata la Biblia: verdad y justicia”.

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Un estudio titulado “Nicaragua: ¿una Iglesia perseguida?”, elaborado por Molina Montenegro, sistematizó todas las agresiones ocurridas contra feligreses y líderes religiosos desde el inicio del estallido social de 2018 hasta el primer trimestre de 2023. Según el documento, este año, se registraron 90 agresiones contra la Iglesia, más de la mitad de las contabilizadas en todo el 2022. 

La tercera versión del informe analiza un nuevo patrón ejecutado por la dictadura que pretende silenciar a las voces dentro del clero y la feligresía católica. Molina recordó que en la Semana Santa, una de las conmemoraciones más importantes para los creyentes católicos, se prohibieron 3,176 procesiones en 397 parroquias. Los mandatarios sandinistas ordenaron que no salieran los viacrucis a las calles y confinaron a los creyentes dentro del perímetro de sus templos.

Una de las últimas formas de represión del régimen en contra de los líderes religiosos fue el cierre de las cuentas personales de sacerdotes ocurrido después del bloqueo de las cuentas bancarias de las Diócesis de Managua, Matagalpa, al norte del país; y la de León y Chinandega, en el occidente. 

Después de cerrar las cuentas de las Diócesis, la Policía del régimen informó en un comunicado que había puesto en marcha investigaciones tras el hallazgo de “centenares de miles de dólares escondidos en bolsas ubicadas en instalaciones pertenecientes a la Diócesis del país”, y acusó a “personas vinculadas a ellas” de cometer actos ilícitos.

Sobre el congelamiento de las cuentas bancarias, Alcázar explica que es una decisión motivada por la “rabia y venganza”, pero dirigida hacia el Vaticano por las últimas declaraciones del papa Francisco en las que se refirió al régimen sandinista como una “dictadura grosera”, con tintes de “dictadura comunista o hitleriana”, manejada por una persona con “desequilibrio”. 

“La Conferencia Episcopal no tiene ahora una correlación de fuerzas que le sea particularmente adversa al Gobierno, como sí la tuvo al momento de la rebelión en 2018. O sea, en ese momento estaba Silvio Báez en Nicaragua, monseñor Abelardo Mata activo, y el obispo Rolando Álvarez, que ahora está encarcelado. Ellos tres imponían carácter en la Conferencia Episcopal. La actual está llena de gente timorata. Entonces el objetivo del régimen es demostrar al Vaticano que van a seguir hasta las últimas consecuencias”, manifestó el politólogo.

Vocero sandinista confirma plan de aniquilamiento

Régimen trabaja en la aniquilación del tendido territorial de la Iglesia Católica
Grupos de personas asisten para rezar a la Capilla Sangre de Cristo de Managua. Foto de archivo de EFE.

La Iglesia Católica en Nicaragua tiene ocho diócesis y una arquidiócesis. Su alcance, según Molina Montenegro, es casi total en el país; además cuenta con una jerarquía que es obediente a los lineamientos básicos de la propia religión. Cada clero, explica, debe obediencia a su obispo, y este a las disposiciones que bajan desde el Vaticano.

“Si se orienta algo en la Conferencia Episcopal, esa orden va a llegar absolutamente a todos los sacerdotes que están en el país. Y la directriz tiene que ser obedecida. Así funciona la Iglesia”, explicó la experta en temas religiosos.

Molina Montenegro indicó que como el régimen no ha podido desarticular la estructura que tiene la Iglesia, entonces inventan casos, como el de la red de lavado de dinero, para asfixiar poco a poco a la institución religiosa y silenciar a obispos, sacerdotes y monjas que permanecen en el país.

La teoría de la experta en temas religiosos coincide con la declaración que realizó el miércoles 31 de mayo Willian Grigsby Vado, uno de los principales voceros que tiene el aparato de propaganda del régimen, durante su programa Sin Fronteras.

Grigsby Vado señaló que el régimen Ortega-Murillo es “víctima” de una conspiración dirigida por el Vaticano y el Gobierno de Estados Unidos y que los ejecutores de tal conjura son los obispos y sacerdotes de la Iglesia Católica en Nicaragua. 

“Los yanquis han trabajado con la Iglesia como partido político… perdón, con la jerarquía católica como partido político, porque es la única organización territorial del país que no es sandinista. Tienen delegados en todos los municipios con secretarios políticos, que son los párrocos, que penetran en las entrañas de la sociedad y además manejan recursos”, expresó el también director de la oficialista Radio La Primerísima.

Además de confirmar que el régimen sandinista está pendiente de la “organización territorial” de la Iglesia en Nicaragua, Grigsby Vado confesó en su interlocución que en la medida que la oposición en Nicaragua fue “quedando reducida a la nada”, la única institución que podía hacerle frente a la dictadura era la Iglesia. Por tal motivo, para “evitar la repetición” (rebelión de abril de 2018) atajaron desde un “principio los problemas”.

“Los yanquis concentraron sus esfuerzos en la estructura parroquial de la jerarquía católica y han trabajado durante mucho tiempo sembrando cizañas, trabajando consignas, reclutando a gente y sicarios de la mano de los secretarios políticos del Vaticano en las parroquias de Nicaragua. Se supone que los curas son servidores. Cuando ya pasan a la acción política desestabilizadora para conspirar contra un gobierno legítimamente electo en un marco constitucional, se separan del área católica y se convierten en líderes políticos subversivos, anti Estado, y así hay que tratarlos”, expresó el vocero sandinista.

Grigsby Vado señaló que los líderes religiosos actúan con el beneplácito del Vaticano y explicó que si se han cancelado las procesiones en Nicaragua, es porque estas “forman parte de la estrategia para sembrar caos, acciones e incidentes violentos” que el régimen supuestamente supo con antelación porque la Policía se infiltró en la Iglesia.

“Vamos a evitar que lo hagan (el caos y acciones violentas). Y vamos a esperar que los curas se calmen, que entren en razón, que vuelvan a sus actividades pastorales, que dejen la conspiración política y la intención de derrocar al gobierno, que dejen de obedecer consignas del imperialismo norteamericano… si lo hacen, entonces volvemos a la normalidad, pero mientras ellos estén en esa conducta ¿qué vamos a hacer?”, manifestó el vocero sandinista.

Sobre las declaraciones de Grigsby Vado, Alcázar expone que el vocero amplifica lo que se piensa en la cúpula del régimen sobre la Iglesia, es decir, temen que dentro del seno de esta institución se “levanten masas” y surja un liderazgo local que les haga oposición.

“Temen a esa fuerza que tiene la Iglesia, porque esta no es una oenegé, es una corporación internacional con un tendido territorial fuerte y con una línea jerárquica. Es la única otra institución que a nivel nacional es comparable al Frente Sandinista, que también es una institución jerárquica con un tendido territorial fuerte, como no lo tiene ningún otro partido político”, explicó el politólogo. “El régimen quiere una Iglesia Católica con posturas similares a la evangélica, que se limiten a sus actividades religiosas. De momento es lo que queda claro y por eso la quieren doblegar”, aseguró Alcázar.

Cuba y Venezuela: escenarios distintos para la Iglesia Católica

Régimen tras la aniquilación de la Iglesia Católica

El 62.5 % de los habitantes del mundo, casi 4,900 millones de personas, viven en países donde se vulnera la libertad religiosa, con Nicaragua entre los afectados por las mayores violaciones de este derecho, según un informe de Ayuda a la Iglesia Necesitada (ACN).

Los datos de este análisis, que se publica desde 1999, indican que en 61 de los 195 países del mundo se viola la libertad religiosa. La situación ha empeorado en 47 Estados desde 2021 y tan solo ha mejorado en nueve. En 28 de ellos (incluida Nicaragua) existe persecución religiosa, y la discriminación por razón de las creencias afecta a otros 33 (Venezuela, Cuba y Haití entre ellos).

En Nicaragua ha aumentado la persecución debido a un Gobierno “autoritario”, la misma causa del incremento de la discriminación en Venezuela y Cuba, según el estudio “Informe de Libertad Religiosa en el mundo” de la fundación pontificia internacional ACN. 

A pesar de que la dictadura sandinista comparte ideologías políticas con Cuba y Venezuela, la situación de los líderes de la Iglesia Católica en estas naciones es muy distinta a la de Nicaragua. DIVERGENTES conversó con Jessica Domínguez, periodista cubana y editora del medio digital El Toque, y con Grisha Vera, periodista venezolana y miembro de la plataforma Connectas, para entender el comportamiento de ambos regímenes contra los religiosos.

Domínguez explicó que al régimen cubano le importa mucho la diplomacia y la imagen de Estado democrático que puedan proyectar al mundo. En pocas palabras, en la Isla evalúan el costo beneficio de sus decisiones políticas.

“El Gobierno de Cuba no está al mismo nivel que el de Daniel Ortega y Rosario Murillo. (La dictadura sandinista) perdió toda necesidad de proyectar la existencia de un espacio democrático, esto no les importa”, amplió la periodista.

En Cuba la relación entre el régimen y la Iglesia no ha sido lineal. Ha habido momentos altos y bajos desde el triunfo de la revolución castrista hasta la actualidad. Uno de estos puntos álgidos fueron las manifestaciones de julio de 2021. En aquel momento la Conferencia Episcopal Cubana (Concur) ejecutó acciones para acompañar a los presos políticos y sus familiares. La solidaridad de los religiosos condicionó la expulsión del jesuita David Pantaleón Rosario, presidente de la Conferencia.

“A su vez, un núcleo de sacerdotes concentrados principalmente en las Arquidiócesis de La Habana y Camagüey han acompañado los principales sucesos cívicos del país mediante homilías críticas, cartas públicas o apoyo a los sujetos reprimidos. Las acciones han derivado en medidas represivas contra los clérigos, que van desde actos de acoso político, difamación e interrogatorios dirigidos por la Seguridad del Estado y la Oficina de Atención a los Asuntos Religiosos del Partido Comunista”, explicó en una publicación el medio digital El Toque, que informa sobre los hechos que ocurren en Cuba.

Domínguez señaló que el estado actual de la relación entre la Iglesia y el Estado Cubano es ambiguo. Si bien el sector eclesial ha ganado fuerza, dentro de su núcleo hay actores con los que el régimen tiene un diálogo abierto y otros con los que no porque son más adversos.

Sobre si existen o no detenciones contra obispos o sacerdotes en Cuba tal y como ha ocurrido en Nicaragua, la periodista manifestó que no hay presos por ejercer actividades religiosas, al menos no de figuras prominentes. Sin embargo, indicó que esto va en dependencia del actor.

“El régimen castrista tiene más respeto hacia un obispo de la Iglesia Católica que hacia un pastor de una religión protestante que está en el centro del país”, afirmó la periodista, quien agregó que la represión contra los religiosos no ha sido como en Nicaragua por la importancia que Cuba pone a la diplomacia.

“Cuba necesita dialogar con actores externos, con Estados Unidos. Le interesa mantener la imagen de un Estado democrático que progresa. Todavía no están en una radicalización de la represión, no tenemos ese escenario”, detalló.

El caso de Venezuela es distante del cubano y nicaragüense. La periodista Grisha Vera explicó que aunque la jerarquía católica siempre se ha desmarcado del chavismo con una posición bastante crítica, el régimen de Maduro hasta ahora ha utilizado el discurso estigmatizante en contra de los líderes religiosos.

“Pero esto viene desde Chávez. Él siempre los insultó, les decía diablos con sotanas”, cuenta Vera, quien no recuerda en Venezuela un ataque similar al que el régimen Ortega-Murillo ha tenido contra los obispos y sacerdotes en Nicaragua.

“El régimen de Maduro ataca y suelta, así ha sido últimamente la relación con la prensa, oenegés, y con la Iglesia Católica. Frente a la postura crítica el Gobierno responde con la estigmatización, les han dicho que para hacer política se quiten la sotana o frases como ‘no te metas que no es tu función’. Pero nada comparado con Nicaragua. No han sido tan tajantes como Ortega”, afirmó la periodista venezolana.

Vera opinó que Maduro disminuyó la represión estatal porque pretende lavar su imagen y tener el respaldo de algunos gobiernos de la región, como el del presidente brasileño Lula da Silva, quien en la última semana dijo que el autoritarismo era solo una narrativa. 

La periodista venezolana no duda en que el régimen, si quisiera, podría encarcelar a un sacerdote o un cardenal. Sin embargo, no lo hace porque esto iría en contra de la estrategia de lavado de imagen de Maduro en un contexto en el que se prepara para unas cuestionadas elecciones el próximo año.

“En Venezuela existen tensiones entre el régimen y la Iglesia, pero nunca como en Nicaragua. El chavismo ahora calcula el daño de sus acciones y los costos políticos”, indicó Vera.


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